jueves, 31 de julio de 2014

Dónde leer hoy. El mar

La paz era casi absoluta. De vez en cuando llegaba el ruido de las olas que, a esas horas de la tarde, siempre es más fuerte de lo habitual. Con los pies llenos de arena, después de un largo paseo por la orilla, y las manos manchadas de restos de conchas y de más arena aún que los pies, solo quería sentarme y sentir el frescor del aire y el murmullo del mar. Solo así sería capaz de zambullirme completamente en Estambul
   El Mediterráneo tiene la virtud de unir unas ciudades con otras a través del ir y venir de las olas. ¿Por qué esta agua no podía ser la misma que, quién sabe cuándo, había mojado el Cuerno de Oro? Estaba segura de que Orhan Pamuk había mirado las mismas crestas blancas que estaba viendo yo en ese momento y había sentido el mismo aroma del agua llena de vida que recorre la costa "de Algeciras a Estambul" desde el principio de los tiempos; estaba segura.
   Ya había conseguido sacudirme la arena y la sal de las manos, ya tenía Estambul fuertemente sujeta entre los dedos, había conectado el modo "sonido ambiente" para acompañar la lectura y había estirado mis piernas cansadas de la caminata, dispuesta a dejarme arrastrar por el paseo del autor por su vieja casa familiar, a pasear con él por los álbumes de fotos familiares y, quizás más adelante, a acercarnos al Bósforo a mirar de cerca ese mar inmenso y ancestral, lleno de culturas diferentes, pero parecidas.
   ¡Silencio! Al parecer nos hemos quedado solos Pamuk y yo y el Mediterráneo. Si nos disculpáis...

lunes, 28 de julio de 2014

Capítulo XXIX: Y se transformó en la princesa Micomicona

Porque la famosa frase "la imaginación al poder" nació en este capítulo: no se puede inventar más y más rápido con tal de conseguir un objetivo.
   La señor Dorotea, ya descubierta por Cardenio, se ofrece amablemente a ayudar al cura y al barbero para que devuelvan a don Quijote a su "nido" ya que, a cambio, ellos se ofrecen a ayudar a los desdichados amantes a buscar una solución para sus males.
   Así es como surge la princesa Micomicona, dueña del reino de Micomicón (¿para qué complicarse la vida?), allá por Guinea, quien viene en busca de don Quijote para que la salve de un gigante malvado. ¿Qué historia mejor podría engañar a don Quijote para hacerle regresar a su aldea? Bueno, a nuestro caballero y a su escudero, que también se traga el bulo, encantado de que su amo se pueda casar con esta princesa y así él pueda estar más cerca de conseguir una ínsula; en fin, tal para cual.
"Dichosa buscada y dichoso hallazgo --dijo a esta sazón Sancho Panza--, y más si mi amo es tan venturoso que desfaga ese agravio, y enderece ese tuerto matando a ese hideputa de ese gigante (...), si ya no fuese fantasma, que contra los fantasmas no tiene mi señor poder alguno. Pero una cosa quiero suplicar a vuestra merced entre otras, señor licenciado, y es porque a mi amo no le tome gana de ser arzobispo, que es lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta princesa, y así quedará imposibilitado de recibir órdenes arzobispales, y vendrá con facilidad a su imperio, y yo al fin de mis deseos: que yo he mirado bien en ello, y hallo por mi cuenta que no me está bien que mi amo sea arzobispo, porque yo soy inútil para la Iglesia, pues soy casado (...)"

   El caso es que el barbero se disfraza de escudero, con una barba postiza que pierde  por la coz de una mula:
"Vive Dios, que es gran milagro éste; las barbas le ha derribado y arrancado del rostro como si las quitara a posta".
   Dorotea se transforma en la susodicha princesa y domina el lenguaje caballeresco como si fuera su lingua mater:
"De aquí no me levantaré, oh valeroso y esforzado caballero, fasta que la vuestra bondad y cortesía me otorgue un don, el cual redundará en honra y prez de vuestra persona, y en pro de la más desconsolada y agraviada doncella que el sol ha visto"

