domingo, 12 de marzo de 2017

El maestro: Sorolla

Casa museo Joaquín Sorolla. Madrid
Eso de que no solo de pan vive el hombre es una verdad como un templo, porque también vive de darle gusto al espíritu: con arte, con días de sol y con buena compañía. Y ya después se dedica uno al pan, al vino, al aperitivo y a unas buenas raciones con los amigos.
   Ayer fue uno de esos días que salen redondos, que empiezas con un paseo mañanero mientras notas los primeros calorcitos de un sol que promete, sigues con una exposición de esas que te llenan el alma y acabas pasando de unas risas a otras, hablando de lo divino y de lo humano, y brindando por Sorolla.
   ¿Por qué precisamente por Sorolla? Porque gracias a él veníamos de disfrutar de esas cosas que solo los grandes artistas consiguen: transmitir; transmitir sensaciones, atmósferas, vivencias y luz, eso es lo que don Joaquín había hecho en esos cuadros, y nos había dado de lleno a nosotros. Así que... ¡A brindar por él!
   La entrada en su casa ya es un privilegio. Te recibe un jardín pequeño y encantador que parece estar siempre lleno de luz, da igual como esté el día, y que te lleva despacito, de patio a patio y de fuente a rincón hasta la entrada. Dentro está su casa, llena de su vida: sus cuadros, sus pinceles, sus libros, sus fotografías, y estoy segura que de sus pensamientos. Esta vez, además, estaba también la exposición Sorolla en París, que recogía aquellas pinturas con las que el maestro dejó boquiabiertos a los artistas parisinos, al tiempo que él también los admiraba, aprendía de ellos y se hacía más grande, transformando todo aquello en su propia forma de pintar.
   
Cosiendo la vela
Él venía de Venecia, de aprender allí también de los grandes, llevando con él su admiración por Velázquez, que no es poco, lo que le permitía valorar mejor lo que encontraba. De aquí pasó a París, y allí les enseñó algo de lo que llevaba bajo el brazo, a ver qué les parecía. ¿Qué les iba a parecer?:
"Una vez más es un extranjero, Joaquín Sorolla, de Valencia, quien da la nota más resonante y quien produce la mayor impresión”. -- Charles Yriarte, Supplément du Figaro, Paris, 1895."
(…) [los apuntes] encerraban en sus pocos centímetros cuadrados toda la brisa marina, toda la magia huidiza del Mediterráneo, con un brío, con una ciencia, con un ardor, con una flexibilidad y un virtuosismo en los valores, que maravillaban la vista y el espíritu”. -- Camille Mauclaire. L’Art et la Décoration, 1906."
   Sorolla aprendió todo lo que pudo, en lo que era el centro del mundo artístico, empapándose del naturalismo, el impresionismo y la increíble vida artística que existía en París. A cambio les dejó la luz del Mediterráneo, la calidez de su sol, la habilidad de pintar la atmósfera y su maestría para tocar el corazón, al menos el mío.
  Yo sentía la brisa del mar cuando te acercas a la orilla para mojarte los pies, notaba el calor del sol cuando te sientas en las rocas, el frescor y el resguardo de las parras cuando fuera aprieta el bochorno. Notaba su amor por su familia en los retratos que se exponían, el respeto por el otro en sus pinturas de pescadores, mujeres y niños, y su enorme amor al mar. Era imposible pasear entre sus cuadros sin emocionarse, sin disfrutar. Alguna amiga me enseño su carne de gallina ante una de sus obras. A menos que se tuviera agua en las venas o los pies muy doloridos, era impensable moverse por allí, de paso, como el que ve escaparates; no quedarse clavado al suelo ante un agua cristalina que se movía y reflejaba los rayos del sol; no abrir la boca como un bobo viendo chapotear a los niños en la orilla o a los pescadores arrastrando sus barcas.
Pescadores valencianos

    No, imposible. La única posibilidad que esta exposición dejaba era la de marcharse de allí flotando, habiendo alimentado al espíritu con el mejor manjar, y dejándolo ya listo para las necesidades del cuerpo, que en este caso se apaciguaron con un tinto ribera, un blanco barbadillo y unas raciones a su altura.
   "Aquello no es pintar, es robar a la naturaleza la luz y los colores. -- Vicente Blasco Ibáñez, 1887."

