domingo, 17 de febrero de 2019

Serindipia = Disfrutar

Puede que haya sido porque ya sabía que tras Alice Lovelace se escondía Serindipia, pero en este libro de fantasía me he encontrado con muchos de los guiños de nuestra querida Mónica Gutiérrez. Están sus diálogos ingeniosos, sus toques de humor irónico y a veces sarcásticos, los datos históricos bien encajados en la trama, hasta la presencia del té.
   En esta ocasión, los vampiros, los superhombres y los seres humanos conviven en un equilibrio más o menos estable, vigilándose los unos a los otros y manteniendo el cumplimiento de unas normas muy precisas, hasta que nuestra protagonista, Grace, aparece en escena. Ella parece tener un "don" que todos quieren y por el que están dispuestos a romper todas las reglas si es necesario. Solo estará a salvo gracias a uno de los mandamases vampírico. Y hasta aquí puedo leer... porque el resto solo tiene gracia si lo descubre uno mismo.
   Me chiflan los relatos fantásticos contados como si fuesen una historia cotidiana más, los hechos increíbles incluidos en el día a día con toda normalidad y los personajes extraordinarios paseándose como si tal cosa por la trama. Cuando eso se hace bien, se hilvana con maestría y se presenta con naturalidad se consigue una novela que te atrapa desde la página cero.
   
Porque así he estado yo con este libro: atrapada. Desde que abrí Cuéntame una noctalía (aquí tenéis la reseña), su primera novela, siento algo adictivo con los libros de Mónica, algo que me mueve a aferrarme a su lectura y no querer soltarla. Para mí, se debe a su lenguaje cercano, a su vocabulario rico y expresivo, a su fuerza para describir determinadas situaciones y sentimientos. 
   En realidad, en este caso creo que la trama ha sido lo de menos, aunque no deje de ser muy interesante y muy entretenida, y llena de imaginación. Pero lo que realmente me atrapaba era ver cómo los personajes se enfrentaban a lo que les estaba sucediendo, a lo que trastocaba su vida cotidiana, a lo que descubrían de los demás y de sí mismos. Nuestra protagonista es una mujer fuerte, decidida e independiente, como todas las mujeres "serendipia" y, por eso, no se comporta como los demás le piden, y por eso también no le sirve cualquier galán. Este tiene que ser inteligente, con personalidad y con valores.
   
Confieso que, cuando empecé a leer, me parecía estar ante una novela de corte juvenil y mi vena adolescente salió a la luz para disfrutar como una quinceañera con la historia de nuestra protagonista. Sin embargo, según iba encontrando los "guiños" de la autora, iba disfrutando más mi parte adulta, mi lado literario e historiador. Su romanticismo no es solo de tipo amoroso, sino también literario. Los cementerios, los castillos medievales,  las noches de luna llena, una buena tempestad, el bien y el mal que aparecen a lo largo de la novela los habrían elegido encantados Becquer o Espronceda. 
   Nuestra protagonista, Grace, tiene un secreto que la convierte en blanco de las distintas facciones que habitan Londres. Poco a poco va descubriendo para qué está destinada, de dónde viene, y como mujer valiente que es, decide tomar el control de la situación. En ocasiones, la trama podía parecerme previsible, pero era tan emocionante la forma de contar lo que ocurría, que me era imposible despegarme del libro. 
   Y una vez más, tras un libro de Mónica Gutiérrez, mi problema fue encontrar una buena lectura que me ayudara a desengancharme.
   ¡Qué cabeza la mía! Me olvidaba de esas magníficas entradillas que nos abren las ganas de "hincarle el diente" al capítulo. Son geniales. ¡Descrubidlas!