   Cardenio y el cura también se inventan su historia particular para poder añadirse a la comitiva que regresa de vuelta a la aldea:
"(...) y pasando ayer por estos lugares, nos salieron al encuentro cuatro salteadores, y nos quitaron hasta las barbas, (...), y aún a este mancebo que aquí va (señalando a Cardenio) le pusieron como de nuevo; y es lo bueno que es pública fama por estos contornos, que los que nos saltearon son de unos galeotes que dicen que libertó casi en este mismo sitio un hombre tan valiente, que a pesar del comisario y de las guardas, los soltó a todos; y sin duda alguna él debía estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas, (...)"
   Y todos y cada uno, excepto nuestros queridos don Quijote y Sancho, vigilantes de no meter la pata en la historia que han urdido. Y así les dejamos, en amor y compaña hasta el siguiente capítulo.

domingo, 27 de julio de 2014

Todo lo que puede encerrar el Tibet

Este libro se cruzó conmigo varias veces a lo largo del invierno. Me lo encontré reseñado en varios blogs y me hablaron de él algunos amigos. Sabía que tarde o temprano terminaría poniéndole las manos encima, pero, como ya he dicho muchas veces, creo que son los libros los que me eligen a mí y no al revés, aunque en ocasiones parezca lo contrario. Así que, solamente cuando él quiso, se me presentó la oportunidad de hacerme con él, casi sin poder evitarlo, pero esa es otra historia.
   A estas alturas, seguro que la mayoría de vosotros ya conoce la historia del pequeño Thupten, de lo que le sucede a su familia y a su hermano Chögyam, la manera en la que se queda completamente solo y cómo debe hacer frente al tiempo pasado con el proscrito Wangchuk; cómo su vida se cruza con la del lama Lobsang y el monje Dorjee, cuando estos van en busca de la reencarnación del último karmapa, fallecido ya hace seis años.
   Empecé a leer la novela con ganas. El último karmapa estaba a punto de dejar este mundo y se despedía de sus fieles. Este comienzo ya me enseñaba cosas desconocidas para mí sobre el budismo, con el mismo ritmo pausado y tranquilo que yo relacionaba con esta religión y con un lenguaje claro y ligero. De repente, la historia cambiaba de escenario, me llevaba a una pequeña aldea, a una humilde familia, a un desfiladero, y esa tranquilidad y esa calma daban un vuelco enorme y todo se transformaba en una escena impactante que me dejaba el corazón en un puño. ¿Qué les pasaría a sus protagonistas? ¿Habría esperanza para ellos? Después, otro salto más, en el ritmo y en la historia. Llegué a la paz de un monasterio de la mano de su abad, quien regresaba después de muchos meses de predicar y extender la doctrina budista. Gracias a él empecé a conocer muchos de los principios que rigen esta religión, muchas de sus normas, de sus leyes. Y así he pasado el resto de la novela, saltando de momentos tensos y difíciles a otros de enseñanzas, de explicaciones, de conocimiento.
   No solo los escenarios son diferentes, lo son también sus protagonistas. Unos tienen que luchar por sobrevivir a cualquier precio. Otros tienen que enfrentarse a los problemas de una comunidad religiosa en la que también hay rencillas y corazones oscuros (y es que en todas partes cuecen habas) y en dónde hay que tratar de mantener firmes los principios de toda una filosofía de vida. La historia de la búsqueda del nuevo karmapa se cruzará con las vivencias de dos pequeños tibetanos que han perdido a su familia. Cuando estos personajes se encuentran es cuando toma sentido el título de esta novela y es cuando la esperanza de todo lo que se encierra en el Tibet y en sus gentes se pone en marcha para hacer frente a los obstáculos que tendrán que vencer los protagonistas. 
   El paisaje del Tibet, las costumbres de sus pobladores, los principios y normas del budismo son la base de esta historia, sus cimientos, lo que da sentido a lo que se narra. Por eso he echado en falta algo más de pasión, de implicación por parte del autor. A veces, me parecía estar leyendo un reportaje periodístico, objetivo y algo distante. La manera de darnos a conocer las normas y costumbres budistas debería ser más natural: aunque es buena idea que sea a través de las enseñanzas de un maestro a su discípulo, en ocasiones, me resultaba un poco forzada, con más información que sentimientos.
   Pero no os engañéis, he estado pegada a sus páginas todo el tiempo; ha habido acción e intriga suficientes para mantener toda mi atención. Quizás por eso el final me ha sabido a poco, me ha parecido algo precipitado. Me hubiera gustado saborearlo algo más, que se detuviera un poco más en los momentos de tensión y también en la felicidad de los protagonistas cuando los superan. Pero, ya sabéis, nunca llueve a gusto de todos. ¿Cuales fueron vuestras impresiones?

