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jueves, 22 de mayo de 2014

Cuando las bibliotecas hacen regalos

Foto tomada de www.vanguardia.com
Para quienes amamos los libros, incluso independientemente de su contenido, una biblioteca es como el Paraíso: un lugar mágico en el que vivir feliz eternamente. Dicho así suena exagerado y hasta estrafalario, pero cuando adoras acariciar sus tapas, oler sus páginas o averiguar sus orígenes, el lugar en el que habitan es el lugar de tus sueños. Eso es para mí cualquier biblioteca que cuide y conserve, no solo ideas, pensamientos o sentimientos surgidos a lo largo de los siglos, sino también la manera en que los han "empaquetado". Igualmente, cuando una de esas bibliotecas nos deja acceder a sus entrañas, nos hace el mayor de los regalos.
   Por eso, cuando he leído en el ABC.es la noticia sobre la Biblioteca Británica y los 1.000 manuscritos que ha incluido en su página web para su consulta, se me ha escapado una lagrimita de emoción. No se trata solamente de disponer de los textos de grandes autores, sino de acceder a sus propias manos, de ver sus palabras manuscritas, sus primeros impulsos creadores. ¡Qué emoción!
Foto tomada de Discovering Literature
   La función de este proyecto es que los estudiantes se sientan atraídos por sus clásicos; que se despierte en ellos el interés y la curiosidad por la literatura de los grandes autores británicos. A través del portal Discovering literature, se pretende que los profesores tengan otra herramienta más de trabajo.
   Yo no puedo imaginar lo que hubiera hecho si, con diez años, hubiera podido leer las primeras líneas de Jane Eyre salidas de las manos de Charlotte Brönte. Con lo impresionable y romántica que era yo en esos momentos, me hubiera parecido el colmo de la emoción. Pero, incluso ahora, creo que sentiría la misma emoción al leer el prólogo de Oliver Twits o las anotaciones hechas por William Blake en una de sus libretas. Y es que el corazón y la escritura se conectan más directamente a través de la mano que a través de las teclas, y yo sé que me conectaría mucho más contemplando las diferentes escrituras de los maestros. ¿Vosotros no?

miércoles, 8 de enero de 2014

Los sueños

En  estos días que acaban de dejarnos, en los que tanto se habla de sueños, de magia, de ilusiones, me gusta imaginar como sería mi vida si se cumplieran esos sueños. Os aseguro que no habría ni diamantes, ni abrigos de visón, ni coches deportivos, ni actores de Hollywood a mi lado (bueno, mentira, alguno sí que habría, jeje). Habría libros, muchos libros, y serían todos míos. 
Foto de Lara Swimmer
   Hace ya bastante tiempo que leí una noticia en la prensa que me hizo pensar en esa magia de la que hablaba al principio. La noticia era tan sorprendente que solo podía ser un milagro: un antiguo centro comercial, cerrado a causa de la crisis, se convertía en una biblioteca pública, y lo más sorprendente de todo era que había sido una idea llevada a cabo por un ayuntamiento. Sí, sí, como lo oís. El ayuntamiento de McAllen, en Texas, una ciudad de 130.000 habitantes, decidió aprovechar el enorme espacio de un antiguo centro comercial para crear una biblioteca pública con numerosos servicios y una amplia zona para actividades culturales. ¿No os parece un sueño? Se encargó, a un estudio de arquitectura, un proyecto lo más económico posible y los responsables decidieron ocuparse, sobre todo, del acondicionamiento del edificio para crear espacios útiles, con algo de cristal por aquí y un poco de yeso por allá, que diera lugar a un gran centro donde poder llevar a cabo distintas actividades. 
Foto de Lara Swimmer
   Si hoy en día pueden ocurrir cosas como estas, aunque sea en un país lejano llamado Estados Unidos, ¿por qué no podemos imaginar todo lo que queramos? ¿Por qué no soñar lo inimaginable?
   Por ejemplo, a mí me gusta imaginar que un gran aristócrata, a quien alguien le ha hablado de mí, decide que ya va siendo hora de poner en orden los papeles familiares y, sobre todo, reorganizar la gran biblioteca de una de las mansiones de la familia, situada en un sitio tan maravilloso como la colección de libros que guarda. Entonces, se pone en contacto conmigo, yo acepto el trabajo y, en un abrir y cerrar de ojos, me veo rodeada de grandes estanterías de madera repletas de libros increíbles, todos para mí, para catalogar y clasificar. Y por si esto fuera poco, entre ese mundo de libros olvidados y mal organizados, descubro una auténtica joya bibliográfica que me pone los pelos de punta y me hace perder la respiración. Y no me pongáis esa cara; este sueño mío es tan increíble como montar una biblioteca pública en un antiguo centro comercial, no me digáis que no.
   Así que, voy a seguir soñando con grandes bibliotecas, con miles de personas aficionadas a ellas y con instituciones políticas dispuestas a levantarlas. ¿Por qué no?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano

