martes, 23 de septiembre de 2014

Capítulo XXXVII: Y volvió la princesa Micomicona y aparecieron nuevas aventuras

Va llegando el final de la novela intercalada de Dorotea, Cardenio, Luscinda y Fernando. Por arte de la pluma de don Miguel, quedan todos tan amiguitos en un abrir y cerrar de ojos, cada oveja con su pareja, y el pobre Sancho con un disgusto que no le cabe en el cuerpo:
"Todo esto escuchaba Sancho, no con poco dolor de su ánima, viendo que se le desparecían e iban en humo las esperanzas de su ditado, y que la linda princesa Micomicona se le había vuelto en Dorotea, y el gigante en don Fernando, y su amo se estaba durmiendo a sueño suelto, bien descuidado de todo lo sucedido".
   Y es que volvía a ser el triste escudero de un hidalgo loco. Mientras, don Quijote, tan descansadito él después de la pelea vinatera, se presenta tan "pichi" delante del personal a comprobar los encantamientos propios de ese castillo que transforma los ogros en odre y la sangre en vino:
"-Estoy informado, hermosa señora, deste mi escudero que la vuestra grandeza se ha aniquilado, y vuestro ser se ha deshecho, porque de reina y gran señora que solíades ser os habéis vuelto en una particular doncella. Si esto ha sido por orden del rey nigromante de vuestro padre, temeroso que yo no os diese la necesaria y debida ayuda, digo que no supo ni sabe de la misa la media, y que fue poco versado en las historias caballerescas, porque si él las hubiera leído y pasado tan atentamente y con tanto espacio como yo las pasé y leí, hallara a cada paso cómo otros caballeros de menor fama que la mía habían acabado cosas más dificultosas (...)".
   Imaginaos que estáis en un bar, tomando unos vinitos con su tapita, y os aparece un tipo: "su rostro de media legua de andadura, seco y amarillo", con la moda de hace siglos, hablando de ogros y encantamientos. ¿Cómo se os quedaría el cuerpo? Pues así se quedaron los que estaban allí, con la boca abierta y decididos a que ese pobre hombre volviera a su casa y dejara de dar tumbos por el mundo. Así es cómo decidieron seguir con la historia de la princesa Micomicona, desorientando a don Quijote y alegrándole la vida a Sancho:
"-Ahora te digo, Sanchuelo, que eres el mayor bellacuelo que hay en España. Dime, ladrón vagamundo, ¿no me acabaste de decir ahora que esta princesa se había vuelto en una doncella que se llamaba Dorotea, y que la cabeza que entiendo que corté a un gigante era la puta que te parió, con otros disparates que me pusieron en la mayor confusión que jamás he estado en todos los días de mi vida?"
   La mayor de su vida, dice, ¡qué ironía! ¿Verdad?
"-Vuestra merced se sosiegue, señor mío -respondió Sancho-, que bien podría ser que yo me hubiese engañado en lo que toca a la mutación de la señora princesa Micomicona; (...) De lo demás, de que la señora reina se esté como se estaba, me regocijo en el alma, porque me va mi parte, como a cada hijo de vecino". 
   Él a lo suyo.
  Para no alargar más el relato, os diré que don Miguel, no contento con redactar todo un discurso de nuestro hidalgo a favor de la paz (aunque basada en las armas) y de la importancia de las letras, haciéndonos olvidar su locura, decide introducir una nueva historia protagonizada por dos nuevos personajes que aparecen de repente en la venta, con un toque de misterio que ya dejamos para el siguiente capítulo.
   Que lo disfrutéis.

12 comentarios:

  1. Desde luego me quedaría con la boca abierta, jajaja, o no sabría dónde meterme.
    Besitos

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    1. De vergüenza ajena, ¿a que sí? Yo también, yo también, :D. Abrazos.

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  2. Este capítulo me ha encantado.
    Besos.

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  3. Lo comentaba esta mañana en el blog de Margari: hay que ver qué fuerza de voluntad tenéis, yo me hubiera cansado hace mucho. Besos.

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    1. Es que "El Quijote" no me cansa, lo confieso, me gusta mucho, mucho, mucho. Abrazos.

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  4. Buen capítulo, aunque tengo más ganas de locuras quijotescas. 1beso!

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    1. Sí, yo también; don Quijote y Sancho son insustituibles. Abrazos.

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  5. Gracias por una semana más. Un beso!

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    1. De nada. Ya sabes que soy la primera que disfruta. Abrazos.

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