jueves, 24 de julio de 2014

Peticiones: Pat Casalà

Hace ya unos cuantos días, recibí un correo de esta autora en el que me daba a conocer su última novela Ecos del pasado. Como en otras ocasiones, me encantó poder ofrecerle mi blog para que presentara su libro y a ella misma.
   Esta escritora barcelonesa tiene varios libros autopublicados en Amazon y otro más preparado para salir a la luz en el próximo mes de octubre. En estos momentos, participa en el concurso de Autores indies organizado por Amazon y La esfera de los libros y para ello necesita un empujoncito. Si yo puedo dárselo desde mi blog, ¡adelante!
   La novela, según me cuenta, es una mezcla del género romántico y de suspense, una obra a la que ella misma califica como novela New Adult y esta es su sinopsis:
El encuentro fortuito entre Jessie y Noah inicia una relación para la que ninguno de los dos está preparado. Ella ha dedicado su vida a los libros, sin interesarse demasiado en salir ni relacionarse con los demás. Él es un mujeriego, alguien que disfruta de noches de pasión sin ataduras. El destino los unirá para recomponer las piezas del macabro secreto que esconde la madre de Jessie.
   Podéis aprender más cosas sobre Pat Casalà en estas direcciones que os dejo sobre ella y su obra:
Pat Casalà


   Ahora solo me queda desearle mucha suerte. 

lunes, 21 de julio de 2014

Capítulo XXVIII: Y apareció Dorotea

Otro personaje más viene a unirse a la novela intercalada de Cardenio y Luscinda. El señor Cervantes nos cuenta esta historia en pequeñas dosis, presentándonos a sus personajes poco a poco, contándonos los hechos paso a paso. 
   En este capítulo será Dorotea, la doncella engañada por la "joyita" de don Fernando, quien se encuentre con el cura, el barbero y el propio Cardenio, allí, por entre los riscos de Sierra Morena:
"¡Ay Dios! ¿Si será posible que he ya hallado lugar que pueda servir de escondida sepultura a la carga pesada de este cuerpo, que tan contra mi voluntad sostengo? Si será, si la soledad que prometen estas sierras no miente. ¡Ay, desdichada!"

   Pues... "Va a ser que no" porque más que una sierra, aquello parecía el metro en hora punta; no das dos pasos sin encontrarte con medio mundo. Allí estaban agazapados detrás de unos arbolillos, el cura, el barbero y Cardenio (en estado de tranquilidad momentánea). Pero así eran las cosas en la vida novelada del siglo XVI: amores imposibles, honras robadas por la fuerza o con el engaño, coincidencias extraordinarias, en fin, un "sinvivir".
"(...) y luego con más ligereza que mi sobresalto y cansancio pedían, me entré por estas montañas, sin llevar otro pensamiento ni otro designio que esconderme en ellas, y huir de mi padre y de aquellos que de su parte me andaban buscando".

   No sé si lo conseguirá, con los trajines que hay en esta sierra. Y en estas quedamos, que el comentario de hoy es muy cortito ya que solo se refiere a las desventuras de esta pobre doncella que, por guapa, se ve engañada del tal Fernando y, ¡oh casualidades de la vida!, es el mismo Fernando que le arrebató su amada Luscinada al "pirado" de Cardenio. Me río yo de los culebrones de la tele.
   No sé si por cotilla o por la habilidad de don Miguel o por las dos cosas juntas, pero estoy deseando ver que pasa en el siguiente capítulo. ¿Vosotros no?

