domingo, 30 de julio de 2017

Presentando a...

Mientras sigo luchando con el tiempo y aprendiendo a manejarlo y a ralentizarlo, vuelvo a la sana costumbre de presentaros en mi blog a los escritores que intentan abrirse camino y dar a conocer sus obras, algo que sabéis que no es nada fácil.
   En este caso, se pasó por mi correo Oscar Montoya que, con el pseudónimo de Montoya Jackson, me ofrecía la novela Últimos días de maternidad. Menos mal que este licenciado en Derecho me advertía de que el título ocultaba su auténtico contenido, porque no me veía yo frente a contracciones, paritorios, o epidurales. 
   Este eterno escritor residente en Vigo me confesaba que, después de llevar escribiendo toda su vida, fue el año pasado cuando se decidió a presentar sus relatos a un concurso, Hablando con letras, del que quedó finalista con el micro relato Código Fuente.
Como sus palabras valen más que cualquier explicación mía, os pongo a continuación la sinopsis que el autor me ha enviado, para que conozcáis de primera mano lo que contiene:
“Quiero escribir la palabra CARIÑO, pero el texto predictivo recomienda CARROÑA”.
Isabel Almoyna (madre tardía y primeriza, ex votante socialista), es una mujer casada y algo huraña, dotada de un humor descarnado. Una noche, en pleno disfrute de su permiso de maternidad, escucha discutir a sus vecinos. El hombre agrede a su mujer e Isabel llama a la policía (ha leído en Wikipedia el significado del fenómeno psicológico conocido como “efecto espectador” o “difusión de la responsabilidad”). El machista es detenido, pero posteriormente su mujer no presenta denuncia. 
Al cabo de unos días, Isabel recibe una llamada. Es de los Servicios Sociales: una trabajadora social desea entrevistarse con ella. Al parecer, ha recibido una serie de denuncias que alertan de un trato negligente, dispensado por Isabel hacia su hija. El protocolo público de protección al menor se pone en marcha. 
“Últimos días de maternidad” es el testimonio en primera persona de Isabel: una cuenta atrás donde la situación del país y del mundo se superponen a su situación personal. Todo ello aderezado con cantidades importantes de humor negro, irreverencia y crítica social. 
“Si todos los ex votantes de partidos socialdemócratas europeos encendieran un mechero al mismo tiempo, las lucecitas podrían verse desde el espacio”.
M.J.
Y esto es todo por mi parte sobre esta: "comedia autoeditada de 176 páginas". Para aquellos de vosotros que quiera saber cómo se las arregla Isabel, su creador me ha dejado los siguientes datos de contacto:
Correo:
Página Facebook:
Mucha suerte, Óscar.

domingo, 23 de julio de 2017

Frenético

Últimamente tengo la sensación de vivir en una montaña rusa, no por subir y bajar constantemente (aunque también), sino por la velocidad con que lo hago. Tengo la sensación de atravesar la vida como un rayo, sin pausa para ver lo que voy dejando a lo largo del camino. Últimamente, se me escurren las horas entre las manos; no soy capaz de hacer nada que esté fuera de la rutina diaria sin que el tiempo se "me eche encima" sin intención de apearse. Así, cuando llega la noche, no he sido capaz de hacer nada más que lo que suelo hacer cada día.
   Esto afecta especialmente a la lectura. La habilidad para devorar libros que me ha acompañado toda la vida parece haberse esfumado sin que me haya dado cuenta, y veo como los libros se apilan en la mesa sin ser capaz de aligerar su torre. Y creedme, esto ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, que es lo más terrorífico de todo.
   Posiblemente, todo esto sea "ley de vida"; posiblemente, sea falta de habilidad por mi parte para gestionar las horas; posiblemente, necesite un curso del tan "manoseado" y "aclamado" Mindfulness que me ayude a ser más ¿provechosa? Sinceramente, no lo sé, pero os aseguro que el estrés y la fatiga padecidos hasta ahora por intentar llegar a la meta cargada de actividades "extraescolares" han llegado a su fin. Se terminó el sentimiento de culpa por no poder leer más allá de dos o tres libros al mes, y esa "angustia vital" por no tener nada de lo que escribir en el blog al final de la semana; se acabó esa pesadumbre eterna por no verme capaz de participar en retos o sorteos. C'est fini.
   A partir de ahora pienso "masticar" cada página del libro que tenga entre manos, tarde lo que tarde, sin remordimientos, porque la lectura no es un maratón para acumular títulos en un tiempo récord, sino una experiencia personal de cada lector, independientemente del tiempo recorrido. A partir de ahora, voy a "intentar" pasear al trote en vez de al galope, aunque el resto me adelante como si viajase en el AVE. A partir de ahora, me sentaré a escribir con calma, cuando tenga cosas que decir, sin importar la fecha de la última entrada, y sin necesidad de borrar una y otra vez lo que escribo o anularlo directamente porque ni yo misma percibo el mensaje.


   
   En fin, todo esto no es más que una explicación de mi falta de entradas "libreriles" o, quizás, una justificación de  mi falta de "apariciones "blogueriles" y de la acumulación de notas en la cabeza y en la libreta sobre esos últimos libros leídos y aún no reseñados. Libros más o menos afortunados pero siempre útiles. Esa La guerra de las dos rosas. Tormenta, de Conn Iggulden, que me dejó más frío que calor. O Le jardin des lumières, de Amin Maalouf, siempre sorprendente. O la que ahora mismo tengo entre las manos, La casa de vapor, de Julio Verne, que quisiera terminar (sin presión) lo antes posible para seguir con la que llevé en la maleta estos días de playa, El inicio de la primavera, de Penelope Fiztgerald, que tan sorprendida me está dejando.
   En resumen, pienso caminar tranquilamente por lo que leo para ser capaz de saborearlo y retenerlo mucho más de lo que lo he hecho hasta ahora. Pienso mirar la torre de libros acumulados con emoción ante la posibilidad de elegir una nueva lectura y no con angustia por el número de ejemplares. Me acercaré al ordenador para escribir con ganas lo que tenga revoloteando por la mente, sin la presión de una fecha o del tiempo transcurrido. Solo espero que sigáis ahí cada vez que vuelva y que no se os acabe la paciencia de asomaros a ver si realmente he vuelto. Yo ya os doy las gracias de antemano.
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