domingo, 25 de enero de 2015

Hanibal, Publio C. Scipion y...

... Santiago Posteguillo. Imposible resistirme.
   Repasaba con el dedo mi lista de libros electrónicos pendientes; los de papel se habían agotado de momento, hasta que fuera de nuevo por casa de mi proveedora oficial o me diera un paseito por unas cuantas librerías. De repente, mi dedo se paró en Africanus, el hijo del cónsul, un pequeño niño romano entre un grupo de soldados y bajo un apellido: Posteguillo. Ya estaba decidido: historia de Roma, de Hispania, del mundo.
   Mi experiencia anterior con este escritor me despertaba esas cosquillas de "ganas de empezar" que entran cuando estás casi segura del éxito de la lectura. Mis necesidades literarias en esos momentos eran exclusivamente de diversión y entretenimiento, pero también sabía que aprendería muchísimo con la excelente documentación de los libros de este autor, y podría desempolvar lo poco que quedara en mi cabeza de mis años de carrera.
   Empecé a leer. Y empecé a caer en las redes de ese lenguaje tan visual del escritor, de esa forma tan plástica de presentarte las escenas, que te hacen "mirar" la historia como si estuvieras en el cine. Su forma de escribir está cargada de sentimiento, de vida; me transmite fuerza, me hace entrar de lleno en la historia.
   Así conocí al joven Hanibal y al pequeño Publio Cornelio Scipion, metiéndome en sus casas, en medio de las conversaciones con sus padres, tíos y hermanos, en sus vidas y viendo como les unía el destino. Acompañé a Hanibal cuando perdió a su padre luchando contra las tribus iberas de la península y, más tarde, cuando conquistaba Sagunto. Me di una vueltecita por la domus de los Escipiones, empezando por el impluvium y terminando por el tablinium, y luego me empapé bien de toda la preparación militar del pequeño Publio por cuenta de su tío Cneo. Vi forjarse una guerra por la simple ambición de algunos políticos, la lucha de los habitantes de Sagunto por sobrevivir a la conquista de los cartagineses.
   Vi como se forjaba la venganza en la cabeza de Hanibal, sus ideas de conquistar Roma, su paso a través de media Europa hasta cruzar los Alpes, no solo con un enorme ejército, sino también con un buen puñado de elefantes, y sentí la fuerza, el carácter y la inteligencia del hombre que estuvo a punto de destruir el imperio romano.
 
   Vi como el pequeño Publio se enamoraba, como iba a la guerra por primera vez, salvaba la vida de su padre, conseguía el respeto del que sería su amigo de por vida y se forjaba, poco a poco, como el hombre capaz de hacer frente al indestructible Hanibal.
   Me ha vuelto a asombrar la habilidad de Santiago Posteguillo para tenerme pendiente de cosas que, en situaciones normales, no hubiera dudado en leer en diagonal: el asalto a una ciudad, la organización de las tropas en el campo de batalla, los asedios. Él ha cogido los antiguos textos que narran estos años de historia, las leyendas escritas por los cronistas del momento, los cantos de los literatos antiguos, y les ha dado vida y les ha dotado de realismo y les ha convertido en un genial relato que pasa ante nosotros con la misma fuerza de una película. 
   Los personajes son tan reales, el mundo en el que se mueven tan auténtico, que he vivido con ellos cada paso que han dado y meditado, sus dudas y sus miedos. He conocido a sus familias y a sus amigos, a sus soldados al mando y a sus enemigos más acérrimos. Les he acompañado al teatro y a las reuniones del senado; a los encuentros con los jefes de las tribus conquistadas y a las reuniones con los generales antes de la batalla. He asistido a sus miedos y a sus dudas, pero también a su seguridad casi irracional, cuando parecía que todo estaba en su contra.
   
Cartago Nova
En fin, que no me he aburrido en absoluto, hasta el punto de que el final me llegó de repente sin que tuviera la más mínima pista de que aquello se acababa. En un libro con hojas y pastas, mi dedo suele ir marcándome el final, sujetando las últimas páginas que me quedan aún por consumir, pero en un libro electrónico, no hay dedo que valga, hay una fría y delgada línea en la parte inferior que a veces aparece y a veces no, y que marca la marcha de la lectura, y a la que no hago ningún caso, dicho sea de paso.
   Y de esta forma, otra vez más, Santiago Posteguillo me ha hecho disfrutar de sus 720 páginas casi sin darme cuenta, sin más ambición que la de pasar un buen rato, sin pretensiones de sacudir conciencias o despertar almas, simplemente ofreciéndome un viaje a un mundo que existió hace mucho tiempo, lleno de manipulaciones políticas, sobornos y traiciones. Me ha mostrado sus ceremonias sociales y sus rituales bélicos y me ha entretenido de lo lindo, a la vez que me enseñaba como podría haber sido la vida de aquellos que crearon los cimientos sobre los que vivo yo hoy.
   Lógicamente, no me queda de otra que seguir con la trilogía de Escipión, no sé si ahora o más adelante, pero seguir.