domingo, 20 de julio de 2014

¿Con quién desayunarás hoy? Toti Martínez de Lezea

A veces, cuando la noche ha sido tranquila y mi sueño reparador, me levanto activa y andarina. Si la mañana está fresca y el aire huele a limpio, me resulta difícil permanecer quieta, encerrada en casa. Necesito caminar, darme un gran paseo, estirar las piernas y preparar el cuerpo para una gran desayuno. 
   Esta mañana, he decidido darme un paseo por las montañas asturianas, por los alrededores de la antigua Noega (actual Gijón). En esta ocasión, además, me he permitido el lujo de dar unos cuantos pasos atrás en el tiempo, y sin darme cuenta me he plantado en el año 25 a. C.
   Ha sido un paseo un poco azaroso, no creáis; he tenido que esquivar alguna que otra legión romana en posición de avance y a unos cuantos guerreros astures que les seguían los pasos, posiblemente con la sana intención de impedirles llegar a su poblado. Un paseo lleno de tensión, pero también de unos paisajes increíbles que, a veces, me han dejado sin respiración.
   Al volver a casa, después de esta aventura, no solo necesitaba un desayuno contundente, también una sólida conversación. ¿Norte de la península? ¿Época romana? ¿A quién podía invitar a desayunar más que a Toti Martínez de Lezea? 
   Y aquí estamos, compartiendo un chocolate con churros, sí, lleno de calorías, lo sé, pero subir y bajar montañas perseguida por una legión romana necesita algo contundente para reponer fuerzas. Además, quiero preguntarle muchas cosas a Toti y para eso hace falta un desayuno que se coma despacio, que se saboree tranquilamente y que requiera una larga sobremesa que permita una buena digestión. Hay mucho de qué hablar.
 
   Seguro que tendrá mucho que contarme sobre la preparación y la documentación histórica que necesita para sus novelas. Me encantará preguntarle sobre su manera de documentarse; me gusta imaginar sus visitas a los archivos, muchos de ellos antiguos monasterios, imagino; sus paseos por antiguos yacimientos o, quizás, algún museo lleno de restos arqueológicos de la época. La investigadora que hay en mí se vuelve muy cotilla. ¡Pobre! Se le va a enfriar el chocolate, no le doy tregua con tanta pregunta. 
   Creo que ha llegado el momento de disfrutar del paisaje de estas maravillosas montañas, desde nuestra mesa, dando el último mordisco al churro que nos quedaba. Quiero saber cómo se imagina ella a aquellos hombres y mujeres que habitaban estas tierras. ¿Y vosotros? ¿Con quien vais a desayunar hoy?

jueves, 17 de julio de 2014

Peticiones: Javier Torras

Hoy quiero presentaros a Javier Torras y su novela ¿Crees en la magia? Cuando Javier me escribió para presentarme su obra, andaba yo haciendo malabares con las entradas que tenía pendientes, intentando combinar unas con otras y sin apenas tiempo para hacerlo.

   Ahora, por suerte, las cosas van tomando su rumbo normal y me alegro de poder traeros una pequeña sinopsis de esta novela preparada por el propio autor que, como siempre, sabéis que considero la mejor opción. Ahí va:

" La magia no es hacer desparecer las cosas o lanzar rayos láser desde la palma de la mano, la magia es el lazo que une a las personas, es mirar a los ojos de la persona a quien amas y saber que no hay nada a vuestro alrededor, es, al fin y al cabo, todo aquello que no vemos pero sabemos que existe. Solo creyendo en la magia podemos hacer realidad nuestros sueños aunque... debemos tener cuidado con lo que soñamos, corremos el peligro de que nuestros deseos se cumplan".
   Intrigante, ¿verdad? Según él mismo me cuenta, esta novela está llena de misterio y de suspense, también de acción, de amor, y de naturaleza. Unos ingredientes con muy buena pinta.
   Javier Torras ya ha publicado otras dos novelas en distintas editoriales y ahora ha decidido llevar a cabo, él mismo, todo el proceso de edición y, además, presentarla al concurso de autores indies de Amazon. Desde aquí le deseo muchísima suerte.
   Os dejo algo de información para quien quiera echarle un vistazo.




