domingo, 20 de noviembre de 2016

Una mezcla extraña

La verdad es que no sé muy bien cómo describir este libro. El Libro de los Baltimore, de Joël Dicker, ha resultado una lectura extraña no por su contenido, sino por lo que me ha provocado. Si tuviera que describirlo con una sola palabra, usaría "americanada", así, tal cual. Sin embargo, no sería totalmente justa.
   Es cierto que el argumento es una total y absoluta americanada, llena de tópicos de esos que se repiten miles de veces en el cine: dos ramas de una misma familia; una rica, influyente y además encantadora (que terminará mostrando sus miserias como las demás) y otra trabajadora, gruñona y menos deslumbrante (que acabará manteniéndose más firme que la otra). Tres primos que se adoran, pero que en el fondo ocultan graves secretos, y una chica en medio de ellos, claro está, con la que viven una adolescencia feliz y maravillosa hasta que una gran desgracia destruye y desmorona todo su mundo. Rencores estúpidos, malentendidos que acaban en desgracias, impresiones que resultan no ser lo que parecen. ¡No me digáis que no os suena de nada, que no me lo creo!
   Bien, pues como me ha pasado varias veces últimamente, a pesar de esto, no he podido dejar de leer hasta el final, y me he encontrado con detalles que la "rescataban" del montón de los abandonados. No es que al final me haya atrapado la historia, aunque está bien contada y no se hace monótona, y eso que es muy previsible. Pero sí lo ha hecho la forma de escribir de su autor. 

   Joël Dicker ha sabido contar la vida de esta familia con un lenguaje sencillo, explicando muy bien los sentimientos de su principal protagonista, Marcus Goldman, y las situaciones vividas por él y el resto de personajes, a veces, gracias a imágenes muy poéticas. El propio Marcus será quien nos hable directamente y nos desvele todos los acontecimientos vividos por él y su familia, sobre todo, por sus primos, sus tíos y Alexandra, el amor de su vida. Toda la historia serán sus recuerdos, sus sentimientos y pensamientos, los descubrimientos que va haciendo sobre los secretos familiares. Mediante continuos saltos en el tiempo, adelante y atrás, vamos conociendo a todos los personajes de la novela, unos personajes bastante bien construidos, convincentes, pero, como el propio argumento, previsibles y cargados de tópicos. Esos saltos, que parecen no tener orden ni concierto, sin embargo, están muy bien hilvanados con la marcha de la historia, bien fechados por el autor en cada capítulo, bien introducidos por los diferentes personajes cuando hablan de sus recuerdos. En ningún momento nos perdemos ni nos confundimos.
   Además, consigue que el misterio ronde la novela desde las primeras páginas. El "Drama", como lo llama el protagonista, está presente todo el tiempo, es el motivo de la historia, su origen y su fin, y hasta que pasamos la última página, no se desvela ese misterio, ya que mantiene varios "flecos sueltos" que no resuelve hasta el final, un final feliz en toda regla.
   De ahí lo de "una mezcla extraña", porque es el resultado de una rara combinación de historia manida y muy repetida con una gran habilidad para contar y una muy buena manera de escribir.

domingo, 13 de noviembre de 2016

La Celestina

Hacía frío. Paseaba arriba y abajo mientras esperaba al resto. Las puertas del teatro estaban abiertas de par en par y las luces lo inundaban todo. La gente entraba y salía en busca de sus entradas. Se representaba La Celestina.
   Mi memoria trabaja cuando quiere, y sabiendo que podía pillarla de vacaciones, había ojeado un poco la obra días antes para recordar lo más importante y revisar esas notas al margen que hice hace siglos cuando estudié, analicé y estrujé el libro a los 15 años, en el instituto, bajo la dirección de una excelente profesora de Literatura que nos hizo sacarle todo el jugo a los entresijos del relato. 
   La Celestina es una obra difícil para hacerla sobre un escenario a pesar de ser teatro (sobre esto hay grandes discusiones, por cierto): hay mucho cambio de escenarios, y muy rápidos; dura bastante; sus diálogos son densos, difíciles y con mucho cambio de registro; en una palabra, hay que tener las ideas claras para atreverse con ella. Quizás por eso estaba nerviosa, o emocionada, o desconfiada.
   Todo brillaba como de costumbre desde el patio de butacas. A pesar de no reconocer el antiguo teatro en el que tanto había disfrutado y de no acostumbrarme a esa reconstrucción que lo había "globalizado" con tantos otros recuperados en los últimos años, sentía el mismo cosquilleo de entonces y repasaba con los ojos cada pequeño rincón de la sala, hasta que llegué al escenario. El telón estaba alzado, el decorado (dos o tres escaleras de madera, enormes) dispuesto, las luces tenues. Aquello me sorprendió un poco, parecía todo tan "estoico", tan "contemporáneo". Y sentí una punzada de temor ante una posible "versión libre", punzada que compartí con quienes me acompañaban tan solo con mirarnos. Y así fue como empezó la actuación: de forma libre.
   Los actores, todos muy jóvenes (salvo Celestina, que lo era algo menos), fueron apareciendo poco a poco, vestidos de calle y explicando el contexto en el que se escribió la obra, con algún que otro juicio de valor muy personal sobre el tema. No pudimos evitar que se nos escaparan un "puf", un "pues vaya" y un ceño fruncido.

