¿Acaso no os gustan las tardes de
tormenta? Esas tardes de treinta y siete grados a la sombra, de un
bochorno aplastante, de algunas ráfagas de viento muy, muy caliente.
De repente, el cielo se oscurece, la luz se vuelve gris, empieza a
oler a humedad y se oyen los primeros truenos. Estas tormentas de
verano te avisan con tiempo suficiente para que te pongas a cubierto,
otras cosa es que les hagamos caso. Empiezan tímidamente con unas
pocas gotas, tan calientes como antes lo era el aire, al principio
muy suaves, para ir refrescándose poco a poco a medida que se hacen
más grandes, más rápidas y más frecuentes.
Aquí es cuando empiezo a disfrutar de
ellas, sobre la cabeza, luego sobre la espalda, después en la cara.
¡Es tan agradable! Me encanta sentirlas, fresquitas, en mi cuello o
en los brazos, siempre y cuando no se transformen en el diluvio
universal. Noto el olor de la tierra al mismo tiempo que siento la
lluvia y, si no me pilla muy lejos de mi destino, me puedo permitir
el lujo de un paseo agradable, sin demasiadas prisas.
Cuando llego a casa, me descalzo, cojo
mi libro y salgo pitando hacia el balcón, antes de que se vaya la
tormenta. Lo abro, casi de par en par, y me siento en el suelo,
apoyada en la puerta; no me importa clavarme los cuarterones que la
decoran. Sin embargo, el libro que tengo ahora entre manos no me
encaja con la tormenta, el cuerpo me pide algo más... poético. Así
que hago caso de mi cuerpo y me voy a por una buena dosis de poesía.
Reviso la estantería; tengo a mano a Garcilaso:
SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,y cuanto yo escribir de vos deseo;vos sola lo escribisteis, yo lo leotan solo, que aun de vos me guardo en esto.En esto estoy y estaré siempre puesto;que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,de tanto bien lo que no entiendo creo,tomando ya la fe por presupuesto.Yo no nací sino para quereros;mi alma os ha cortado a su medida;por hábito del alma mismo os quiero.Cuanto tengo confieso yo deberos;por vos nací, por vos tengo la vida,por vos he de morir, y por vos muero.
En ese momento, cae un rayo, le sigue
el trueno: ¡Qué oportuno! Le ha puesto sonido a la fuerza del
poema. Sigue oliendo a gloria, el aire sigue refrescándose y yo
necesito cambiar el poema. Me levanto "como un rayo" a por
los versos de Lorca:
LLUVIA(...)
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,algo de soñolencia resignada y amable,una música humilde se despierta con ellaque hace vibrar el alma dormida del paisaje.Es un besar azul que recibe la Tierra,el mito primitivo que vuelve a realizarse.El contacto ya frío de cielo y tierra viejoscon una mansedumbre de atardecer constante.Es la aurora del fruto. La que nos trae las floresy nos unge de espíritu santo de los mares.La que derrama vida sobre las sementerasy en el alma tristeza de lo que no se sabe.La nostalgia terrible de una vida perdida,el fatal sentimiento de haber nacido tarde,o la ilusión inquieta de un mañana imposiblecon la inquietud cercana del color de la carne.
La tormenta ha pasado y el sol ha
vuelto, aunque mucho más tranquilo; es casi atardecer así que no se
molesta en brillar demasiado, total, se va dentro de poco. Mi momento
de poesía preferida también ha pasado ya. El balcón es un sitio
muy bucólico para estas ocasiones, pero algo incómodo para pasar
allí algo más que un rato. Así que recojo los bártulos poéticos,
entorno el balcón y me preparo una buena cena.
¡Qué bonitas sensaciones evocas! Yo también adoro las tardes de tormenta, tienen la suficiente fuerza como para hacerte consciente de toda la naturaleza que nos rodea siempre, pero no tanta como para que resulte amenazadora.
ResponderEliminarLa lluvia en general me encanta, desde siempre ha sido mi mayor fuente de inspiración (suponiendo que tenga alguna, claro, jeje).
Bueno, lo dicho, que me ha encantado la entrada, y preciosos los poemas <3.
Gracias Marsar, me alegro de que te haya gustado, ^^. Abrazos.
EliminarPreciosa entrada, Marisa :) Y, sí, me encantan los balcones, los miradores, las terrazas. Me encantan las tormentas de verano cuando me pillan en casa. Me encanta refugiarme en el cálido regazo de un libro mientras el mundo parece derrumbarse ahí fuera. Y me encanta leer estas entradas que tocan el alma. Gracias.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias a ti, solete. ¡Qué comentario tan bonito! Un besazo.
