domingo, 28 de febrero de 2016

Lo que encierra el más allá

Espronceda, y no digamos Becquer, estarían muy orgullosos de esta novelista que, estoy segura, ha recogido el testigo del más puro Romanticismo español del siglo XIX: ruinas góticas, amores imposibles más allá de la muerte, tormentas espeluznantes, espíritus.
   Victoria Álvarez creó en Hojas de dedalera todo un mundo propio, entre cementerios, abadías olvidadas, sórdidas calles londinenses y grandes mansiones; un ambiente romántico (ahora denominado gótico) que nos envuelve desde que empezamos a leer. No sé si ella habrá sido consciente de cómo ha recuperado lo que sus antecesores literarios hicieron hace un par de siglos, pero yo he visto miles de pequeños detalles de los que estudiaba en mis libros de literatura del insti, pequeñas pellizcos que me han llenado de nostalgia y me han hecho disfrutar de lo lindo.
   No hace mucho os contaba mis impresiones de la última entrega de la trilogía de Victoria, Dreaming Spires. Bien, pues su "regusto" me hizo lanzarme de cabeza a por esta novela, la primera creo, para conocer sus orígenes, para ver desde dónde partía. Y ahora entiendo su evolución.
   Puede que el argumento y los hechos hayan sido catalogados como "novela gótica juvenil" en más de un sitio por donde he pasado, pero os aseguro que la madurez con que afronta la historia y cómo construye a los personajes es muy adulta. Quizás haya algunos acontecimientos un poco traídos por las pelos, para hilvanar mejor la trama, pero la profundidad de los personajes está más que lograda, no importa si son los protagonistas o los secundarios, ninguno de ellos me ha parecido plano o forzado, o "de relleno"; cada uno cumplía perfectamente su papel.
   El argumento lo podéis encontrar fácilmente y, además, creo que cada lector debe ir descubriendo las cosas poco a poco, al menos yo prefiero no saber demasiado de lo se cuece en el libro que tengo entre manos, y por eso leo muy por encima las sinopsis y me dejo guiar por los títulos y las portadas (sí, así de superficial soy yo, y no me va mal del todo), salvo cuando alguna de vuestras reseñas me convence totalmente. Solo os diré que la pequeña Annabel nos seduce desde el principio, jugando entre las tumbas del cementerio en el que crece y hablando con los espíritus que también viven en él. Seguirá haciéndolo de mayor, con su seguridad y su carácter luchador y decidido, mientras vemos cómo se enfrenta a secretos que tumbarían al más pintado, cómo planta cara a todo tipo de vivos y muertos y cómo encuentra al amor de su vida, por el que es capaz de todo. No os digo nada de Víctor.

   Porque, sí, esto es una historia de amor, entre espíritus, cementerios y ruinas medievales, pero una historia de amor que traspasa el más allá, y que la autora nos cuenta con un lenguaje muy sencillo, muy cercano, pero muy rico, y bastante bien utilizado para conseguir el efecto deseado en cada momento: misterio, amor, terror, sentimientos; un lenguaje lleno de imágenes que crean un ambiente increíblemente bien conseguido para que una trama apasionante te atrape desde el principio y no te suelte hasta los agradecimientos.
   Sí, lo habéis adivinado: he disfrutado como una loca con esta novela. Porque soy una Romántica irremediable y disfruto con las historias de amor que parecen imposibles, porque me encantan los ambientes misteriosos que lo envuelven todo de niebla o de llovizna y porque adoro la época victoriana. Es cierto que, en mi opinión, había cosas aún por pulir: alguna escena poco desarrollada, algún personaje no muy perfilado, algún elemento tópico muchas veces visto, pero las grandes cosas se van forjando y perfeccionando con el tiempo, y estoy segura de que esta joven escritora tiene mucho mucho que decir, y lo iremos viendo paso a paso, no me cabe duda.