domingo, 10 de febrero de 2019

La Tigresa y el Acróbata


Hay veces que necesito cambiar el tercio de mi lectura. Cuando enlazo novelas que solo me entretienen, el cuerpo me pide sacudidas; tampoco demasiado fuertes, no hace falta exagerar, pero sí algo que me despierte, que me estimule. En esa búsqueda, mientras pasaba el dedo por el listado de libros que me ofrecía la tienda online, me encontré con Susanna Tamaro y, por mi experiencia, supe que no me defraudaría.
   La portada que tenía delante era de un azul plomizo, pero que me resultaba tranquilizador. La imagen era la de un tigre que se paseaba por ella majestusoso y, bajo el título, una leyenda decía: "Entre la libertad y el poder, he elegido la libertad". Y así fue como, con el espíritu dispuesto a emocionarse, empecé a leer La tigresa y el acróbata. 
   Siempre me ha sorprendido la fuerza de los sentimientos que esta escritora, aparentemente tan frágil, imprime en sus libros. Con un lenguaje sencillo, lleno de poesía y de plasticidad, crea una maravillosa fábula para hablarnos de las cuestiones importantes de la vida. A través de las vivencias de una tigresa, la autora nos ofrece toda una cadena de reflexiones éticas y morales sobre la propia existencia, sobre nuestro destino, sobre nuestra capacidad real de poder elegir o si, por el contrario, seguimos unas normas impuestas desde siempre.
   Vale, sí, dicho así "da miedito"; suena pomposo y muy sesudo. Seguro que algunos habéis salido "por por patas" del blog. Pero nada más lejos. Es una fábula, una de esas bonitas fábulas que leíamos de niños en el cole, protagonizadas siempre por animales y con su moraleja y todo.
   Este hermoso y temible animal nos cuenta su vida con mucha naturalidad, casi con inocencia. Desde su nacimiento y los primeros días de vida junto a su madre y su hermano, ella siente que no es cómo los demás. Aprende las "mañas" propias de su especie, presta atención a las enseñanzas y consejos de su madre, pero sus ganas de saber siempre el porqué de las cosas, su gran curiosidad, parecen ir contra su naturaleza, ir más allá de lo que se espera de ella, de lo que se supone que debe hacer. 
"¿Se puede vivir fingiendo ser algo que no eres? Renegar de la propia naturaleza para ir al encuentro de una nueva de la que no conocía el rostro.
(...)
¿Una abeja sabe porqué es atraída por la flor? De repente, una energía misteriosa te llama y no puedes resistirte a su voz. Lo que a otro le parece locura, a ti te parece el único camino que recorrer".

  Tenía claro que Susanna Tamaro se había propuesto hacerme reflexionar sobre lo que siempre ha preocupado al ser humano. Así que recogí el guante y me acomodé para disfrutar de sus recursos literarios: sus elegantes metáforas, su lenguaje poético, su ternura. La autora había elegido a un animal poderoso y temido, que lo tenía fácil para seguir sus instintos y vivir cómodamente según su naturaleza. Sin embargo, la tigresa "necesita" descubrir lo que hay más allá de la línea por donde sale el sol cada mañana. No siente la necesidad de cazar grandes animales que demuestren quién manda en la taiga; se conforma con cazar para sobrevivir y poder continuar su marcha hacía el este.
   Como era de esperar, en su viaje se encontrará con el bien y con el mal; con almas gemelas que, curiosamente, pertenecen a un mundo opuesto al suyo, y almas oscuras y miserables, independientemente de la especie a la que pertenezcan. Cuando conoce a El Hombre, quien se supone que es su mayor enemigo se convierte en su apoyo, su guía y su maestro. El único que la comprende, que siente las mismas inquietudes que ella:
"¿En serio, ningún miedo? (...). __ El hombre suspiró: "Uno, y siempre el mismo. No a la muerte, sino a no conseguir ser yo mismo".
  El relato es pura filosofía. E insisto, no para echar a correr, sino para saborearla despacito, a nuestro propio ritmo, de una manera fluida y natural, a medida que nuestra tigresa (porque se hace nuestra) va encontrándose obstáculos y trampolines en su camino y va aprendiendo a conocerse mejor. 
"Tener unos ojos y tener una mirada no es lo mismo (...). Los ojos están ligados a las manos, mientras que la mirada está ligada al corazón. La mirada no conoce distancia ni barrera. Los ojos, al contrario, miden cada cosa. Si encuentran un espacio vacío, construyen rápidamente un muro".
   Pero, ¡qué sabia! ¡Qué a gusto he ido aprendiendo con ella! Porque me era difícil seguir el relato sin hacerme también las mismas preguntas. 
   En resumen, una aventura que me ha mostrado el valor que hace falta para dejar lo que conoces y arriesgarte ante lo desconocido; ese mantra tan popular ahora de "salir de la zona de confort". Aunque yo me preguntó: si de verdad fuese una zona de confort, ¿necesitaríamos salir a buscar algo diferente?
Yo ahí lo dejo.
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