domingo, 6 de septiembre de 2020

Ay, viajar... siempre viajar

Quien me robó el mes de abril me ha robado también el verano. Se ha esfumado de repente, de un día para otro, como todo lo que ha sucedido este año. Y aquí estoy, una madrugada fría como todas las de septiembre, aturdida por el silencio sepulcral que ocupa la calle. Cualquier otro año, estaría llena de voces y risas de los que volvían de la verbena de turno, despidiéndose o decidiendo en dónde tomar el chocolate con churros. Pero hoy no, hoy solo se oyen los pitidos del móvil anunciándome ese maravilloso viaje a playas exóticas o a ciudades de ensueño. Porque estos días siguen llegando a mi teléfono los mensajes de las plataformas de viajes ofreciéndome auténticos chollos alrededor el mundo, que como gotas malayas, me recuerdan a donde no puedo ir. 
   Sin embargo, soñar es gratis, y muy fácil cuando eres lector empedernido. Así que sin querer rendirme, he tirado de memoria bloguera para rescatar los libros con los que he recorrido medio mundo, o casi. No todos los he encontrado en este maremágnum que tengo de blog, aunque habría jurado que los tenía bien colocados en su lugar correspondiente. Qué más da, recurriré a la otra memoria.
   El primero que me ha venido a la mente ha sido Corazón de Ulises, de Javier Reverte, probablemente por ser el último que leí de este tipo. O quizás, porque los últimos calores me piden mar y el encierro me pide sitios históricos donde otros vivieron antes historias increíbles. El caso es que con este libro visité los lugares que, en principio, pisó Ulises en su viaje de vuelta eterna desde Troya. Y desde aquí hasta Ítaca, el Mediterráneo clásico no tuvo secretos. Visité Ítaca, Alejandría, Éfeso, Atenas, Creta, Micenas, ¿qué más se puede pedir?
   Después se agolpan de repente otros títulos que no recuerdo si he reseñado o no, pero que me veo incapaz de buscar en los listados del blog. Por eso, he tirado directamente de técnica táctil y, con el dedo índice, he ido deslizando la pantalla hasta encontrar el siguiente título que os presento. En Arcadia, de Ian Pears, los protagonistas viajan a un mundo fantástico simplemente atravesando una puerta, además de a otros lugares que es mejor no desvelar porque os espachurraría la historia. Lo que sí os digo es que me sorprendió la forma de recorrer épocas y mundos en esta novela. Yo ahí lo dejo.
   He seguido buscando en el totum revolutum de entradas, pero no encontraba las que estaba "casi" segura de haber publicado, "prácticamente" convencida de haber reseñado y "a punto" de poner la mano en el fuego de haber compartido. ¿Qué tal si voy directa a las que sé que están ahí? Cambio de tercio y me decido por otro tipo de viaje: el literaturario. Con Testamento de un libro, de Abdellah Baïda, recorro los siglos de vida del Libro, así, con mayúsculas, contada por él mismo: su nacimiento, sus momentos de gloria y horror, de decadencia y de miedo a desaparecer. En resumen, un viaje a través del tiempo donde conocer momentos cruciales de la literatura.
   Por último, me he encontrado con una estupenda sorpresa, un antigua entrada que preparé en mis primeros días de bloguera aprendiza y que pretendía convertirse en la primera de una serie de futuras camaradas. Con la novela Tiempo de cenizas, de Jorge Molist, preparé un itinerario por Roma siguiendo algunos de los puntos más importantes de la historia. Como esta ciudad nunca, pero nunca, defrauda, pude recorrer la Roma de los Borgia por las calles y plazas donde lo hicieron los protagonistas.
   No he conseguido dar con algunos otros títulos con los que he recorrido lugares increíbles, pero se han despertado las memorias de algunos otros que también me hicieron viajar y a los que me gusta volver, de vez en cuando, para recordar algunos de sus pasajes. 
- La casa de vapor. Viaje a través de la India septentrional. Julio Verne.
- La guía de viaje al Egipto de los faraones. Christian Jacq.
- Viajeras intrépidas y aventureras. Cristina Morató.
- El viaje de la reina. Ángeles de Irisarri.
   
Siguiendo estos viajes astrales míos, tengo que añadir uno muy particular que he vivido gracias a Gabi Martínez y su Un cambio de verdad. No ha sido el típico viaje al uso de visitas y fotos, pero sí uno de descubrimientos, en el que el autor decide volver a los orígenes de su familia materna en Extremadura y experimentar la forma de vida de los pastores de la zona. Lo llaman nature writing, yo lo llamo crónica perfecta y mágica sobre un sistema de vida y el paisaje al que va unido. Pero esto espero contároslo más adelante.
Ahora me despido con mi viaje actual, Un otoño romano, de Javier Reverte, porque necesito despedir a este verano fugaz con un paseo tranquilo que me deje saborear una de las ciudades de mi vida. Hasta la vuelta.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...