domingo, 3 de julio de 2016

Gracias otra vez, Kate

Siempre que cierro un libro de esta escritora se me escapa un suspiro de satisfacción, de haber disfrutado cada página, cada imagen, cada giro de la historia. Para mí, leer a Kate Morton siempre me asombra y me maravilla. A veces, cuando empiezo a leer, recuerdo de inmediato por qué me entusiasman sus libros: una frase redonda, una escena impresionante... Otras veces, parece que he olvidado esa habilidad suya para transmitir imágenes y sentimientos y, de repente, descubro una frase que despierta como un latigazo esas sensaciones que me regalan sus novelas.
   Kate Morton parece que no podrá superar su última novela, hasta que escribe la siguiente. Esta, que acabo de despedir con nostalgia, me ha parecido tan redonda o más que sus hermanas, tan sorprendente y emocionante como ellas, incluso más, porque ya sabía cómo era su estilo, cuánto podían esconder sus historias, y aún así, me he descubierto con la boca abierta en más de una ocasión. Pero, vayamos por partes.
   El último adiós es mucho más que un misterio sin resolver. La historia de cómo Sadie se mete de cabeza en la resolución de un misterio ocurrido hace casi setenta años, para dar salida a sus angustias personales y a sus problemas profesionales, solo es la excusa para hablarnos de las actitudes y sentimientos de todos los personajes que desfilan por el libro. Esta detective de Scotland Yard ve peligrar su carrera por su comportamiento en su último caso, y se ve forzada a unas "vacaciones" en la casa de su abuelo en Cornualles. Su encontronazo con la casa abandonada de la familia Edevane, a la que rodea un trágico misterio, le sirve de distracción y empieza su propia investigación sobre el asunto, usándolo como válvula de escape de todos sus problemas. Con ella, nosotros iremos conociendo a todos los protagonistas de ese misterio y también a los fantasmas de Sadie.
   El argumento no tiene ni un solo momento flojo o de bajo interés en todo el libro. La duda, las sospechas sobre lo que pasó o sobre quién lo hizo planean continuamente, con insinuaciones, con sugerencias, con hechos que no concluyen del todo. Siempre se quedan flecos sueltos que te mantienen atada a la trama, pequeñas señales que tú crees pistas para descubrir lo que pasó, pero que, de repente, dan un giro sorprendente que tira por tierra cualquier teoría que hayas formado y que parece ofrecerte otra nueva.
   Mientras tanto, los personajes van perfilándose poco a poco, vas conociéndolos y mostrando cómo son realmente. A cada uno de ellos le da su propio momento de reflexión, de visión de los hechos; nos acerca a sus pensamientos y sentimientos, sin desvelar, sin embargo, absolutamente nada de ese misterio que cose toda la historia. Qué habilidad la de esta escritora para transmitirnos los sentimientos de los protagonistas: su angustia, su felicidad, sus dudas, su paz; para describir los ambientes en los que se mueven. Con frases cortas, sencillas, pero cargadas de imágenes y emociones, hace que me resulte tan fácil y cómodo leer que siento como si me deslizara por el libro.
   Y en medio de todo esto, pequeñas pinceladas costumbristas para dar mayor realidad a todo, para anclarlo en el espacio y en el tiempo: los matrimonios por conveniencia, la ruptura de normas sociales por amor, los horrores de la guerras y el peso de las posguerras... Y una envidia muy poco sana por un sistema de hemerotecas y archivos eficaz y bien organizado, que siempre hace que rastrille el suelo con los dientes y que ruja mi yo interior. Aunque también ha rugido por algunos errores de corrección que creo que no deberían existir en una edición como esta: "dibujo A tinta", "barca A remos", "informar QUE"... pero con esto ya estoy acostumbrándome a convivir, desgraciadamente.
   Volviendo a la historia, esa que me engaña con pistas que parecen ser lo que no son, con rotundas afirmaciones que luego tienen otro prisma detrás que lo cambia todo, me entusiasma de tal forma que casi no percibo esos pequeños toques algo increíbles que aparecen a veces en ella. Son unos "toques" un tanto surrealistas que, intuyo, ella misma ha visto forzados. Es como si se diera cuenta de lo "peregrino" de la escena que acaba de crear y quisiera rectificarlo explicándolo por boca de algún personaje, al que se le presentan las mismas dudas que estaban rondando por mi cabeza. 
   Y entonces llega el final, increíble, sorprendente y casi traspasando la línea hacia un culebrón de sobremesa, y estoy segura de que, en otras formas de escribir menos geniales, me habrían arrancado un "pero venga...". Sin embargo, en las manos de Kate Morton me han parecido más un homenaje a esos tiernos finales felices de las cándidas y maravillosas películas de los años cincuenta, en las que todo encontraba su sitio, lo que me ha arrancado alguna que otra lagrimita y una simpatía enorme por sus protagonistas.
   Por eso, no me cansaré de agradecerle a esta escritora unos libros estilo "Mary Poppins": practicamente perfectos en todo.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...