Después de haber conseguido el sitio perfecto junto a la ventanilla, conseguí también amuñuñar convenientemente abrigo, bufanda y guantes, de manera que formaran una confortable montañita en dónde apoyar mi recién estrenada tablet, a la que me estoy acostumbrando poco a poco, pero a la que reconozco la comodidad y el poco peso que añade a mi bolso. El paisaje tenía un color gris pardo que ni siquiera las gotas de lluvia decoraban un poco; los campos sin siembras pasaban deprisa delante de mí; y pude ver un poco de verde triste alrededor del río.
Sin embargo, el suave meneo del tren, el calorcito que desprendía la calefacción a la altura de los pies creaban el ambiente perfecto para empezar a leer. Solamente debía decidir la lectura: la novela-cuento de género fantástico o la realidad y reflexiones del periodismo del siglo XIX. ¿Qué era lo que me pedía el cuerpo? Al mirar por la ventana y ver un día tan lluvioso y desapacible, mi mente, que vuela como le da la real gana, independientemente de que sea lógico o no su vuelo, empezó a imaginarse al periodista, autor de mi libro de artículos, sentado a una mesa situada delante de un gran balcón, rodeado de papeles, plumas y tintero, escribiendo como un loco el próximo artículo que debía publicar.
Foto cogida de losojosdepeterpan.wordpress.com |
No tuve elección. Mientras las primeras ráfagas de lluvia empezaban a golpear los cristales y el movimiento del tren casi me adormecía, Mariano José de Larra me contaba sus experiencias con el "castellano viejo" empeñado en enseñarle las exquisiteces de su mesa, entre otras muchas cosas. Entre reflexión y reflexión, yo podía levantar la vista y disfrutar del agua resbalando por la ventanilla, del paisaje gris y frío de fuera y de las estaciones que traían y llevaban nuevos pasajeros. Y con la misma facilidad, devolvía los ojos a la lectura y me encontraba de nuevo con don Mariano, esta vez pensando en la importancia de la educación y la cultura. ¿Hay algo mejor? ¿Se puede cambiar de entorno con tanta facilidad como cuando viajamos en tren? ¿Qué pensáis?
¡Qué bien te ha quedado la reseña! Me encanta.
ResponderEliminarNo he leído a Larra y creo que me pierdo algo interesante. En cuanto al tren..., yo he leído muchísimo en el tren de camino a la universidad. tenía que tener cuidado de que no se me pasar la estación (son sólo veinte minutos). había libros tan tan buenos que, cuando llegaba a case, me ponía a leer hasta que llegara el profe o algún amigo "estropea momentos" jajaj.
Ahora viajo muy poco en tren, pero si voy sola, lo hago acompañada de un libro. La situación que describes es idónea para leer; pero,quizá, con ese ambiente me hubiera decantado por algo de misterio o alguna novela gótica.
Besotes.
Perdón por haberme comido las mayúsculas y otras letras. No sé qué me ha pasado. Será la emoción del post...
EliminarBesotes.
Tranqui, flor. Los dedos que van por libre, ;D. Ay, esos viajes universitarios en el tren, cuántos exámenes habré preparado... Abrazos guapa.
EliminarTe ha quedado una entrada de lo más poética. Yo también he leído mucho en el tren, sobre todo cuando iba a la Facultad, aunque en aquellos entonces era más por obligación, por la cantidad de lecturas que tenía durante la carrera. Después lo he seguido haciendo, pero menos. También he notado que no es igual hacerlo a primera hora de la mañana, cuando es prácticamente de noche todavía y la gente va medio dormida, que más tarde, cuando mucha gente va hablando y es difícil concentrarse. De todas formas, últimamente hay cada vez más personas que tienen la cabeza fija mirando el móvil y no hablan, así que puedo volver a leer.
ResponderEliminarBesos.
Gracias ^^. Es verdad lo de las horas del día, el amanecer tiene mucho encanto. Abrazos.
Eliminar¡¡Amuñuñar!! (me ha encantado)... A mi me gusta mucho viajar en tren, siempre que voy en tren leo muchísimo además. Y en unos días tengo un viaje previsto de esos de casi siete horas ida y otras tantas vuelta así que imagina..
ResponderEliminarUna entrada bonita y evocadora ;)
Besos
Je,je... amuñunar que viene de amurruñar, según decía mi abuela, :D. He crecido con "palabros" así. Abrazos.
EliminarUna vez más, una entrada magnífica. Emociona leerte y hasta me han entrado ganas de ir en el tren leyendo; eso sí, mientras llueve.
ResponderEliminarBesitos!
Gracias, encanto. Espero que la recuerdes cuando viaje en tren. Abrazos.
EliminarPreciosa entrada, Marisa.
ResponderEliminarA mí con los medios de transporte me pasa como con los libros: prefiero el tren al avión igual que prefiero el libro de papel al ebook. Por supuesto aprecio y aprovecho las ventajas del avión, bueno, la rapidez exclusivamente, pero el encanto que tiene un viaje en tren, como tú has mostrado en la entrada, es incomparable. Y si encima está lloviendo...
