domingo, 20 de agosto de 2017

Las lecturas de mi verano

En verano, mi tiempo se sale de madre. La rutina se interrumpe continuamente por periodos  de veraneo llenos de comidas fuera de hora, aperitivos a cualquier hora, desayunos descomunales que duran horas, cenas a malas horas... todo descontrolado y salpicado a lo largo del día según surga. Este desorden, sin embargo, me permite picotear de muchas cosas diferentes y saborearlas sin prisa, paladeando, desde un paseo por la playa con el sol recién salido, o una exposición sin cabezas incómodas y miopes, hasta lecturas calmadas manchadas de arena, de horchata o de una Mahou bien fresquita.
Esas lecturas no han sido muchas si las comparamos, pero sí han sido siempre estupendas compañeras. La que llegó primero fue La casa de Vapor, de un Julio Verne decidido a pronosticar las vacaciones futuras de los aventureros que se llevan la casa a cuestas. Como su tamaño era considerable, me vi obligada a sustituirlo por Penelope Fitzgerald y su El inicio de la primavera, que se acomodaba mejor en la mochila de viaje y me traía los fríos de Rusia a principios del siglo XX. Estos dos amigos se alternaron unos días mientras los iba acabando, poco a poco, entre la cama y el tren que me devolvían a la rutina, aunque fuera solo por un tiempo.
Durante esta etapa de recuperación de la normalidad, eché mano de Care Santos para adaptarme de nuevo, ya que había estado "poniéndome ojitos" desde que Círculo la trajo a casa. Con Media vida, me colé en una reunión de antiguas compañeras de colegio y me enteré de todas sus desventuras. El sabor de boca fue extraño, fresco de paso pero con aristas y retrogusto amargo. 
Esto hizo que, con la vuelta al maravilloso desorden del segundo veraneo, me tirara de cabeza a por una lectura que yo imaginaba relajadísima, es decir, entretenimiento sin pretensiones. Busqué en la bolsa de las últimas adquisiciones, que aún colgaba del respaldo de la silla, y me decidí por La tumba perdida, de Nacho Ares quien, de la mano de Howard Carter, abrió para mí la tumba de Tutankamón y me permitió acompañarle en todos los tejemanejes y misterios que persiguieron a su descubridor y a su equipo. Empecemos el recorrido.
La casa de vapor. Un grupo de amigos atraviesan la India en el primer prototipo de caravana que Julio Verne imaginó muchos años antes de que los alemanes lanzaran la primera de su especie. Buscaban diferentes objetivos, hoy, políticamente nada correctos: uno, la caza del tigre número cincuenta, otro, la venganza por la muerte de su esposa a manos de los rebeldes sublevados contra el imperio de "su graciosa majestad", el resto, ayudar en lo que puedieran. Además del descubrimiento de zonas y costumbres del país, he descubierto cómo cambian los puntos de vista y los valores morales de una época. 
La amistad y el honor podían justificar actitudes que hoy no compartiríamos, aunque justifiquemos otras igual de inmorales. Además de comprobar los conocimientos científicos del señor Verne, he disfrutado de la aventura y de la fantasía que emocionaba a los lectores del siglo XIX.
El inicio de la primavera. Penelope Fitzgerald no me ha defraudado, como me esperaba. Caí rendida a sus pies en La librería, aunque me marché bastante cabreada con el final, igual que aquí. En un ambiente totalmente distinto a ese pueblecito de Hardborough, aunque igual de opresor, Frank Reid debe afrontar el abandono de su mujer y los conflictos sociales de principios del siglo XX en medio de los fríos rusos, mientras la primavera va llegando a Moscú, despacito. ¿Lo más increíble para mí? La capacidad de la escritora para comportarse como un auténtico autor ruso en esa capacidad de dejarme boquiabierta por el comportamiento de los personajes: extraño, incomprensible e ilógico, al menos para mí, evidentemente. 
La he visto combinar magistralmente su maravillosa capacidad de describir los paisajes al más puro estilo victoriano con esos personajes de la literatura rusa tan emocionales y extremados, que pasan del llanto a la euforia en lo que dura un abrazo; todo esto dicho desde mi exclusivo y personal punto de vista, y según mi experiencia personal of course.
Media vida. Cuatro antiguas compañeras de colegio deciden reunirse después de treinta años. Algunas han tenido relación, otras no, pero ninguna ha conseguido olvidar lo que vivieron en ese internado de monjas de los años cincuenta. Con esto os lo digo todo. 
A pesar de cuánto me gusta cómo escribe esta escritora, de su capacidad para volcar los sentimientos más extremos de sus personajes sin resultar amarillista, de la facilidad con la que consigue que conecte con sus protagonistas, en esta ocasión, me ha hecho sentirme ante un ajuste de cuentas, un resarcimiento personal o algo así, donde hay malos malísimos y buenos buenísimos, sin grises. 
Esto no quiere decir que no haya disfrutado de la novela, pero no tanto como esperaba cuando la veía tan colocadita en la estantería, teniendo en cuenta lo vivido con otras de sus obras.
La tumba perdida. Howard Carter acaba de descubrir la tumba del farón-niño, pero no solo eso; hay algo más que hace que intenten matar a sus amigos y echarle a él del país. Nacho Ares, conocido por su colaboración en Cuarto milenio, no me ofrecía muchas garantías (es que los famosos de la tele me dan cierto yuyu) y, por suerte, sin ningún fundamento. Además de encajar perfectamente los datos históricos y los posibles hechos reales con la ficción literaria, ha humanizado la figura de este egiptólogo imaginando sus miedos y dudas, los rasgos de su carácter, su relación con su mundo, etc. Y ha hecho lo mismo con Tutankamón viajando a su reinado. Me ha traído y llevado de 1922 d.C. a 1327 a.C. sin que me despeinase, disfrutando tanto de un momento como de otro y alternándolos con mucho equilibrio. Y lo mejor: ha sido capaz de "imaginar" lo que pasó en ambos periodos sin darle patadas al rigor histórico y respetando lo "posible" y lo "probable", algo que no pasa muy a menudo en la novela histórica.
Ahora me las veo con Isabel Allende que, como de costumbre, me tiene "embrujada", curiosamente, igual que hace un año por estas fechas con El amante japonés. Pero esa es otra historia, que contaré más adelante.