   Pero todo aquello cambió. Calisto y Melibea empezaron a "declamar" su amor bastante correctamente. Celestina se encargó de hilar la maraña de sus encuentros y de sacar partido de sus amores con maestría y un buen hacer sobre las tablas. Los tres estuvieron muy bien acompañados por cuatro actores más, que se repartieron los papeles al tiempo que cambiaban el orden de las escaleras y de las cortinas traseras, para llevarnos del jardín de Pleberio a la casa de citas de la alcahueta o una iglesia o a las habitaciones de cada uno de los enamorados. Una buena dirección que fue capaz de hacernos olvidar la tramoya, el mobiliario, los ropajes.
   El lenguaje del siglo XV fluía con normalidad, en general, muy bien manejado por todos los actores. Los guiños cómicos bien infiltrados en el drama, como corresponde a una tragicomedia. Los "hitos" de la historia bien seleccionados para comprender qué se contaba y por qué. Cuando llegó el final, hasta la más incrédula aplaudía lo que había sido una buena representación, llevada a cabo con entusiasmo por una compañía joven que apuntaba maneras y que, seguro, corregiría pronto lo que se apreciaba fruto de no estar aún madura.
   Salimos del teatro muy despacio, para saborear un ratito más esa hora y media tan agradable que habíamos pasado, compartiendo comentarios, sensaciones, felicitaciones. Y el frío, un frío que nos llevó corriendo al coche, donde pudimos alargar un poco más lo que habíamos visto.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Peticiones

Una entrada más vuelvo con las peticiones de algunos escritores que me han presentado su trabajo. No es mucho lo que yo puedo hacer, pero siempre es agradable saber que han visto mi blog como una oportunidad. Aquí os dejo la información.
La primera en "desfilar" es Mireia de No Honrubia.
Mireia me lo ha puesto un pelín difícil al no incluir información sobre ella o sobre el argumento del libro. Pero, honestamente, yo tampoco caí en la cuenta de pedírselo. Lo menos que podía hacer, por tanto, era investigar por mi cuenta, y esto es lo que encontre:
Mireia de No Honrubia es una escritora que no sólo escribe. Cuida animales, pinta, estudia, es una buena investigadora y tiene un máster en gestión de colecciones y museos, también tiene estudios de márketing. Tiene todas estas habilidades pero en el momento en el que se publica esta novela no tiene un trabajo de verdad. La autora escribió este libro en 2012 cuando aún tenía un poco de esperanza en la humanidad y la sociedad.
Seguí navegando por estos mares de internet y encontré su blog (221-bakerstreet.blogspot.com.esque, seguro, puede seros útil si queréis saber más de su novela. Por cierto, ya va siendo hora de presentárosla:
Oasis 3, su segunda novela. La primera fue Frío y Bruma. Aquí os dejo la sinopsis y los enlaces donde la podéis encontrar:Una chica despierta sin memoria en una pequeña cala rodeada deacantilados. Alejándose del mar encuentra una aldea y es golpeada en la cabeza por alguien desconocido. Este incidente es olvidado de inmediato, nadie parece preocupado en ese lugar, la recién llegada es acogida y tratada como una más. Sólo después de sucesos extraños la chica empieza a preguntarse sobre el comportamiento de los aldeanos. ¿Qué es este extraño lugar?
Smashbooks: https://www.smashwords.com/books/view/669216 (Al precio que quieras).

Mi segundo invitado es Javier Salazar Calle, un antiguo conocido que ya ha estado en mi blog con sus anteriores libros Ndura. Hijo de la selva y  Usa LInkedIn como si fueras un experto. Su nueva novela Sumalee. Historias de Trakaul, supone un cambio de registro sobre los anteriores, centrándose más en temas adultos, como la violencia o las relaciones. 
Aquí os dejo el resumen que él mismo me ha facilitado:
A veces la vida no da muchas opciones y las que te ofrece no tienen por qué ser las que más te agraden. Ni siquiera tienen que gustarte.Este libro cuenta la historia de David, un hombre que viajó desde España a Singapur para iniciar una nueva vida. Allí conocerá el amor, la esperanza, la traición, el dolor y vivirá una tórrida historia que va más allá de fronteras y nacionalidades con una desconcertante mujer. Sin saber cómo, acabará en el infierno de Bang Kwang; una cárcel tailandesa de máxima seguridad. Un lugar donde los cuerdos pierden la razón o se suicidan porque no soportan la presión.
Una historia apasionante de amor, sexo, misterio y violencia que transportará al lector por un torrente de sentimientos y aventuras que le atrapará desde la primera página. Novela cargada de emociones que, unido a un sorprendente final, no dejará indiferente a nadie.
Javier también me ha proporcionado enlaces para quienes estén interesados en su novela. Aquí os los dejo:
Web: http://www.javiersalazarcalle.com