Desde que era una niña, uno de los mundos que más me ha hecho soñar ha sido el de las bibliotecas. Mi madre siempre me contaba historias de cuando ella ayudaba a su amiga, la bibliotecaria municipal, a colocar libros, hacer fichas, comprobar albaranes. Para mí era un sueño. Desde entonces, he intentado por todos los medios no apartarme de ellas.
   Para mí, las bibliotecas son el futuro y el pasado. Contienen todo nuestro saber y, por eso mismo, son imprescindibles para avanzar y progresar. Si echamos un vistazo a las grandes civilizaciones que ha habido a lo largo de la historia, todas han ido acompañadas de grandes bibliotecas, cuidadas, bien organizadas, increíbles. Por eso, cuando hace unos días conocí la existencia de la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano, cuyo portal se hizo público en septiembre de 2012, entré rápidamente a la página para ver de que se trataba. Os recomiendo que os paséis por ahí.
   Este proyecto trata de unificar los fondos de las bibliotecas nacionales de Iberoamérica con la intención de difundir su patrimonio bibliográfico a través de la red. ¿Os imagináis la riqueza a la que se podría tener acceso? Manuscritos, mapas, fotografías, dibujos, prensa, libros, por supuesto. Aunque mi verdadero sueño sería visitar todas ellas físicamente, oler, ver y tocar todos sus fondos (imposible, ya lo sé ¡snif!), la idea de poner a disposición de los usuarios esos tesoros me emocionó. La sencillez de su página me pareció un acierto; cualquier cosa para facilitar el moverse por ella. Sus cuatro grandes colecciones: Geografía y viajes; Música, Prensa y revistas, y Cuentos y leyendas, encierran todo un mundo de aventuras, de arte, de conocimientos, de vidas pasadas, provenientes de miles de países diferentes con un montón de cosas que contar y enseñar.

   En mi larga historia de cursos, másteres y demás, me moría de cochina envidia cuando veía el funcionamiento de las bibliotecas de Estados Unidos, incluso hasta en el pueblecito más modesto. Ni que decir ya de la Biblioteca del Congreso, ¡claro está! Estábamos a años luz de aquellas bibliotecas, de sus servicios de difusión, de las facilidades de acceso, de la informatización de sus fondos. Así que cuando supe de este proyecto y entré en su página, se me escapó una lagrimilla de emoción. ¿Empezábamos a despegar? ¿Crecerá y se desarrollará a lo grande, como requiere este proyecto y tendrá el apoyo que necesita? Espero que sí porque, sinceramente, creo que hay pocos lugares del mundo que puedan reunir la riqueza cultural que se encuentra en el mundo iberoamericano. Y ahora, lo más importante, que sea un lugar activo, vivo y muy, muy usado. ¡Larga vida a la BDPI! ¿Me haréis caso y os pasaréis por ahí?

martes, 18 de junio de 2013

La biblioteca sin libros


Según un artículo publicado por la BBC en su página web, es posible crear una biblioteca que no tenga libros. Se llama BiblioTech y se inaugurará este verano en Texas, Estados Unidos, más concretamente en San Antonio, para dar servicio a los barrios más poblados del extrarradio de la ciudad. Dispondrá de 100 libros electrónicos que también se podrán consultar desde casa y "docenas de pantallas donde el público podrá buscar, estudiar y aprender habilidades digitales".
    Las ventajas de este sistema para gente que no tiene fácil acceso a una biblioteca pública tradicional son enormes. La ayuda que puede prestar a estos usuarios, la comodidad y facilidad de acceso a la información son indudables. Pero, y es que siempre hay un "pero", ¿quiere esto decir que se acabaron las bibliotecas al uso? ¿Seremos tan "tecnológicos" que ya ni nos molestaremos en ir a una biblioteca, recorrer sus estanterías, consultar sus ficheros? ¿Llegará un momento en que desaparecerá el edificio físico para dejar paso a una dirección de Internet a la que conectarse? Solo de pensarlo me dan escalofríos. Es evidente que eso sería comodíiiiiiiisimo, no lo pongo en duda. Difundiría la información como el rayo, no lo niego. El acceso a la información sería verdaderamente universal. Pero, ¿podéis imaginar algo más frío y más solitario? Me resulta muy difícil imaginarlo.

   Cuando entro en una biblioteca, el primer impacto me lo producen las hileras de estanterías llenas de libros de todos los colores, tamaños y formas. Es lo que más me gusta: verme rodeada de ejemplares de todo tipo. Me gusta recorrer sus pasillos y pasar el dedo por el lomo de algunos de ellos, poder cogerlo, ojearlo, tocarlo. A veces, encontrar el rastro de alguien que lo consultó antes que yo. Seguro que no es la primera vez que os habéis encontrado, entre las hojas de un libro, alguna nota escrita a boli por el anterior lector sobre algo que le interesó de ese libro. Eso jamás pasará en Internet.
   Podéis llamarme romántica, antigua, pasada de moda, lo que os de la gana, seguro que tenéis razón, pero sigo pensando que una no tiene por qué sustituir a la otra. Estoy de acuerdo en que el valor de esa "biblioteca SIN libros" es enorme pero sin dejar de ocuparnos de la "biblioteca CON libros". No caigamos en el error de destruir una para engrandecer la otra. Son perfectamente compatibles .

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