11 comentarios:

  1. Muy tentadores ! Salvo "Media vida", que no me llama. Gracias por tu magnífica reseña 😘

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    1. Gracias a ti, Adriana, por venir a visitarme. Abrazos. ;D

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  2. Vaya vaya lo que cunde un verano en apariencia caótico. Pues al lío. Verne, ese no lo conocía y para estas cosad están los blogs, para no quedarse de la tierra a la luna dando la vuelta al mundo llevando correo. Me ha gustado lo que cuentas y también esa reflexión a la crítica que hacemos del pasado sin mirar cómo nos va ahora.
    El de Care vaya, este tipo de libros en el que la autora o autor se despacha sin mirar se me quedan un poco cortos,demasiado sesgados y personales. Como si me estuviera metiendo donde nadie me llama. Lo tenía en la lista pero sin prisa.
    Penelope la descarto porque me apetece mucho lo que dices de ella hasta que llegas a lo del final y como que no quiero arriesgarme.
    El de Ares también me lo llevo, aunque también recelo de los televisivos, si salen en Cuarto Milenio es distinto. Y me gusta esa aventura que además me puede venir muy bien.
    Abrazos

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    1. Pues mira:
      - Verne merece la pena para situarnos en el momento en el que vivimos y ver cómo hemos cambiado, como dice la canción. Y por salirse de Willy Fog y otros compadres.
      - Care Santos siempre merece la pena, pero en esta ocasión la he visto más centrada en "regañar" que en perfilar personajes. Defecto mío, seguro. Me gustará ver lo que piensas si, al final, lo lees.
      - Lo del final de Penelope es solo problema de mis gustos personales, nada más, porque hubiera preferido otro. Ahora, eso sí, el postfacio de Terence Dooley merece la pena. Eso olvidé decirlo, ¡vaya!
      - Y Ares ha sido la reconciliación con los "televisivos" ;D.
      Abrazos guapa.

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  3. ¡Menudas recomendaciones nos traes hoy! AS mí también me dan yuyu los famosetes, pero si en tu opinión merece la pena, lo leeré. Egipto y, en especial, Tutankamon me llaman mucho la atención. Un beso.

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    1. Pues seguro que con este vas a disfrutar de lo lindo. Ya me contarás. Un beso Lady.

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  4. Ains, Marisa: serán pocas lecturas, pero todas ellas muy atractivas, ya lo creo. La de Care Santos la tengo pendiente de lectura. Y tomo buena nota de La casa de vapor, de mi idolatrado Julio Verne.
    En cuanto a los eventos veraniegos que mencionas, pues quien más y quien menos se dedica a esos menesteres; aunque, en mi caso, sustituyo la Mahou por Estrella Galicia, que me encanta. Y si de esta casa cervecera pruebas su 1906, pues ni te cuento: una delicia. En fin, lo bueno se va acabando y pronto empezará la rutina. Aunque en mi caso esa rutina ya es anual, al estar jubilosamente jubilado. Abrazos.

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    1. Jajaja, Francisco, probaré esa Estrella Galicia 1906 encantadísima; a mí también me gusta esta casa;D. Ya hablaremos entonces de Caro Santos, a ver cuál es tu opinión. Y sobre tu "rutina anual", no te puedes hacer una idea de la envidia que me das :D. Gracias por pasarte por aquí, abrazos.

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  5. hola! empezaria con care santos, que ya lei y me encanto, y luego seria fitzgerald, luego verne y el de egipto ultimo, no se o no, de hecho son tus lecturas y nosotras contentas esperando tus reseñas.gracias y abrazosbuhos.No te fies demasiado de nuestra lista podemos cambiar el orden!

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  6. Hola de nuevo Marisa,
    Hemos coincidido con Care Santos, aunque yo era mi primer acercamiento a esta escritora. Y sí me ha gustado, la leí muy bien y conectas con la historia pero hay un pero que igual es lo que tú dices, hay algo que no me acabó de convencer, como esa diferenciación entre buenos y malos. No sé, pero desde luego tengo ahora Diamante azul para leer, a ver qué tal. ¿Qué obra recomiendas de esta escritora?
    Besos

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  7. En el verano se rompen mis rutinas, y me encanta eso de desayunar eternamente o cenar cuando se supone que ya no procede. Me apunto el del inicio de la primavera. Media vida me gustó mucho. Un besote!

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