Muchísima suerte a los dos.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Vino y lectura

¿Hay mejor compañía para un buen libro que un buen té o un buen café? ¿Y qué me decís de un buen vino? No me digáis que no es agradable paladear un libro al mismo tiempo que un Ribera, o un Rioja, o un Alvariño, elegid vosotros el que prefiráis.
   Precisamente eso es lo que hice cuando cayó en mis manos La bodega, de Noah Gordon: meterme de lleno en el ambiente y pasearme por la vida de Joan Álvarez con una copa en la mano. Siempre que el fin de semana me lo permitía, me sentaba cómodamente en el sofá con un pequeño aperitivo y mi copa de vino, mientras saboreaba la historia.
   Que Noah Gordon escribe bien no es ningún descubrimiento, y que sabe dar a sus historias emoción y realismo, tampoco. No es necesario que os describa sus virtudes literarias. Pero sí os contaré cómo ha conseguido hacerme parte de la historia y casi ir del brazo de sus personajes.
   
Joan se marchó a Francia huyendo de una guerra civil entre carlistas y liberales, y cayó en medio de un viñedo en el que trabajó cuatro años y en el que aprendió todo lo que pudo sobre tierra, viñas y vinos. Y cuando sintió que era el momento de regresar, regresó. Encontró su casa vacía y abandonada, su pequeño viñedo casi perdido y su pueblo más pobre que cuando lo dejó. Entonces decidió darle vida a sus viñas, trabajar de sol a sol para sacar adelante su terreno y convivir en paz con sus vecinos. Todo lo que hace hasta conseguirlo, la aparición de viejos fantasmas, el descubrimiento de antiguos secretos forman el argumento de la novela, pero no su razón de ser.
   Todo lo que vive Joan, María del Mar, sus vecinos, sus recuerdos, han sido las herramientas del autor para tenerme enganchada, para que el argumento me resultara interesante y quisiera saber más, pero en realidad han sido la excusa para hablarme de los sentimientos de los protagonistas, de su manera de enfrentarse a las miserias de la vida, de hacerse fuertes o débiles ante ellas, de las injusticias y de las decepciones que sufrían, también de la generosidad y de la colaboración, y del amor claro.

   La parte histórica está bastante bien documentada; el reflejo de las costumbres y tradiciones, también. He echado de menos, quizás, un poco más de profundidad sobre el mundo del vino, pero solo por gusto personal, no porque fuera a aportar nada nuevo a la novela. Todo lo referente a la sociedad de aquella época, a sus creencias, a los avances que se empezaban a vislumbrar y a las sombras que aún seguían están perfectamente encajados en el argumento a través de los diferentes hilos temporales, de los recuerdos de Joan, de los relatos de Nivaldo. 
   He disfrutado sobre todo con el amor de Joan por su tierra, con su forma de trabajar para hacerla mejor, de planear las mejoras, los pasos que debía seguir, los esfuerzos y los riesgos que necesitaba llevar a cabo. He disfrutado también con su relación con Francesc y con María del Mar, su acercamiento cauteloso para conseguir la confianza de quien siempre se había visto herida y defraudada. 
   
Agradezco al autor que se haya alejado de los tópicos que siempre suelen aparecer cuando nos miran desde fuera, y que haya involucrado a nuestros protagonistas en los hechos históricos de una forma tan verídica. Le agradezco también que me acercara las costumbres de esta zona y que me contará como pudieron haber surgido muchos de sus pueblos. He disfrutado de una forma de escribir fácil, con potentes adjetivos y un vocabulario sencillo pero eficaz, asequible pero nada vulgar. De descripciones muy plásticas, a veces viscerales, pero sin exageraciones ni teatralidades inútiles. 
   La bodega me ha devuelto a un escritor con el que había disfrutado a veces y me había desilusionado otras. En esta ocasión me ha hecho saborear una historia emocionante y bien escrita. Y cuando un libro me hace sentir bien, me deja un buen recuerdo y siento algo especial que lo diferencia de otros, creo que es un buen libro que cumple uno de sus principales cometidos: conectar con el lector y hacerle pensar y sentir. Todo mientras saboreaba el vino de mi aperitivo. 
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