Ficha del libro:
Título: ¿Crees en la Magia?
Autor: Javier Torras de Ugarte
Web: www.javiertorrasdeugarte.es
Páginas: 267
Lugar de venta: Amazon Kindle y Amazon
Editorial: Novela Editada en Amazon y CreateSpace
Género: Novela de ficción contemporánea y fantástica

martes, 15 de julio de 2014

Capítulo XXVII: Y Cardenio cuenta toda su historia

Habíamos dejado al cura y al barbero maquinando cómo disfrazarse para engañar a don Quijote, ¿verdad? Pues, ni cortos ni perezosos, de "estas guisas" se nos visten los dos:
"En resolución, la ventera vistió al cura de modo que no había más que ver; púsole una saya de paño, llena de fajas de terciopelo negro de un palmo de ancho, todas acuchilladas, y unos corpiños de terciopelo verde, guarnecidos con unos ribetes de raso blanco, que se debieron de hacer ellos y la saya en tiempos del rey Wamba".

   Mientras que el barbero:
"(...) con su barba que le llegaba a la cintura entre roja y blanca, como aquella que, como se ha dicho, era hecha de la cola de un buey barroso".

   Vamos, que era una hermosura verles a los dos juntitos, tanto que al cura le pareció que mejor se cambiaban el disfraz, que aquello no era decoroso para un hombre de Dios. Y así llegaron los tres a Sierra Morena, a buscar a don Quijote.
   Mientras nuestro buen Sancho se va en busca de su señor, el cura y el barbero deciden esperarle al lado de un arroyo y a la sombra de los árboles. Y entonces, ¿a qué no sabéis con quien se encontraron, cantando sus penas amorosas y sollozando como un cordero? Exactamente, a Cardenio. Si es que el mundo es un pañuelo.
   Ya que estaban allí sentados sin nada que hacer y con la suerte de haber pillado al loco enamorado en sus horas cuerdas, le pidieron amablemente que les contara el origen de sus desdichas. Esta vez, Cardenio pudo llegar hasta el final:
 "¡Ah, Luscinda, Luscinda! Mira lo que haces, considera lo que me debes, mira que eres mía y que no puedes ser de otro. Advierte que el decir tú sí, y el acabárseme la vida, ha de ser todo a un punto. ¡Ah, traidor don Fernando, robador de mi gloria, muerte de mi vida. ¿Qué quieres? ¿Qué pretendes? Considera que no puedes cristianamente llegar al fin de tus deseos, porque Luscinda es mi esposa, y yo soy su marido."

   ¿Es realmente este el final de la penalidades de Cardenio? ¿Terminó toda su perorata antes de que encontraran a don Quijote? Pues tendréis que leeros este capítulo, que yo solo os pongo las "miguitas" para que sigáis el sendero.

domingo, 13 de julio de 2014

¿Con quién desayunarás hoy?

En verano, todo es posible. El sol ilumina fibras de mi cuerpo que se activan de una forma especial hasta llegar al cerebro y este no deja de maquinar cosas, de idear planes que estaban congelados durante el invierno: rehacer un antiguo vestido para reutilizarlo, terminar de restaurar la antigua mesilla de la abuela, hacerme un jersey de ganchillo, intentar crear una nueva sección en el blog.
   El verano tiene muchas posibilidades. Intento cosas que, en invierno, me parecen impensables. Si salen mal, se olvidaran al llegar el otoño. Probando e ideando, pensando y "matando moscas con el rabo" se me ha ocurrido una sección veraniega para los desayunos dominicales: ¿Con quién desayunarás hoy? 
   Creo que los desayunos de los domingos son especiales. Tienen un halo de calma, ese dolce far niente del que hablan los italianos, esa especie de limbo que hay entre el despertar y la hora del aperitivo: largo, tranquilo, relajado. ¿Con quién os gustaría compartirlo? 
   Yo me he levantado hoy especialmente perezosa, muy temprano, es verdad, pero muy, muy perezosa. Así que he pensado que me encantaría desayunar con Rosamunde Pilcher, frente al mar, en la costa de Cornualles, en la pequeña casa de Lawrence Stern, llena de botes de pintura, pinceles y cuadros a medio terminar. Nos sentaríamos en el jardín, sintiendo el calorcito de los primeros rayos de sol. Tomaríamos zumo de naranja, tostadas con mantequilla y mermelada y una enorme taza de café con leche y azúcar moreno mientras vemos como los pequeños de Penelope Stern recogen conchas en la playa que se extiende a nuestros pies.