PD: eso de amuñuñar es una pasada. Me lo apunto :-D
Gracias, Ángeles. El encanto del tren, ¿verdad? En cuanto a "amuñunar" la responsable fue mi abuela. Abrazos.
EliminarGenial la entrada, me he sentido transportada yo también a ese tren... A mí me encanta leer tanto en tren como en autobus, aunque no los tengo que coger muy a menudo. Quizás me gusta tanto porque lo asocio con las vacaciones, que es cuando viajo en ellos :)
ResponderEliminarBesos
Pues yo en bus me mareo un poco, y después me duermo, ^^. Pero siempre procuro leer, aunque sea un poco. Abrazos.
EliminarPreciosa entrada. La verdad es que hace mucho que no viajo en tren ya que el coche parece una extensión de mí misma pero me han entrado ganas de coger uno. Besos.
ResponderEliminarGracias. Un tren y un libro, qué mejor combinación. Abrazos.
EliminarQué entrada más entrañable, hace siglos que no viajo en tren y me ha recordado a mis años de Erasmus.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué encanto tienen los viajes de estudiante, ¿verdad? Aprendés a jugar la mus, haces pandi con otros estudiantes, compartes apuntes y conversación, ¡qué morriña! Abrazos.
EliminarMe ha encantado esta entrada... No suelo viajara menudo en tren, pero la verdad es que cuando lo he hehco me ha encantado.
ResponderEliminarbesos
El tren te permite muchas cosas: descansar, leer, mirar el paisaje... Abrazos.
EliminarQué ganas entran de subir a un tren y hacer un viaje, y además con un libro en la mano. Preciosa entrada. Besos
ResponderEliminarGracias Norah. Yo también tengo ganas de hacer un viaje, largo y en tren, ;D. Abrazos.
EliminarQue bonita entrada, a mi me gusta mucho leer en el tren, cuando trabajo en el centro lo cojo por obligación,y aprovecho para leer, no es mucho rato, tan solo veinte minutos a la ida leo tranquila porque bajo en la ultima parada, a la vuelta lo hago en tensión por si se me pasa bajar en la parada correcta. Enero ha sido un mes de mucho tren,y aunque reconozco la comodidad del e- reader, porque yo tengo lector en lugar de tablet, no me acostumbro a él.
ResponderEliminarA Mariano Jose Larra lo leí mucho en el instituto y durante la carrera, ahora no me apetece mucho su lectura, pero si que lo leí en el tren porque en aquella epoca una vez a la semana 50 minutos de viaje no me los quitaba nadie
Yo siempre he ido de principio a fin de trayecto, 45 minutos, así que me podía meter de lleno en la lectura. El problema venía al coger el metro, ahí ya... sí que no era fácil. Yo también prefiero el libro, pero a veces hay que engancharse al progreso, ;D. Abrazos.
EliminarNo uso mucho el tren, casi nada la verdad. Coche o avión suelen ser mis medios de transporte. Pero el tren tiene un punto romántico encantador. Ideal lugar para la lectura o para la construcción de hisrtorias.
ResponderEliminarBesines,
Gracias Carmen. Es verdad que tiene un encanto especial. Abrazos.
EliminarNo puedo usar el tren, así con frecuencia peor me encanta leer cunado voy en uno. De los transportes mejores para ello. En coche no, me da mareo pero en tren, por mi que no pare! Me ha gustado mucho el post.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Marilú. Disfruta tu próximo viaje en tren. Abrazos.
EliminarCreo que los medios de transporte, si sabes abstraerte, son un estupendo lugar para leer. Yo echo de menos mis viajes en bus para ir al trabajo. Leía mucho y generalmente, bien temprano, la gente anda poco bulliciosa y reina el silencio. Me ha gustado montarme en tu tren. Besos.
ResponderEliminarGracias tocaya. Mi tren esté encantado de llevarte. Abrazos.
EliminarMe encantan los trenes: es uno de mis medios de transporte favoritos, aunque no lo uso demasiado... Y por supuesto, leer en un tren es especial. Muy buen relato, me ha evocado muchas cosas. 1beso!
ResponderEliminarGracias. A mí también me encantan los trenes, tienen una magia especial. Abrazos.
Eliminar¡Se puede! Por supuesto ^^ Jajaja a mí también me encanta leer en el tren y como estoy fuera y viajo mucho en ellos, ¡es una escusa perfecta!
ResponderEliminarSaludos <3
Pues nada, nada, a disfrutar de esos viajecitos. Abrazos.
ResponderEliminarAy, Marisa, cuántos y cuántos viajes en el cercanías, eh???
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada, ha sido como volver un ratito a esa época... Yo reconozco que ahora el tren casi lo uso solo para viajes de trabajo y, en ese caso ... nada de reader ni de amuñuñar (me encanta!!!...me encanta!!!) el abrigo: a darle al portátil toca y con los cascos puestos para intentar no escuchar a los "pesaos-enganchados-al-movil" que no tienen pudor en compartir con el resto del vagón las idas y venidas de sus clientes o de sus empresas .
ich
Sí, muchos recuerdos, jejeje. Cuanto encanto tenían. Cuantas charletas nos hemos pegado en esos vagones, sobre lo divino y lo humano. Ánimo en esos viajes. Abrazos.
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