martes, 9 de febrero de 2021

Libros que me tomo a sorbitos

 


Sé que no descubro nada nuevo al decir que algunos libros se toman de vez en cuando y que los vamos leyendo en diferentes momentos según nos lo pide nuestro estado de ánimo. En estos tiempos que corren, donde tanto necesitamos de salud mental para hacer frente a todo lo que se presenta, el tomar pequeños sorbos de algunos libros se me ha hecho más necesario que nunca.

   Seguro que más de uno diría que mi salud mental ha dejado siempre mucho que desear, ¡yo también os quiero! Pero especialmente ahora que no puedo aliviar mis males con los abrazos y los besos de los míos, ni con una cerveza con los colegas en nuestro bar de referencia, o dando saltos como una loca en algún concierto, necesito agarrarme a ciertas pequeñas píldoras como si no fuera a haber un mañana. Estas píldoras las voy alternando como buenamente considero, sin distanciar regularmente las tomas ni medir la posología, sino como me lo pide el cuerpo, que algunas veces es bastante sabio.  


   En estos momentos, tengo extendidos sobre la mesa los libros que más he manoseado, junto con alguna que otra adquisición reciente y algunos retos que voy superando poco a poco. ¿Qué me pongo nostálgica? Echo mano de Dioses, tumbas y sabios, de C. W. Ceram, un clásico de mis tiempos universitarios que, aunque tiene sus añitos, no ha perdido nada de su atractivo a la hora de contarnos los intríngulis de los mayores hitos de la arqueología. ¿Qué se me despierta la vena cultureta? Pues a por Amin Maalouf y su El naufragio de las civilizaciones, con el que me sigo sorprendiendo ante la lucidez y las predicciones de este escritor. ¿Qué a mi cabeza le da por centrifugar desgracias? Nadie como Elsa Punset para bajarme las pulsaciones a través de sus veintiuna rutas para manejar las emociones, en Una mochila para el universo.

   


Cuando el mal tiempo o la inutilidad de salir hacen que dé vueltas por la casa como una fiera enjaulada, me apacigua recorrer con el dedo las estanterías y elegir algo que llevarme a la boca. Nada amansa tanto a mi fiera interior como los recursos que propone Isabel Roch en Música, tu gran aliada en el aula. Vale, sí, no soy profesora, pero no imagináis la de beneficios que estoy descubriendo sobre las posibilidades que ofrece la música como herramienta didáctica. Y si se trata de alejarme de mis cuatro paredes diarias solo tengo que darme un garbeo de vez en cuando por las excavaciones de José Manuel Galán con En busca de Djehuty, porque ante la posibilidad de toparme con el descubrimiento de una buena momia, que se quite cualquier playa caribeña.

  Y es que hay pocas cosas que me devuelvan tanto la cordura como estos pequeños sorbos de lectura que doy de vez en cuando, mientras espero a que vuelvan los abrazos y los besos, los apretujones para llegar a la barra o el tener que esperar para coger mesa.


   Ah, me olvidaba. Tengo que confesar que en algún momento de enajenación he echado mano de Cocina para no engordar, pero os prometo que se pueden contar con los dedos de la mano. Además, visto el resultado, he decidido dejar los libros de fantasía para otra ocasión.

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