   Supongo que tendríamos una conversación tranquila, intrascendente, mientras nos refresca la brisa del mar, llena de olor a sal y a algas: ¿Cual es su sitio preferido de vacaciones? ¿Otra taza de café o prefiere té? ¿Siempre ha veraneado en el mar? Nada complicado, algo que nos deje disfrutar de las vistas, el desayuno y los sonidos del lugar.
   ¿Qué os parece? ¿Os apuntáis o ya habéis quedado para desayunar? ¿Con quién?

jueves, 10 de julio de 2014

Manías que crean dependecia

Todos tenemos manías y quien diga lo contrario miente "cual bellaco". Quizás sean manías pequeñas, quizás sean más una costumbre, quizás sean muy comunes y pasen desapercibidas; puede haber miles de posibilidades. En mi caso, con los libros, estas manías son como una droga: tengo que llevarlas a cabo obligatoriamente si no quiero caer en un estado de "abstinencia" que me impida ver lo que miro y entender lo que leo. ¡Qué le voy a hacer! 
   Hay quienes lo llaman "rituales", puede que lleven razón: los ritos son más importantes de lo que nos pensamos en nuestra vida; da igual la época, la cultura o la ideología, nos entregamos a ciertos rituales que nos hacen sentir seguros, parte de algo más importante o, simplemente, dueños de nuestros actos. Para mí, estas "manías-costumbres-rituales" deben ser seguidas y respetadas antes de empezar a leer un libro.
   En primer lugar, lo toco durante un rato, suavemente, con la yema de los dedos, entre las hojas y por la portada, no es necesario mucho tiempo; debe ser el suficiente para notarlo y para tener tiempo a percibir su olor, el segundo paso.
   El aroma de un libro es esencial para mí. El olor de la tinta y del papel es diferente en cada ejemplar, el aroma del libro al empezar a leerlo y al terminarlo, también es distinto. Y ya ni os cuento el perfume que siento al entrar en una librería o papelería; para mí es como el olor a tierra mojada, un auténtico placer.
   En tercer lugar, me agencio un buen lapicero, de los que usaba de pequeña, color madera, con la mina firme y muy negra y el nombre de su procedencia grabado en letras doradas. ¡Qué placer cuando ese libro tiene unos buenos márgenes para poder anotar lo que me viene a la cabeza mientras leo! En este caso, soy algo más flexible: a veces, consiento en usar una libreta en la que anotar cosas de mayor enjundia que escaparían de esos márgenes, por muy anchos que fuesen. Además, ahora mi blog me exige ciertas concesiones a nuevas manías.
   Y por último, si es un libro que estaba esperando como agua de mayo, le hago una ceremonia especial acompañándolo de una buena taza de té, que bien puede ser con hielo si estamos a cuarenta grados a la sombra, tampoco quiero ser "enfermiza".
   Así que, después de todas estas confesiones sobre mis manías más ocultas y adictivas, me pregunto: ¿Cómo puñetas soy capaz de disfrutar con un libro electrónico?

martes, 8 de julio de 2014

Capítulo XXVI: Y Sancho se vuelve a casa

Sí, sí, como lo oís, Sancho tiene que volver al Toboso para comunicar a Dulcinea, las "tonterías" que anda haciendo su señor por ella, allá por Sierra Morena y, de paso, conseguir esos tres pollinos que sustituyan a su asno perdido.
   Mientras nuestro amigo escudero se pone en marcha, don Quijote le da al "caletre" para decidir si sus locuras amorosas las copia de don Roldán o de Amadís, por aquello de seguir medio desnudo o desnudo del todo. Difícil elección. Al final, se impone la cordura (¡Qué curioso!) y decide quedarse con la camisa puesta, pero con el culo al aire, e imitar a don Amadís que era algo más comedido y sensato:
"Ea pues, manos a la obra, venid a mi memoria, cosas de Amadís, y enseñadme por donde tengo de comenzar a imitaros; mas yo sé que lo más que él hizo fue rezar, y así lo haré yo".
"y así se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea".