domingo, 18 de enero de 2015

Sorpresas

Siempre es agradable encontrarse con un sorpresa, si es grata, claro está. Últimamente, mis clases de francés no solo me enseñan el passé composé, también me están presentado pequeñas historias llenas de ternura y de encanto. Primero fueron Les fleurs du Corán; ahora, 35 kilos d'espoir
  Tengo que ir descifrando, poco a poco, el mensaje, porque aún me queda mucho por aprender, de hecho, estoy aprendiendo a leer de nuevo, despacio, palabra por palabra; es toda una iniciación.
   Esta nueva historia que se va desvelando paso a paso me habla de un chico apasionado por el bricolaje, pero un infant terrible en el colegio. Lo detesta de tal forma que ya no recuerda las veces que ha repetido curso, solo recuerda los sentimientos de plenitud que siente mientras se esconde en la caseta de su abuelo y fabrica cosas con sus manos. ¿Por qué no puede dedicarse a esto?
Esta harto de ver discutir a sus padres usándolo a él como escusa. No quiere ver cómo se alejan, cada vez más, en esas eternas vacaciones que, sin embargo, se acaban de golpe cuando apenas ha llegado a casa de sus abuelos. Solo soporta los consejos del abuelo Leo sobre su futuro:
"... si usaras toda la energía de tu odio al colegio en formarte para hacer lo que de verdad te gusta, sería tan feliz, podrías lograr lo que te propusieras". 
   Qué maravillosas conversaciones entre los dos, llenas de ingenio y de ironía.
   Pero, a pesar de todo esto, en la mente de Gregoire se agolpan solamente pesadillas sobre el aburrimiento infinito de las clases; los recuerdos sobre la única profesora que le ha hecho sentir interés, cuando estaba en preescolar; la estupidez de algunos compañeros. ¿Sería capaz, realmente, de terminar primaria y dedicarse a lo que le gustaba de verdad? Siguen sonando en su cabeza los consejos de Gran Leon: 
"¡No tiene sentido! Abandonar desde el principio para repetir después. ¡Bravo! ¡Vaya plan! Te felicito. Te diré una cosa, amiguito: es más fácil ser desgraciado que feliz y a mi no me gusta la gente que elige lo fácil, no me gustan los quejicas. ¡Sé feliz, mierda! Y haz lo que haga falta para conseguirlo".
   Los pensamientos de Gregoire y los consejos de Grand Leon, con ese lenguaje que me hace aprender expresiones cotidianas, un lenguaje coloquial, cercano, reflejan esa relación tan especial que existe entre los abuelos y sus nietos. Esa es la base de esta historia: el amor entre ellos, tan grande, que les ayuda, a los dos, a cambiar su destino. 
   Gregoire es consciente de que necesitaba hacer feliz a la persona que más quería en el mundo, por eso, la publicidad sobre aquella escuela de formación le quemaba entre las manos. Tendría que estudiar mucho para permanecer allí, al menos tres años estudiando, pero no quería defraudar más a Gran Leon. Los ojos como platos de sus padres, el examen y entrevista de ingreso en el instituto técnico de Grand-champs, su penosa formación en matemáticas, le parecían obstáculos insalvables, pero la voz de su abuelo resonando aún en los oídos le empujaban a escribir su carta de presentación: 
"... Creo que hay más cosas en la vida que las notas. Creo que está también la motivación. (...) Es allí donde yo seré feliz. No estoy demasiado gordo. Peso 35 kilos de esperanza".
   Sin embargo, la alegría de su admisión, el orgullo que ve en los ojos de su padre se mezclan con la repentina enfermedad de su abuelo que, sin embargo, le empujará a esforzarse como nunca. ¿Volverá a verlo de nuevo? ¿Volverá a recibir sus consejos mezclados con esas pequeñas regañinas? Eso es algo que todavía tengo que desentrañar.

domingo, 11 de enero de 2015

Y me visitaron...

