No
es fácil imaginar cómo, en plena Mancha y en pleno mes de julio,
este "decidido caballero" pudo resistir casi todo el día,
montado en su caballo, embutido en su armadura y con la celada
puesta.
"Con esto, caminaba tan despacio, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera".
Criatura,
¿cómo no se le iban a derretir los sesos y no iba a confundir una
venta con un castillo, unas prostitutas con princesas o al posadero
con el Alcaide? Cualquier cosa era posible. Allí se alzaba el magnífico castillo, con su foso, sus almenas, su puente levadizo. Solo echó en falta al enano que tocaba las trompetas a la llegada de algún caballero. ¡Ay los libros de caballerías, cuanta confusión le creaban!
Mientras,
el pobre Don Quijote no comprendía muy bien por qué "las dos hermosas doncellas" no dejaban de reírse cada vez que le miraban. Pero
claro, ¿quién no lo haría? Con esas pintas. El pobre ya estaba empezando a mosquearse porque... "es mucha sandez además la
risa que de leve causa procede". Aunque en este caso, la causa no era nada leve.
Don
Quijote, más perdido que Carracuca y con más hambre que un lobo,
consiguió por fin que le acomodasen en las cuadras. Lo mejor llegaba entonces: ¿Quién era el "guapo" que se quitaba de encima "el
peto y el espaldar"? Pues las "doncellas" fueron las
encargadas:
Nunca
fuera caballero
de
damas tan bien servido,
como
fuera D. Quijote
cuando
de su aldea vino;
doncellas
curaban dél,
princesas
de su Rocino.
Alguna vez me animaré a leer el Quijote. Me estáis tentando mucho. Besos.
ResponderEliminarY seguro que cuando lo hagas no te arrepentirás. Abrazos.
EliminarEste capítulo es buenísimo, pobre Don Quijote...
ResponderEliminarBesos
Jejeje, y acaba de empezar. Abrazos.
EliminarJejejej, muy buena exposición de los hechos. A seguir la travesía :)
ResponderEliminarBesos
En ello estamos, ;D. Abrazos.
EliminarMe encantan las entradas del Quijote, y no te creas que no me tienta volver a leerlo, pero tendrá que ser más adelante.
ResponderEliminarBesos.
Nunca es tarde si la dicha es buena, ;-). Abrazos.
EliminarPues al igual que a ti, la imagen final con la caña para el vino me pareció hilarante, estuve riéndome un buen rato. Besos.
ResponderEliminarY que lo digas: un tío con armadura, en plena canícula y en plena Mancha, bebiendo por una caña, ¡el acabose! Abrazos.
EliminarSeguro que así, con este estilo jocoso y cariñoso que empleas, muchos se animarían por fin a leer esta obra.
ResponderEliminarUna entrada estupenda, ya lo creo.
Saludos.
Gracias, Ángeles. Tú siempre tan amable. Abrazos.
EliminarTal como lo cuentas, anima a leer El Quijote pero… de momento, ahí lo dejo, en la balda de la estantería. Disfruté muchísimo de la serie protagonizada por Fernando Rey y Alfredo Landa, el libro es una eterna asignatura pendiente.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues el libro es mucho mejor que la serie, así que espero que desempolves el libro cualquier día de estos ;-). Abrazos.
EliminarMe lo estoy pasando pipa con vuestras reseñas, y me están entrando ganas de releerlo ya :-) Un beso!
ResponderEliminarPues ale, sin pensarlo. ¡No hay dolor!.. ;D. Abrazos.
EliminarPobre Quijote!
ResponderEliminarA ver qué le depara el tercer capitulo
Besos
¡Qué ternura! Ya estoy deseando ponerme con el tercero. Abrazos.
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