   Esto dejará para el recuerdo unos versos de los que se han estado riendo hasta hoy todos los que los han leído, según nos cuenta Cervantes, algunos de tan alta calidad como estos:
 Tráele amor al estricote.
Que es de muy mala ralea,
Y así hasta henchir un pipote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea del Toboso.

   Mientras, nuestro amigo Sancho va camino de su destino cuando se da de bruces, ¡qué casualidad!, con la maldita venta en la que sufrió tantos males. Estaba el pobre casi moribundo, pero a ver quier era el guapo que entraba de nuevo allí donde le mantearon. Como las casualidades no llegan solas, se encuentra en la misma puerta con el cura y el barbero quienes no dan crédito a las aventuras que el escudero les cuenta de su señor, y mucho menos a la misión que tiene encomendada de entregar la carta amorosa a "la sin par".
   Pero, como nuestro buen Sancho no es una lumbrera precisamente, se da cuenta de repente de que no ha traído consigo el cuaderno en el que estaban escritas las dos cartas que debía entregar y, ¡claro!:
  • "(...) tornó a echar de ver que no le hallaba, y sin más ni más se echo entrambos puños a las barbas y se arrancó la mitad dellas, y luego apriesa y sin cesar, se dio media docena de puñadas en el rostro y en las narices, que se las baño todas en sangre".

   Total no es exagerado, si no le paran el cura y el barbero, no lo cuenta. En fin, que después de varias conversaciones, que no son para contadas sino para leídas por toda la miga que contienen, Sancho se consuela ante la palabra del cura de concederle los pollinos y los otros dos idean un plan para engañar a don Quijote y hacerle volver a su casa:
"(...) y dijo al barbero que lo que había pensado era: que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde Don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar como valeroso caballero andante y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfacelle un agravio que un mal caballero le tenía hecho".

   ¡Ay Señor, qué estampa! Ya me estoy imaginando al cura disfrazado de escudero y al barbero de doncella en apuros. ¿Vosotros no?

domingo, 6 de julio de 2014

Un bosque mágico y un hotel encantado

Hay libros que tienen el poder de un bálsamo: calman y reconfortan. No sabes muy bien por qué, pero mientras lees, tienes una enorme sensación de bienestar. Leyendo Un hotel en ninguna parte, además, me he encontrado leyendo un sueño, el que yo he tenido miles de veces, el que puede que muchos de vosotros hayáis tenido también: la existencia de un lugar especial, casi mágico, al que huir cuando ya no puedes más y quieres romper con todo.
   Cuando empecé a subir la cuesta embarrada y casi intransitable que lleva al hotel El bosc de les fades, empecé a meterme de lleno en una trama idílica y un poco mágica. La forma dulce y siempre elegante de escribir de Mónica Gutiérrez tiene la virtud de crear una atmósfera tan agradable que hace de esta historia una especie de cuento. Un cuento que, sin embargo, está contado a través de largos y maravillosos correos electrónicos, como si la tecnología diera un punto de realidad a la magia que lo envuelve todo: personajes, situaciones, entorno.

   Un ambiente brumoso y húmedo envuelve este hotel, antiguo monasterio benedictino, y lo rodea de un halo mágico. La lluvia casi constante se convierte en parte del escenario, tanto como su jardín inglés o el maravilloso bosque que lo guarda todo. A él llega Emma, antigua concertista de violín, convertida en camarera de habitaciones ante la necesidad de huir de su vida anterior. Allí conoce a los hermanos Tristan y Samuel: el primero divertido, encantador y mujeriego, y el segundo serio, responsable y un poco aburrido y solitario. Y a partir de aquí, todo es posible: podemos encontrarnos desde un premio novel de literatura, huraño y gruñón, a un excelente cocinero que dedica su tiempo libre a tocar en un grupo de heavy metal. Y todo lo iremos conociendo a través de los correos que Samuel, Tristan y Emma van enviando a lo largo del libro, porque: "En este lugar, cualquier cosa es posible con un poco de imaginación y la voluntad necesaria como para sentirse feliz en medio de ninguna parte".
   Eso es lo que irradia esta historia: felicidad, buen rollo,  esperanza, toques de ironía; todo envuelto en lluvia, en música heavy metal, clásica o de Cole Porter, con violín, batería o piano, y acompañado de humeantes tazas de riquísimo té o de chocolate caliente. Cuando consigues encontrar este mágico hotel y conocer a sus ocupantes, es difícil marcharse de allí sin un poco de nostalgia y sin una pequeña hada colgada de alguna de las maletas.