Mucho antes de que los Reyes Magos se pasaran por mi balcón, yo ya había tenido la visita de varios libros que llegaron a través de mi correo. Sus autores fueron tan amables que se acordaron de mi blog para ofrecérmelos. Tal y como andaba y anda mi vida: revuelta, saturada y siempre con prisa, les prometí presentarlos en mi blog, pero me era imposible comprometerme en su lectura, al menos no de momento. No os voy a engañar, alguno hay al que le he echado el ojo y que leeré tarde o temprano; algún otro, sin embargo, dado este frenesí que me acompaña últimamente, no sé si caerá en mis manos alguna vez. Pero todo se verá. De momento, os los presento para que también vosotros los conozcáis, si no los conocéis ya, y podáis incluirlos en vuestras listas de lectura, si os apetece. Ahí van:
   El sexto evangelio, de José Luis Caramés Lages. Este escritor de La Coruña, licenciado y doctor en Filosofía y Letras, cuenta ya con seis novelas en su haber y con varios premios, entre ellos, uno concedido precisamente a esta novela, el "Premio Internacional Academia del Hispanismo de Creación Literaria Biblioteca Génesis". Según el propio José Luis:
"Intrigas, sospechas, deseos ocultos, sentimientos… son ingredientes fundamentales en esta novela arrolladora que no dejará a nadie indiferente". 
   ¿El argumento? Un congreso internacional en la Universidad de Cambridge en el que se va a presentar un nuevo manuscrito hallado hace poco, el sexto evangelio, ante expertos de todo el mundo. Entre ellos, destacan siete congresistas, protagonistas de esta novela, cada uno con sus propios intereses en el manuscrito que contiene las tres visiones sobre el futuro del mundo revelados por el diablo a Jesús durante su ayuno en el desierto, y que Este le hizo escribir al apóstol San Andrés. ¿Quién no querría conseguirlo a toda costa? Los países más poderosos del mundo, los intelectuales de todas las culturas están dispuestos a conseguirlo como sea, para copiarlo, robarlo e incluso destruirlo.
¿Queréis saber más? Aquí os dejo estas direcciones:
El sitio web del autor: http://carameslage.com/ y el enlace para adquirirlo: www.academiaeditorial.com/colecciones/biblioteca-genesis/el-sexto-evangelio/

   Jardiel, la risa inteligente, de Enrique Gallud Jardiel fue mi segunda visita. Fue muy agradable recibir un correo del nieto del gran Jardiel Poncela, acompañado de un libro sobre la vida de su abuelo. ¿Quién no ha disfrutado con sus obras, con ese ingenio que desprendían? Su vida no podía ser para nada aburrida y saber más sobre él fue algo que me hizo colocar el libro en un lugar preferente en esa enorme lista de la que voy tachando los pocos logros que consigo. Sé que, cuando caiga en mis manos, disfrutaré del material de primera mano que me ofrece Enrique Gallud: textos inéditos, correspondencia personal, manuscritos e incluso material gráfico que no se ha divulgado hasta el momento. ¿Quién mejor que su nieto para presentárlo? Aquí os dejo, también, la página web de Enrique donde podremos encontrar todo lo que necesitemos: 
http://enriquegallud.blogspot.com.es/

   Después llegó Mamen Gallardo y su libro Encrucijadas. En su blog 1ª persona femenino/singular, la autora nos cuenta, casi con timidez, cómo surgió este libro, cuál es su historia y como empezó a calar en los lectores que lo leían. ¿Cómo lo describe su autora? De esta forma: 
"¿Qué pasa cuando te das cuenta de que tus convicciones son fruto de la ilusión, del miedo o de la inercia? Ficción contemporánea, intriga política y un toque erótico". 
   No está nada mal, ¿verdad? Pues aquí tenéis la dirección donde conseguirlo: www.amazon.es/ENCRUCIJADAS-Mamen-Gargallo-Guil-ebook/dp/B009991H5A.
Su booktrailer: (http://vimeo.com/115381696).

   Y por último, la noche del 5 de enero, dos libros más aparecieron sobre mis zapatos. Uno había tenido la suerte de que lo disfrutaran muchas manos, era evidente; sus hojas habían pasado, una y otra vez, de un lado a otro, gracias a muchos dedos, solo había que ver la cara del rey mago a quien se lo pedí un día que me lo encontré sentado en un banco de madera, en plena calle, un mago lleno de arrugas y un poco de pena por desprenderse de aquel "amigo" del que parecía conocer toda su historia. Sin embargo, me lo cedió amablemente dejándolo en mi balcón. El otro estaba nuevecito y me daba la oportunidad de empezar yo con esa historia, de ser la primera en pasar sus páginas, en vivirlas, en darles el carácter de los libros que han sido disfrutados; era toda una aventura.
   Nada puede ser mejor que empezar el año rodeada de todos estos invitados, ¿no os parece? Feliz domingo.

