domingo, 13 de noviembre de 2016

La Celestina

Hacía frío. Paseaba arriba y abajo mientras esperaba al resto. Las puertas del teatro estaban abiertas de par en par y las luces lo inundaban todo. La gente entraba y salía en busca de sus entradas. Se representaba La Celestina.
   Mi memoria trabaja cuando quiere, y sabiendo que podía pillarla de vacaciones, había ojeado un poco la obra días antes para recordar lo más importante y revisar esas notas al margen que hice hace siglos cuando estudié, analicé y estrujé el libro a los 15 años, en el instituto, bajo la dirección de una excelente profesora de Literatura que nos hizo sacarle todo el jugo a los entresijos del relato. 
   La Celestina es una obra difícil para hacerla sobre un escenario a pesar de ser teatro (sobre esto hay grandes discusiones, por cierto): hay mucho cambio de escenarios, y muy rápidos; dura bastante; sus diálogos son densos, difíciles y con mucho cambio de registro; en una palabra, hay que tener las ideas claras para atreverse con ella. Quizás por eso estaba nerviosa, o emocionada, o desconfiada.
   Todo brillaba como de costumbre desde el patio de butacas. A pesar de no reconocer el antiguo teatro en el que tanto había disfrutado y de no acostumbrarme a esa reconstrucción que lo había "globalizado" con tantos otros recuperados en los últimos años, sentía el mismo cosquilleo de entonces y repasaba con los ojos cada pequeño rincón de la sala, hasta que llegué al escenario. El telón estaba alzado, el decorado (dos o tres escaleras de madera, enormes) dispuesto, las luces tenues. Aquello me sorprendió un poco, parecía todo tan "estoico", tan "contemporáneo". Y sentí una punzada de temor ante una posible "versión libre", punzada que compartí con quienes me acompañaban tan solo con mirarnos. Y así fue como empezó la actuación: de forma libre.
   Los actores, todos muy jóvenes (salvo Celestina, que lo era algo menos), fueron apareciendo poco a poco, vestidos de calle y explicando el contexto en el que se escribió la obra, con algún que otro juicio de valor muy personal sobre el tema. No pudimos evitar que se nos escaparan un "puf", un "pues vaya" y un ceño fruncido.

   Pero todo aquello cambió. Calisto y Melibea empezaron a "declamar" su amor bastante correctamente. Celestina se encargó de hilar la maraña de sus encuentros y de sacar partido de sus amores con maestría y un buen hacer sobre las tablas. Los tres estuvieron muy bien acompañados por cuatro actores más, que se repartieron los papeles al tiempo que cambiaban el orden de las escaleras y de las cortinas traseras, para llevarnos del jardín de Pleberio a la casa de citas de la alcahueta o una iglesia o a las habitaciones de cada uno de los enamorados. Una buena dirección que fue capaz de hacernos olvidar la tramoya, el mobiliario, los ropajes.
   El lenguaje del siglo XV fluía con normalidad, en general, muy bien manejado por todos los actores. Los guiños cómicos bien infiltrados en el drama, como corresponde a una tragicomedia. Los "hitos" de la historia bien seleccionados para comprender qué se contaba y por qué. Cuando llegó el final, hasta la más incrédula aplaudía lo que había sido una buena representación, llevada a cabo con entusiasmo por una compañía joven que apuntaba maneras y que, seguro, corregiría pronto lo que se apreciaba fruto de no estar aún madura.
   Salimos del teatro muy despacio, para saborear un ratito más esa hora y media tan agradable que habíamos pasado, compartiendo comentarios, sensaciones, felicitaciones. Y el frío, un frío que nos llevó corriendo al coche, donde pudimos alargar un poco más lo que habíamos visto.

9 comentarios:

  1. Me alegro de que fuera cambiando para bien. No entiendo esos making of, si lo tienes que explicar es que no lo haces bien y ademas, deja al público que interpretr lo que quiera ¿no?
    Bueno. El caso es que lo pasaste bien y mereció la pena. Yo con el teatro no comulgo y casi no he leído nada.
    Abrazos

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  2. Qué experiencia, me encantaría verla respresentada, e incluso ahora que te leo, repetir lectura, que la leí y la estudie hace siglos. Un besote.

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  3. Lo que más me ha gustado de tu entrada ha sido ese recuerdo que has tenido para la profesora que te ayudó a sacarle todo el partido a la obra.
    Y también que tu reticencia inicial no te impidiera reconocer y disfrutar los aciertos que fuiste descubriendo a lo largo de la representación.
    Tanto una cosa como la otra dicen mucho de ti.
    Un abrazo.

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  4. Me ocurrió algo parecido una vez en la ópera que iba esperando ver El barbero de Sevilla y lo habían modernizado, fue una pequeña decepción. La Celestina he leído el libro pero hace un montón de años
    Besos

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  5. Me pasa lo que a Tatty: años ha que leí este mítico título. Por tu crónica, ante la expectación que había, parece que al final disfrutaste de su puesta en escena. Me alegro. Debe de ser de las obras de teatro más complejas para poner en escena, como bien dices. Abrazos.

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  6. Hace bastante que no voy al teatro y mira que lo disfruté mucho en su día. Del libro no me acuerdo mucho la verdad :)
    Besos!

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  7. Qué buena entrada y qué capacidad para transmitir y contagiar las ganas de ver una representación de un clásico más conocido que leído
    Besos

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  8. Creo que todos los que hicimos BUP, independientemente de la rama elegida en 3º, fuimos obligados a leer la Celestina. Yo, como niña obediente y aplicada, la leí, la comenté, me examiné de ella... Pero no la recuerdo como uno de mis libros preferidos. Quizá era tan inocente que no acababa de entenderla. Un abrazo.

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  9. Gracias a todos por pasaros por aquí y por esos comentarios tan ambles que hacéis. Aunque no os conteste uno a uno, os he leído a todos. Abrazos y besos.

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