domingo, 20 de enero de 2019

Mis clásicos

Quien más, quien menos se ha hecho nuevos propósitos para el nuevo año. Todos soñamos con ser capaces esta vez de llevar a cabo algún nuevo logro personal. Nuestra blogosfera librera está llena de retos de lectura que nos animan y nos ayudan a descubrir nuevos tesoros, a ampliar nuestra mochila literaria y a abrir nuestra mente. Yo veo con envidia y admiración la capacidad de muchos de llevarlos a cabo, de luchar por cumplirlos, de aprovecharlos. Quisiera ser capaz de comprometerme, aunque sea en la trastienda, con alguno de ellos, intentar llevar su ritmo lector. Pero siempre fracaso.
  Hace unas semanas, mientras desmontaba la Navidad y recolocaba la normalidad, apareció un antiguo libro de Antonio Machado que había leído en mi época de instituto, Campos de Castilla. Y ojeando las antiguas notas al margen de aquel entonces, un chispazo en mi cerebro puso en marcha un posible propósito para el nuevo año, un reto absolutamente personal, que me espabilara y sacudiera de mi desidia de los últimos tiempos. Algo que me ilusionara y que no terminara convirtiéndose en una tarea más: intentaría redescubrir a aquellos clásicos con los que tanto había disfrutado y con los que he crecido, sin volver a leer lo que ya leí de ellos, si no rescatando alguna obra suya desconocida para mí.
   Lo primero es lo primero, así que cogí mi libreta literaria, el bolígrafo de las reseñas e hice una de las cosas que más me gustan y relajan, una lista. En ella, empecé a escribir los nombres de los escritores que quería recuperar, a los que echaba de menos, los que recordaba con cariño. Este ha sido el resultado:
  • Antonio Machado
  • García Lorca: La zapatera prodigiosa
  • Clarín
  • Galdós
  • García Márquez
  • Ana María Matute
  • Jane Austen
  • Dickens: Los papeles de Mudfog
  • Alejandro Dumas
  • Julio Verne
  • Italo Calvino
  • Zorrilla
  • Valle Inclán
  • Blasco Ibañez
  • Cervantes
  • Quevedo
  • Emilia Pardo Bazán

   Sé que me he dejado muchos en el tintero. Sé que tendré que volver de vez en cuando a aumentar esa lista. Sé que este reto irá despacio, porque no me da la vida para todo lo que se publica, afortunadamente. Pero ya está en marcha el segundo paso. Ya ha empezado el trabajo de investigación, tan emocionante como la propia lectura. Así que, deseadme suerte.
Por supuesto, me encantará recibir vuestras sugerencias.

sábado, 5 de enero de 2019

Y para terminar... más magia

La magia puede presentarse de muchas formas. Y esta noche es un un buen ejemplo. Guste o no, pese a quien pese, la Navidad está llena de magia si la dejamos. Sí, lo sé, también de otras cosas chungas, pero esas las llevamos siempre con nosotros y, en estos días, solemos sacarlas a relucir con más fuerza. 
   Yo he ido empapándome poquito a poco de esa magia, tanto por predisposición propia como por la compañía de Jeanette Winterson y sus Días de Navidad. Cuentos y recetas. Siguiendo sus instrucciones, he ido leyendo un relato cada día (bueno, a veces he hecho trampas y me ha sido imposible parar hasta el haber leído un par de ellos más). Sin ñoñeces, sin cascabeles ni petardos ruidosos, pero tampoco con rencores ni amarguras, la autora nos explica su punto de vista navideño y nos regala doce relatos deliciosos, diferentes, originales, inesperados y siempre, siempre agradables. 
   Como no se conforma con regalarnos historias, nos enseña recetas que son importantes para ella en estas fechas. Pero no lo hace solo con pesas y medidas: cucharadas exactas de esto y de lo otro, dl y gr por aquí y por allí. No, ella nos cuenta el porqué de esa receta, la historia que lleva detrás su elección y, como si nos lo explicara tomando un café, sentados a la mesa de la cocina, va contando los pasos que se siguen en su elaboración, los "truquis" que nos ayudarán a mejorarla y la cura que pueden suponer para el alma.
   Con un lenguaje elegante, sencillo, directo, y de forma muy honesta, sin alharacas, cuenta algunas de sus vivencias, de sus recuerdos, y eso hace que nos sintamos más cercanos a ella, que parezca que tenemos una chimenea cerca y una buena taza de té para acompañarlos, o de café, o de chocolate, lo que más os sugiera. 
   Esta noche es una noche especial: leche caliente que desaparece, camellos que trepan por los balcones, huellas reales en la alfombra, ojos brillantes, sonrisas nerviosas, regalos, papeles de colores y magia flotando por todas partes, una magia que se pega en todos los que vamos entrando en la habitación donde sus Majestades han estado minutos antes. Y con la misma sonrisa nerviosa de los más pequeños, echamos el cierre a las fiestas. Y con esa sensación mágica, cerré Días de Navidad, paladeando un poco más el buen sabor de boca de su lectura.


   Sed buenos, qué vienen los Reyes...
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