Desde que era una niña, uno de los mundos que más me ha hecho soñar ha sido el de las bibliotecas. Mi madre siempre me contaba historias de cuando ella ayudaba a su amiga, la bibliotecaria municipal, a colocar libros, hacer fichas, comprobar albaranes. Para mí era un sueño. Desde entonces, he intentado por todos los medios no apartarme de ellas.
Para mí, las bibliotecas son el futuro y el pasado. Contienen todo nuestro saber y, por eso mismo, son imprescindibles para avanzar y progresar. Si echamos un vistazo a las grandes civilizaciones que ha habido a lo largo de la historia, todas han ido acompañadas de grandes bibliotecas, cuidadas, bien organizadas, increíbles. Por eso, cuando hace unos días conocí la existencia de la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano, cuyo portal se hizo público en septiembre de 2012, entré rápidamente a la página para ver de que se trataba. Os recomiendo que os paséis por ahí.
Este proyecto trata de unificar los fondos de las bibliotecas nacionales de Iberoamérica con la intención de difundir su patrimonio bibliográfico a través de la red. ¿Os imagináis la riqueza a la que se podría tener acceso? Manuscritos, mapas, fotografías, dibujos, prensa, libros, por supuesto. Aunque mi verdadero sueño sería visitar todas ellas físicamente, oler, ver y tocar todos sus fondos (imposible, ya lo sé ¡snif!), la idea de poner a disposición de los usuarios esos tesoros me emocionó. La sencillez de su página me pareció un acierto; cualquier cosa para facilitar el moverse por ella. Sus cuatro grandes colecciones: Geografía y viajes; Música, Prensa y revistas, y Cuentos y leyendas, encierran todo un mundo de aventuras, de arte, de conocimientos, de vidas pasadas, provenientes de miles de países diferentes con un montón de cosas que contar y enseñar.

En mi larga historia de cursos, másteres y demás, me moría de cochina envidia cuando veía el funcionamiento de las bibliotecas de Estados Unidos, incluso hasta en el pueblecito más modesto. Ni que decir ya de la Biblioteca del Congreso, ¡claro está! Estábamos a años luz de aquellas bibliotecas, de sus servicios de difusión, de las facilidades de acceso, de la informatización de sus fondos. Así que cuando supe de este proyecto y entré en su página, se me escapó una lagrimilla de emoción. ¿Empezábamos a despegar? ¿Crecerá y se desarrollará a lo grande, como requiere este proyecto y tendrá el apoyo que necesita? Espero que sí porque, sinceramente, creo que hay pocos lugares del mundo que puedan reunir la riqueza cultural que se encuentra en el mundo iberoamericano. Y ahora, lo más importante, que sea un lugar activo, vivo y muy, muy usado. ¡Larga vida a la BDPI! ¿Me haréis caso y os pasaréis por ahí?