EliminarMe encantan las tormentas de verano. Son ideales, si no se va la luz, para leer y disfrutar al mismo tiempo del olor a tierra mojada. Si no hay luz, son ideales para contar historias. En definitiva, me gustan las tormentas.
ResponderEliminarBesos.
Sí, a mí también; tienen algo mágico. :)). Abrazos.
EliminarQué evocador! Jo, pero con un balcón con esas vistas sí que da gusto! Ahora que lo dices, me apetece ver llover. 1beso!
ResponderEliminarJajaja, no, mi balcón no tiene esas vistas, ¡ojalá! Son los alrededores de mi pueblo, que tampoco están mal, :D. Abrazos.
EliminarQué bien descritas las sensaciones, me ha permitido recordar muchas tardes de verano y la lectura en el balcón es una maravilla
ResponderEliminarBesos
Gracias Tatty. Quedas invitada a la inauguración oficial de mis balcones, :D. Abrazos.
EliminarQué entrada más fantástica, Marisa!... Es tan evocadora que me he sentado ahí a tu lado, descalza y escuchando cómo recitas a Garcilaso y Lorca, mientras la lluvia cae, los rayos montan su espectáculo y los truenos ponen la banda sonora. Preciosa, preciosa entrada!
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana
Gracias guapa. La verdad es que me salió del alma. Abrazos.
EliminarMe ha encantado tu entrada pero no...siguen sin gustarme las tormentas, la verdad es que me espantan, les tengo un miedo atroz.
ResponderEliminarBesos
Tú eres como mi hermana: "suplicando a santa Bárbara" cuando truena. Entiendo vuestro miedo. Quedate entonces con le lectura, ;D. Abrazos.
EliminarPrecioso momento compartido, me encanta el olor de la tierra mojada y la idea de ese balcón y los poemas ¿puedo ir? ha sido genial :)
ResponderEliminarUn beso
Precioso momento compartido, me encanta el olor de la tierra mojada y la idea de ese balcón y los poemas ¿puedo ir? ha sido genial :)
ResponderEliminarUn beso
Claro que puedes venir; te hago un huquecillo en el balcón, ;D. Abrazos.
EliminarUffffffffffff........¡qué descriptivo! Me encantan esas tormentas de verano. Recuerdo hace unos años, que en pleno Agosto ocurrió eso. Fue un gustazo tumbarse a leer en la cama mientras oías el agua caer y sentías ese aroma a tierra mojada que describes. Aquella escena se me quedó grabada. Besos.
ResponderEliminarNo me extraña, esas tormentas renuevan el aire y el espíritu. Abrazos.
Eliminar¡Que envidia me das! Yo no tengo balcón, ni buenas vistas... Menos mal que el olor de lluvia sí me llega a casa. Muy bonito lo que has escrito. Besos.
ResponderEliminarGracias. Yo tampoco tengo buenas vistas, pero aún así el balcón vale su peso en oro, ;D. Abrazos.
EliminarQué bonito, Marisa. Me ha encantado la imagen de la lectora en el balcón, "leyendo bajo la lluvia", por así decir, y eligiendo una lectura determinada que encaje bien en el momento.
ResponderEliminarA mí me gusta mucho la lluvia, pero por aquí la vemos poco. Por eso, cuando llueve, me parece un regalo, y leer mientras la oigo caer me parece una delicia.
Saludos.
Gracias Ángeles. Por aquí tampoco es que llueva mucho, no creas, pero el verano siempre nos regala alguna que otra tormenta para que disfrutemos de ese olor a tierra mojada tan bueno. Abrazos.
Eliminar¡Qué bonito lo describes! Qué yo recuerde nunca me he puesto a leer en el balcón en un momento así, pero dan ganas de imitarte, ¡qué maravilla!
ResponderEliminarBesitos!!
Jajaja, pues nada Alicia, cualquier momento es bueno para empezar. Abrazos.
EliminarMarisa, preciosa y evocadora entrada. Me ha encantado imaginarte leyendo poesía, en refugio seguro, mientras fuera rugía la tormenta. Compartimos ese amor por la lluvia y por el maestro :)
ResponderEliminarUn abrazo y feliz inicio de semana.
Gracias Marie. Me alegro de que te haya gustado. Abrazos.
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