25 comentarios:

  1. Gracias por compartir con nosotros tus impresiones de esta exposición, así es como si también la hubiésemos visitado
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de haberla acercado, aunque solo sea un poquito. Abrazos.

      Eliminar
  2. Ciertamente con tus letras se denota la emoción sentida en la contemplación de las ventanas pintadas de este fabuloso artista.
    Gracias por compartir lo sentido. Sorolla es grande ¡Ya lo creo!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que se me ponían los pelos de punta delante de más de un cuadro. Abrazos.

      Eliminar
  3. La verdad es que la pintura no me atrae demasiado. Hay pocos pintores que me digan algo a través de sus lienzos, pero gracias por la info. Si tengo ocasión, iré a ver esos cuadros. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues si te decides, ya me contarás. Quizás te sorprendas con alguno de ellos, ;D. Abrazos.

      Eliminar
  4. Es genial, es de esos cuadros en los que te apetecería entrar y perderte durante un tiempo. El arte relaja mucho, es como que te pone en paz y deja el mundo y sus problemas fuera.
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo creo. En algunos me hubiera gustado meter la mano, de haber podido. Abrazos.

      Eliminar
  5. Me encanta Sorolla y este museo es muy, muy agradable de visitar. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Esta es una entrada peculiar: más que literaria, es gastropictórica :D
    Esto que digo puede ser una bobada, pero todo lo que dices tú es muy verdadero ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ángeles. De vez en cuando me gusta hablar de otras cosas que no son libros. Y tú nunca dices bobadas, ;D. Abrazos.

      Eliminar
  7. hermoso! nos has dejado sin palabras. te compartimos con muchisimo gusto y pñacer! saludosbuhos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a vosotras. El placer es siempre mío. Abrazos.

      Eliminar
  8. Adoro Sorolla.... Me encantaría visitar su museo. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues nada, tocaya; la próxima vez que vengas por Madrid, no lo dudes y date un garbeo por esta casa. Estoy segura de que no te arrepentirás. Abrazos.

      Eliminar
  9. Muchísimas gracias por compartir tus impresiones, los que no tenemos la suerte de vivir en ciudades con una gran oferta cultura, bebemos de experiencias de otros como tú
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un placer. Me gustaría hacerlo más a menudo, pero no creas que los que tenemos esta suerte, sabemos aprovecharla :( Abrazos.

      Eliminar
  10. Ains, Marisa. Precioso artículo el que nos regalas sobre tu visita a la casa museo de Joaquín Sorolla. Te hago una profunda reverencia, porque el sombrero no me lo puedo quitar, que ya no se estila llevar tan delicado complemento. Está claro que disfrutaste y absorbiste todo lo que en ella se podía visitar. Me alegro de que así de productiva haya sido tu visita, y terminada como mandan los cánones. Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Francisco. Da gusto ver que recibes tan bien este tipo de entradas ;D. Intentaré hacerlas más a menudo. Abrazos.

      Eliminar
  11. Bonita tu entrada, mientras te leía recordaba esos preciosos cuadros de Sorolla, la preciosa luz que retrata, las risas, la vida que inunda cada uno de sus cuadros.
    Es un gusto cuando un día sale tan redondo y se disfruta tanto como se percibe en tus letras.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que sí, Conxita, estos momentos son la sal de la vida. Abrazos.

      Eliminar
  12. Gracias! Sobre todo el primer cuadro me gusta mucho.
    Besos!

    ResponderEliminar
  13. La verdad es que no entiendo mucho de pintura pero El Segundo me ha gustado.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...