domingo, 4 de enero de 2015

Capítulos L a LII: Hasta pronto don Quijote

Yo siempre con retraso, siempre corriendo para, al final, llegar tarde. Porque, estos capítulos con los que termina esta andadura de nuestro hidalgo y su escudero deberían haber quedado "finiquitados" con el año que se ha ido. Sin embargo, pensándolo bien, es una excelente manera de dejaros un regalo de reyes y de despedir las navidades de este 2014 que me ha dejado tantas cosas buenas en este blog. Por una vez, mis retrasos, mi falta de tiempo y mis prisas me van a dar la oportunidad de cerrar la Navidad de la mano de uno de los personajes que más he disfrutado en mis años de lectora.
   En estos capítulos, don Miguel nos resume lo que representan estos dos, entre locos razonamientos de uno y ciega lealtad del otro, entre una última aventura para don Quijote y una última historia intercalada, y entre alabanzas y descalificaciones de los libros de caballerías. Se cierra el ciclo como empezó, pero con ellos mucho más amigos, mucho más unidos y mucho más parecidos.
   Empezamos con nuestro hidalgo, aún "encantado" en su jaula, discutiendo con el canónigo sobre las maravillas y verdades que encierran estos libros:
"-¡Bueno está eso! -respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, (...), ¿habían de ser mentira?; y más llevando tanta apariencia de verdad (...)".
   Después, mientras el último se admira de la falta de juicio de don Quijote, don Miguel nos obsequia con una última historia intercalada de la mano de un cabrero que corre tras su cabra "fugitiva" y que termina hablándoles de sus desamores con una tal Leandra, una joven algo "casquivana" que se deja engatusar por la labia de un tunante que le quita todo lo que puede menos la honra:
"Duro se nos hizo de creer la continencia del mozo, pero ella lo afirmó con tantas veras, que fueron parte para que el desconsolado padre se consolase, no haciendo cuenta de las riquezas que le llevaban". 
   Quien no se consuela es porque no quiere, dice el refrán. Y, claro está, los enamorados que tenía la dama, no podían por menos que echarse al monte a cuidar cabras, después de verla encerrada en un convento, tan de moda en aquella época.
   ¿Qué quedaba, entonces, para poner el broche final a esta primera parte? Una nueva aventura de nuestro caballero: la de los "deceplinantes". Pero antes, para no perder las buenas costumbres, don Quijote se lía a guantazo limpio con el cabrero por llamarle "menguado" de entendederas y por responderle él:
"-Sois un grandísimo bellaco -dijo a esta sazón don Quijote-; y vos sois el vacío y el menguado, que yo estoy más lleno que jamás lo estuvo la muy hideputa puta que os parió". ¡Qué boquita se nos gasta, a veces, nuestro caballero!
   Mamporro va, mamporro viene (Sancho de por medio intentando defender a su señor), don Quijote ve aparecer una procesión de disciplinantes que portaban la imagen de una virgen y rogaban por que Dios les enviara lluvia. Aquello olía a aventura de las buenas y, quitándose de encima al cabrero, se lanzó a la aventura porque aquella panda de "follones y descomedidos malandrines" llevaban prisionera a la dama enlutada que portaban a hombros:
"Agora, valerosa compañía, veredes cuánto importa que haya en el mundo caballeros que profesen la orden de la andante caballería; agora digo que veredes, en la libertad de aquella buena señora que allí va cautiva, si se han de estimar los caballeros andantes".
"-¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho, que le incitan a ir contra nuestra fe católica?". Buena pregunta, Sancho.
   Evidentemente, todo terminó a golpe limpio: que si sois unos sinvergüenzas, que si estás como un cencerro, que si eso no me lo dices en la calle, que si te meto un mamporro que te vas a enterar, etc., lo normal ¡Vaya!
   Y, entonces, surge del corazón de Sancho, la lealtad más profunda y también el cariño, cuando cree que su señor don Quijote ha muerto:
"-¡Oh flor de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera de tus tan bien gastados años! ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda la Mancha, y aun de todo el mundo, el cual, faltando tú en él, quedará lleno de malhechores, sin temor de ser castigados de sus malas fechorías! ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros, pues por solos ocho meses de servicio me tenías dada la mejor ínsula que el mar ciñe y rodea! ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede!"
   Y así les dejo, emocionados, molidos y deseando llegar a su aldea, donde, por fin, podrán descansar de tantas aventuras y prepararse para otras nuevas, porque tal caballero andante no podía dejar a los menesterosos mucho tiempo desvalidos.
   Hasta la próxima, valeroso don Quijote de la Mancha, Caballero de la Triste Figura. Hasta pronto, Sancho Panza. Os voy a echar de menos.

P.D.: Gracias Laky por organizar este reto, porque me empujaste a releer uno de mis clásicos favoritos. Un abrazo.
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