En mi época de estudiante, oí maravillas acerca de Mariano José de Larra. No solo su vida fue como una novela, con suicidio incluido, sino que su obra revolucionó la forma de hacer periodismo y el pensamiento de la época, todavía muy tocado por la guerra de la Independencia y el odio a los "afrancesados" que retrasaba considerablemente la llegada de nuevas ideas.
Con mi cabeza llena de pájaros y mis hormonas revueltas por la adolescencia, los personajes como Larra me alborotaban el gusto literario. Me parecían tan interesantes, con sus ideas revolucionarias, su vida llena de intentos por romper las normas establecidas y, sobre todo, su gran habilidad e ingenio para saber escribir y contar lo que les inquietaba.
Así fue como creció en mí el mito del señor Larra, alentado además por los pequeños fragmentos que leíamos en clase. Pero el tiempo pasa muy deprisa cuando eres adolescente, y se suceden los amores y las pasiones por otros autores y por otros temas, y don Mariano se fue quedando relegado para mejores ocasiones y nunca encontraba el momento de colarse entre mis lecturas.
De repente, me decido a llevármelo conmigo, a leerlo en pequeños ratos perdidos, a dedicarle alguna noche de insomnio, y entonces ocurre: elijo los artículos que publicó bajo diferentes seudónimos, sobre todo como Fígaro, y un sentimiento de desengaño se va apoderando de mí. Desengaño, no porque Larra no sea el gran escritor que se cuenta, sino porque mi idealización del mito era exagerada, como me suele pasar a menudo, por otra parte.
El tono satírico de sus artículos está perfectamente utilizado para ridiculizar la España más profunda y los rasgos más rancios de los españoles del momento, sobre todo por el choque con su educación francesa. La crítica social que le hizo famoso entre los jóvenes que, como él, deseaban cambiar las cosas, no pierde ni un átomo de grandeza y pericia. El problema, evidentemente, es tan solo mío.
No he conseguido conectar con él, con su ironía, con su manera de contar. Me ha resultado pedante las más de las veces y otras, demasiado cascarrabias y protestón. Su tono me ha parecido amargo en muchas ocasiones, aunque teniendo en cuenta su desgraciado matrimonio y sus amores imposibles, no debía de tener muchos motivos para la alegría (su vida es propia de su época, pero eso ya lo hablaremos en un futuro). En general, no conseguía caerme simpático, mientras que sí lo eran los personajes a los que ridiculizaba. Tampoco me ha sido fácil seguirle, su lenguaje me resultaba algo enrevesado a veces, igual que su gramática; otra vez, fallo de mi habilidad lectora.
Sin embargo, no quiero tirar la toalla y abandonar un amor de juventud como este, así a las primeras de cambio. Pienso darle otra oportunidad a esta relación, seguir cotilleando en la obra de uno de los grandes representantes del movimiento romántico de nuestro país. Ya que tuvo el detalle de llevar a cabo uno de los mayores actos del ideal romántico, el suicidio, que menos que dedicarle nuevamente un poco más de mi tiempo.
Para terminar, Larra fue uno de los artistas más respetados de su época, y sus artículos levantaban ampollas entre "las fuerzas vivas" de su entorno. Por eso estoy decidida a volver a recuperar esa antigua llama de la admiración y, quizás con más tranquilidad y reflexión, volver a leer algunos de los artículos más conocidos de este grande del periodismo del XIX.
A veces no entran a la primera, posteriormente sí, aunque hay veces que tampoco. Me ha pasado lo mismo con algunos de reconocida trayectoria. Un besote!
ResponderEliminarGracias por tus ánimos. Me sentía un poco rarita, ;D. Abrazos.
EliminarYo de Larra he leído los fragmentos que nos obligaban en el instituto. No sé si era tan maravilloso o no, pero si te soy sincera, nunca he sentido la llamada de sus obras. No pasa nada porque no encajes con un autor. A mí me pasa con Virgina Woolf; es genial, maravillosa, todo lo que queráis pero sólo he leído una novela suya y me pareció infumable.
ResponderEliminarBesos.
Ay, algunas cosas tienen su tiempo y no se puede volver atrás. No pasa nada tampoco, fue bonito mientras duró. Algunos mitos no resisten bien los años. A mí nunca me llamó la atención.
ResponderEliminarBesos
Aliena, Norah: gracias chicas. ¡Qué comprendida me siento! ;D. Abrazos.
ResponderEliminarNo recuerdo mucho de Larra para poder comparar, pero si es cierto que con el paso del tiempo la admiración que sientes por algo o alguien puede cambiar.
ResponderEliminarBesitos
A mí en aquella época de la adolescencia me dio por otro autor del romanticismo: Espronceda. Pero debo decir que el flechazo que tuve a día de hoy es relación consolidada.
ResponderEliminarBesos.
*Alicia: Sé que las cosas cambian con el tiempo, pero no pensé que tanto.
Eliminar*Manuela: Así se hace, manteniendo el amor durante años. Lo hice con Becquer y pensé que podía hacerlo con Larra, pero... va a ser que no.
Abrazos a las dos.
