jueves, 18 de julio de 2013

Cuando la cruda realidad te abofetea

Una vacante imprevista

Me decidí a leer este libro siguiendo un impulso, como casi todo lo que hago. Una amiga me lo recomendó mientras comíamos juntas y yo le contaba que estaba escribiendo un blog sobre libros. Ella lo describió con tanto entusiasmo que me dejé contagiar y esa misma tarde lo compré en una librería cercana.
   Nunca había leído nada de J. K. Rowling, aunque sí había visto todas las pelis de Harry Potter, y me encantaban. También había oído y leído todo tipo de críticas y opiniones sobre su primera novela "para adultos" (¡Cómo si los libros de Harry Potter no lo fueran!), pero no hice mucho caso porque yo no me suelo guiar por estas cosas. ¿Qué me había empujado esta vez? Pues la pasión con la que mi amiga me había resumido la novela. -"Te describe perfectamente lo mala que puede llegar a ser la gente".- Me dijo. Y, efectivamente, esa es la esencia: la maldad, de todos los tipos, formas y colores.
   Lo que parece ser una simple desgracia para una familia (la muerte repentina de un miembro del concejo parroquial de Pagford) destapa toda una lucha de poder entre los distintos intereses de los otros miembros del concejo, además de dejar al descubierto las mentiras y miserias en las que viven los protagonistas. Pero esto era sólo el argumento, detrás había mucho más: la descripción de lo enferma que puede llegar a estar una sociedad.
   Desde que empecé a leer la novela, me di cuenta de que no era una novela para pasar el rato,  ni tampoco la típica novela de denuncia social. No se trataba solamente de analizar los problemas de una determinada sociedad, en este caso la británica (aunque también lo hace), ni tampoco presentarnos el típico folletín de pecados y líos sociales que tanto vemos en la televisión. Se trataba, simplemente, de mostrar una de las caras más feas de nuestra sociedad, de una forma sincera y directa. 
   Es una novela impactante, muy bien escrita, sin tapujos, a veces incluso, de forma despiadada y demasiado cruda. No hay dulces maneras que suavicen los golpes que atiza la realidad en la que viven los personajes. La mezcla de sensaciones que he tenido mientras leía ha sido tan enorme que, en ningún momento, podía alejarme de la lectura ni pensar en otra cosa que no fuera todo lo que estaban viviendo los protagonistas, que son muchos y muy distintos, por cierto. Todo un abanico de distintas personalidades, de retratos sociales y de personas marcadas por sus orígenes y sus circunstancias.
   Pero una de las cosas que más me han impactado de esta novela es el peso que tiene el personaje que muere en el primer capítulo, a lo largo de toda la novela, y al que vamos conociendo poco a poco, a través de los ojos del resto de personajes. Es él el auténtico epicentro de todo. Me parece genial mostrar cómo una sola persona puede sostener todo un entramado de relaciones que se sujetan con alfileres y que se desmoronan en cuanto él desaparece, cómo una sola persona puede influir tanto en la vida de toda una comunidad.
   Sólo puedo terminar recomendando con todas mis fuerzas esta novela. Es de esas lecturas que te emocionan y te sacuden por dentro. En este caso no se trata de disfrutar sino de reflexionar. ¡Adelante! 

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