"La del alba sería...". Así de madrugador se nos presenta don Quijote dispuesto a protagonizar su primera hazaña de "desfacedor de entuertos", aunque más que "desfacer" la líe parda, siguiendo un lenguaje popular, muy actual. Tiene tantas ganas de dar salida a su espíritu de justicia que interviene para "desfacer"... "el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la
crueldad; hoy quitó el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo
que tan sin ocasión valpuleaba a aquel delicado infante".
Pero... claro, ya que te metes, asegúrate de que el muchacho tiene escapatoria y de que su patrón no lo va a moler a palos de nuevo, nada más marcharte tú; es lo mínimo. Y es que don Quijote es tan honesto, que ni se imagina que alguien pueda faltar a las leyes de la caballería porque... "(...) Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus actos". Así que se marcha tan contento, seguro de que el joven criado recibirá sus dineros. ¡Bendita inocencia!
Pero... claro, ya que te metes, asegúrate de que el muchacho tiene escapatoria y de que su patrón no lo va a moler a palos de nuevo, nada más marcharte tú; es lo mínimo. Y es que don Quijote es tan honesto, que ni se imagina que alguien pueda faltar a las leyes de la caballería porque... "(...) Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus actos". Así que se marcha tan contento, seguro de que el joven criado recibirá sus dineros. ¡Bendita inocencia!
Con el ego subido, don Quijote se encuentra con su segunda aventura. Como se ha venido arriba después de su "éxito" con el joven pastor, está decidido a hacerles confesar a un grupo de mercaderes, lo guapisísima que era su señora Dulcinea. Imaginaos: tú vas tan tranquilo por mitad de la Mancha, con tus mulas y tus mercancías y, de repente, te aparece un tipo dentro de una armadura y gritando como un loco que adores a la sin par emperatriz de la Mancha. O le sigues la corriente y te largas, o le intentas tomar el pelo que parece mucho más divertido. Así que uno de los mercaderes, se puso a soltar lindezas del tipo: "(...) aunque
su retrato nos muestre que es tuerta de un ojo, y que del otro le
mana bermellón y piedra azufre, (...)". Y allí que se va nuestro hidalgo, lanza en mano, a darles pa'l pelo a los mercaderes, sin contar con que el "ágil y elegante" Rocinante se iba a caer de hocicos llevándose por delante a su amo que, desde el suelo gritaba: " (...) non
fuyáis, gente cobarde, gente cautiva, atended que no por culpa mía,
sino de mi caballo, estoy aquí tendido."
Y aquí dejamos al caballero, apaleado por uno de los mozos, sin poder levantarse tanto por los palos como por tanta chatarra que llevaba encima que no le deja ni moverse, y tan feliz de haber sufrido ya las primeras consecuencias de ser armado caballero. ¡Qué ternura!
¡Pobre Quijote! Este capítulo da un poquito de pena.
ResponderEliminarBesos
Es verdad. Y no será la última vez. Abrazos.
EliminarAins, que todavía no me he leído el capítulo! Esta tarde sin demora hago mis comentarios en FB. 1beso!
ResponderEliminarMuy bien, ;). Allí te leeré. Abrazos.
EliminarPues la cosa empieza a torcerse y él a enmendarla :) un buen resumen, sí señora.
ResponderEliminarBesos
Gracias. No sé si lo enmienda, pero al menos lo intenta. Abrazos.
EliminarEs la misma ilustración que trae mi edición !
ResponderEliminarConfieso que la he pillado en Internet; he sido incapaz de fotografiar la de mi libro, y como eran muy parecidos, pues... ;). Abrazos.
EliminarEste Don Quijote... No sé si tenerle pena o miedo. En el fondo me hace gracia.
ResponderEliminarBesos.
Miedo no, pobre, si se lleva más palos que una estera. Abrazos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Ay, mi pobre don Quijote, lo que tiene que sufrir! Si es que la gente no lo entiende, qué más les dará a estos mercaderes echarle tres piropos a Dulcinea, pero nada, que siempre tiene que haber alguien que haga la gracia de turno, y luego pasa lo que pasa. Y nada, don Quijote queriendo defender la belleza de su amada y tiene mala pata, o el caballo la tiene, o ambos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues llevas razón, pero los hay muy tozudos, ;D. Abrazos.
EliminarMe encantan tus entradas del Quijote, en esta ocasión me ha dado un poco de pena lo que le pasa al hidalgo caballero; si es que recibe palos por todas partes, hasta Rocinante para que se alíe con los “cobardes”.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias guapa. Es que el pobre no camino con mucho tino, y claro... ;D. Abrazos.
EliminarPobre Don Quijote... A ver cómo se levanta en el quinto capítulo! jajaja
ResponderEliminarBesos
Pues, dolorido seguro, ;D. Abrazos.
EliminarA mi es el capitulo que menos me ha gustado, hasta ahora, pero creo que es porque el pobre me da una penita. Besos
ResponderEliminarSí, es verdad, da un poquito de pena, pero esto también es parte del encanto de esta novela. Abrazos y bienvenida.
EliminarAhora nos toca saber como termina este episodio.
ResponderEliminarDeseando estoy de empezar el siguiente. Afortunadamente, no recuerdo muchas cosas así que lo estoy redescubriendo todo, ^^. Abrazos.
EliminarPor fin empieza Don Quijote sus aventuras. Aunque a mi me da una penita cada vez que le dan de palos...
ResponderEliminarBesos, y a seguir disfrutando de la lectura:)
Sí, da un poco de pena. Sigo disfrutando mucho la relectura, :-) . Abrazos.
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