Tocaya, el lunes lo comentábamos en el club de lectura. Un libro tiene su época y momento. La mayoría de las veces cogemos un libro que antaño no nos gustó y ahora lo encontramos maravilloso pero resulta que al revés también ocurre y la decepción es tremenda. En el caso de Larra, al que leí como tú en tus tiempos y en fragmentos, no volví a acercarme. Sé que es un exponente claro de un tipo de literatura que no me disgusta pero de momento no tengo pensado volver a él no vaya a ser que me ocurra como a ti. Besos.
ResponderEliminarOjalá que no te pase, porque sienta fatal. Club de lectura, ¿eh? Cómo me gusta la idea. Abrazos.
EliminarTotalmente de acuerdo, creo que son muy poquitos los libros (las pelis también, incluso...) que de alguna forma "nos acompañan" a lo largo de nuestra vida y con los que siempre mantenemos la conexión aunque ésta vaya también evolucionando.
Eliminarich
No hay duda de que es un gran escritor, pero para serte sincera, yo tampoco he conseguido conectar por completo con él. Admiro su talento, pero no me entusiasma tanto como debiera. De todas formas, es muy común que se mitifique algo o a alguien y que con el tiempo cambie nuestra percepción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo poco que leí de él en esl instituto no me dejó con ganas de más.
ResponderEliminar*Seri: Llevas toda la razón; el tiempo pone cada cosa en su sitio. Quizás entonces estaba llena de influencias externas, o simplemente mis gustos han cambiado. ;).
ResponderEliminar*Albanta: Tus gustos estaban claros desde el principio, ¿verdad? Genial.
Abrazos a las dos.
Pues con este post nos han entrado ganas de releerlo.
ResponderEliminarJajaja, pues adelante, y ya me contaréis.
EliminarEse es el problema de los amores de juventud: ya no somos los mismos de entonces y quizás lo que antes nos gustaba ahora nos resulta insoportable... Dale otra oportunidad, que Larra tiene cosas buenas, aunque quizás no te impacte tanto como lo hizo en tus tiempos mozos. 1beso!
ResponderEliminarCreo que eso será lo que haga, darle otra oportunidad. Abrazos.
EliminarNo he leído nada de él al margen de lo que tocaba cuando estudiaba y ahora mismo no son lecturas que me apetezca pero en tu caso está bien darle una segunda oportunidad, nunca se sabe, igual el resultado es completamente diferente
ResponderEliminarBesos
Creo que hay autores que se merecen una segunda oportunidad. Y creo que Larra necesita, además, el momento adecuado y las condiciones oportunas. Abrazos.
EliminarMuy interesante, Marisa, y muy inteligente tu crítica.
ResponderEliminarYo a don Mariano también le tenía un poco de amor-odio, porque por un lado me gustaba su pensamiento pero por otro me resultaba cansino.
Yo no he vuelto a cogerlo, pero ahora tu entrada me hace pensar que quizá debería probar otra vez.
No pierdes nada por darle una segunda oportunidad, tal vez no era el momento adecuado para leer la lectura que escogiste y, con una nueva, puede que te transporte a tus años de adolescencia.
ResponderEliminarYa nos contaras, besines.
*Ángeles: Sí, un poco cansino sí que me ha resultado a veces. Pero probaré, no puedo dejarlo pasar así como así.
ResponderEliminar*Samarkanda: Estoy decidida a dársela, pero necesito un tiempecito de reposo, ;D.
Abrazos a las dos.
No he leído nada de él, así que no puedo decirte mucho, pero la sensación que comentas si que la he tenido, así que te entiendo y te acompaño en ella ;)
ResponderEliminarBesos
No recuerdo yo tamaña decepción, pero tampoco guardo una sensación entrañable. Dejémoslo en tibieza. Buen apunte :)
ResponderEliminar*Carax: Quizás lo tenía demasiado idealizado. En fin, el tiempo no perdona, ;D. Abrazos.
Eliminar* Zazou: Si es que todo va en gustos, y en sensaciones, creo yo. Abrazos.
Todo tiene su momento y su lugar y Marisa, mientras que Larra estaba ahí bien anclado en el tiempo al que perteneció y en la descripción que hizo de él... tú has ido cambiando y no digo nada, tus circunstancias y el mundo que te rodea...Y la Marisa que lo ha leído ahora ¿qué tiene en común con la Marisa que lo mitificó hace años?
ResponderEliminarPor supuesto que no voy a ser yo la que diga nada en contra de Larra como escritor.... pero recuerdo que cuando lo leí .... simplemente... "me cayó mal"... porque me parecía que había en él algo de "pose" y que esa amargura-ironía era, por un lado, cierto sentimiento de superioridad y, por otro, un "look atormentado-desencantado" que se llevaba en la época...No sé.... voy a ser mala: ¿y si lo guardas en el cajón de heroes de juventud...? ;-)
ich
Jajaja, pues de ese cajón lo saqué y ¡mira! Puede que tengas razón, quizás no sea la misma, pero aún queda mucho. Creo que lo volveré a intentar, ;D. Abrazos.
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