Todos los que amamos los libros sabemos que, además de hacernos viajar, aprender, vivir otras vidas y sentir todo tipo de emociones, la lectura cura. Y yo lo comprobada en carne propia.
En la mesilla tenía a tiro de mano Yo, Julia, de Santiago Posteguillo, que me entusiasma, me engancha como un anzuelo y me enseña un montón de cosas. Sin embargo, no estaba segura de que mi estado de ánimo estuviera preparado en esos momentos para la guerra civil en que andaban metidos los protagonistas, allí donde había colocado el marcapáginas: Severo sitiaba la ciudad de Bizancio en donde se refugiaba Nigro, mientras Julia Donna aguardaba en el campamento del primero, su marido, estudiando la situación como un estratega más.
No, no era el momento de muertes y batallas. Quizás fuese mejor pedir ayuda al libro que me acompaña en el tren todas las mañanas. La literatura fantástica de sus páginas me llevaba a un mundo imaginario en el que los Guardianes de la Ciudadela se encargaban de perseguir y acabar con los monstruos que atacaban a los ciudadanos, entre peligros, misterios y un toque romántico. Sí, definitivamente Laura Gallego y su novela El secreto de Xein habían ganado la partida. Xein y Axlin tendrían que curarme los restos de nervios y susto que me quedaban. Yo, Julia descansaría en su hueco de la mesilla hasta la noche siguiente en que, esperaba, todo volvería a la normalidad.
Y, como todos los que amamos la lectura sabemos, la segunda parte de Los Guardianes de la Ciudadela cumplió con su función y me acunó, y me tranquilizó, y me concentró en la lanza que Xein hizo volar para atravesar al metamorfo que había suplantado a un humano al que acababa de matar. Y por fin se me empezaron a cerrar los ojos, y el calor dio una tregua, y el aire pareció empezar a soplar y, una vez más, la lectura me curó.
Foto tomada de Google |
Me alegra Marisa que los queridos libros y en este caso Xein y Axlin te curaran los nervios pasados. Estoy contigo que nada mejor que el efecto curativo de una buena lectura para relajarnos.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegro de que te hayan servido de ayuda. Un buen libro, a veces ayuda más que cualquier medicina. Un beso.
ResponderEliminarQue bien poder contar siempre con un libro, que afortunados somos, ¿verdad?
ResponderEliminarUn abrazo
Está claro que la lectura es una de las mejores medicinas; y, como relajante, no veas el efecto tranquilizador que producen. En mi caso, me decantaría por Yo, Julia, porque Posteguillo es uno de mis eternos autores pendientes, y ya va siendo hora de saldar esta cuenta lectora que tengo. Abrazos.
ResponderEliminarYo he estado enferma estos días y he tenido tiempo para pensar mucho. Me ha ayudado leer, los libros curan
ResponderEliminarBesos
Los libros son tan curativos para todo tocaya. Me alegro que solo fuera un susto. El libro lo tengo en casa. Es mi marido quien lee con fervor a Posteguillo. Yo solo me he atrevido con los tres más pequeñitos. Bseos
ResponderEliminarQue bien que un libro te ayude tanto y más uno de fantasía, que ya sabes que me encantan.
ResponderEliminarBesos!
Hola!que fantástica y curiosa entrada.mira por donde se te infiltró un amigo!nadie había contado algo similar.muy bueno!
ResponderEliminarYa te imaginarás, Marisa, que no puedo sino estar absolutamente de acuerdo contigo. Los libros son como un amigo sabio y amable que siempre tiene tiempo para nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo, y cuidado con los sustos, eh?