jueves, 3 de julio de 2014

Peticiones: Carlos Arroyo y Miguel Griot

No dejo de sorprenderme cuando algún autor me escribe para presentarme su obra. No saben que son ellos los que hacen mi blog importante al querer formar parte de él. Yo intento corresponder hablandoos de ellos y mostrandoos sus libros. 
   En este caso, los autores que me han hecho el honor de escribirme han sido Carlos Arroyo Cobos y Miguel Griot. Como siempre, prefiero que sean ellos mismos quienes os hablen de sus obras; nadie mejor que ellos las conocen.

Carlos Arroyo Cobos y El adolescente que lloraba con las películas de kárate
   Un adolescente de la periferia de Madrid narra a lo largo de once relatos sus desventuras junto a su pandilla de amigos con los años ochenta como escenario. El protagonista es un joven perdedor con un puntito de suerte que vivirá el tránsito vital a la adolescencia en el verano previo al instituto y descubrirá la cara más dolorosa del amor y el valor de la amistad.
   Para el autor, esta novela:
"Habla de amistad, amor, desamor, relaciones entre padres e hijos, inocencia perdida, la traición y el dolor que les forjarán su personalidad. El protagonista, del que no se llega a conocer el nombre y que podíamos ser cualquiera de los que vivimos esa época, es un adolescente con reacciones e ideas a veces infantiles y otras, casi, adultas, que busca su lugar en el mundo. Él no es guapo, ni valiente ni destaca por cualidad alguna pero gana credibilidad precisamente porque te puedes identificar con un niño que tiene miedos, problemas y complejos que no nos resultarán ajenos. Ingenuo muy a menudo, es a veces tremendamente irónico. Es, por tanto, una novela de aprendizaje. Cada capítulo está escrito como un relato independiente en el que se narra una aventura de la pandilla. A lo largo de los once capítulos, viviremos con ellos situaciones que resultarán muy próximas y que algunos, incluso, hayan llegado a vivir".
   Si esto os ha despertado el gusanillo, podéis leer la sinópsis, el prólogo y un capítulo que están colgados en Wattpad: http://www.wattpad.com/55182735-sinopsis-de-el-adolescente-que-lloraba-con-las. La novela está disponible en papel en cualquier librería y en formato electrónico a través de Amazon en el siguiente enlace http://www.amazon.es/gp/product/B00JXSC1XY?*Version*=1&*entries*=0.


Miguel Griot y No pasarán Z2.
   Según él mismo me advierte en su correo: "No sigas leyendo si todavía no compraste el primer volumen". Pero yo no le he hecho caso y esto es lo que me he encontrado:
"La epidemia zombi se propaga exponencialmente en un Madrid caótico, aislado y letal. La mayor parte de sus habitantes... bueno, realmente ya no se les puede llamar así, y tampoco es que tengan mucho que contar. Debería hablar mejor de Li, Raúl, Marta, Braulio, Mbonka o Emilio, entre otros. Pero tampoco es cuestión de fastidiarte la historia. Te basta con saber que su lucha por la supervivencia continúa. ¿Y cómo termina esta?, ¿Y por qué los zombis lloran?, ¿Y por qué has tardado tanto en sacar la segunda parte? Te contesto sólo a una de las preguntas. Porque estaba también preparando la tercera".
   Para los que quieran moverse entre zombis el libro se encuentra en Amazon y "sigue siendo más barato que una palmera de chocolate", nos dice su autor. Esta es la dirección: http://www.amazon.es/No-Pasar%C3%A1n-Z-Miguel-Griot-ebook/dp/B00KUWR4CK/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1402597547&sr=8-1&keywords=no+pasaran+z+2
   
   Les deseo mucha suerte a los dos.




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