domingo, 21 de febrero de 2016

De misterios con Cervantes

El protagonista del libro que acabo de terminar se define como un loco de los tangos, del ron cubano y de Cervantes, aunque no sé si por este orden. Como he disfrutado tanto con su historia y algún que otro "pero", he decido rendirle un merecido homenaje creando el ambiente adecuado mientras me pongo a redactar la entrada.
   Lo primero sería empezar con un buen tango, banda sonora de la novela, pero no poseo tangos en mi discoteca ¿Cómo solucionarlo? Hecho mano de Chavela Vargas, lo más parecido que encuentro a la melancolía "tangera". El ron va a ser más difícil de sustituir; no tengo nada remotamente parecido, y acompañar a Chavela con Coca-Cola, mi primera opción, me parece una falta de respeto, así que he terminado dando sorbitos a una copa de Pedro Ximénez. En cuanto a Cervantes, nada mejor que "picotear" a lo largo del Quijote diversos pasajes, tan solo para disfrutar de la genialidad del maestro. Y con esta preparación light, empiezo a escribir.
   Cuando me topé con El escudero de Cervantes y el caso del poema cifrado me pareció un título propio de Agatha Christie, suficiente para que llamara mi atención. El argumento de la solapilla sobre un profesor de instituto envuelto en una intriga que le obliga a buscar un antiguo manuscrito inédito de don Miguel hizo el resto.
   Nuestro protagonista se llama Miguel Saavedra y, evidentemente, es un experto en su tocayo. Su tranquila vida como profesor se pone del revés al conocer a una estudiante estadounidense que "parece" querer saberlo todo sobre Cervantes (y sobre el profesor), y también, cuando su exmujer le entrega un misterioso soneto destinado al escritor, encontrado por casualidad entre los papeles de la biblioteca personal de una importante familia.
   A partir de aquí todo son misterios, intrigas, verdades a medias, investigaciones, corazones rotos, fantasmas personales y familiares, aventuras, todos los ingredientes necesarios y muy bien mezclados para que el autor, Manuel Berriatúa, haya creado una entretenidísima novela de misterio, con la que he disfrutado de lo lindo.
   Los personajes no son demasiado profundos o "tridimensionales" (palabrita que he leído por ahí más de una vez y que me gusta lo "profesional" que queda), pero resultan simpáticos y cercanos. El lenguaje del hilo temporal actual es algo rimbombante y artificial, pero terminó gustándome eso de poder leer un vocabulario culto pero asequible, con el que rescatar la riqueza de nuestro idioma. Por otro lado, esa manía de algunos autores de trufar una historia con su opinión sobre diferentes temas es algo que me cansa bastante, pero aquí se hace de una forma sutil, sin demasiada insistencia. El misterio familiar de nuestro Miguel del presente no me encajaba demasiado en la trama, pero tampoco me disgustó esta especie de "novela intercalada" a modo de homenaje al Quijote. Y, finalmente, los dos hilos temporales, muy bien enlazados y en perfecto equilibrio, me han permitido pasear por Sevilla en dos siglos diferentes, recorrer calles de Madrid que tengo un poco abandonadas y regresar a uno de mis primeros viajes de la infancia.
   Solo puedo deciros que, salvo algún que otro frunce de ceño y de labios, las hojas volaban ante mis ojos, la intriga me tenía totalmente enganchada y la forma de contar de Manuel no me dejaba escapar de sus páginas. La vida del escudero Andrés, del profesor Miguel y de los amigos y enemigos que les rodean, junto con algunos diálogos bastante divertidos me han hecho disfrutar muchísimo, algo que siempre le agradezco a un libro.
   
Este libro fue el ganador del último Premio Círculo de Lectores de Novela, cuyo jurado son los propios lectores.

domingo, 14 de febrero de 2016

Un buen broche

Un buen broche es lo que se necesita para acabar, como Dios manda, con una muy buena trilogía. Y es lo que ha conseguido Victoria Álvarez con El sabor de tus heridas. Sé que ya habréis leído "ríos" sobre él y no voy a descubriros nada, así que me limitaré a mi recorrido particular.
   Todo empezó para mí, y por causalidad, con la primera reseña que leí de Tu nombre después de la lluvia, el primer título de la trilogía de Dreaming Spires. Se produjo una especie de chispazo en mi cabeza, de esos que me anuncian lo que voy a hacer sin remedio; no hay dudas posibles: salir corriendo a conseguir la novela. Cuando la terminé, estaba perdidamente enamorada de uno de sus protagonistas (yo soy así de fantasiosa) y totalmente enganchada a la "cuadrilla" de amigos dedicados a investigar y a escribir sobre fenómenos paranormales. 
   Yo nunca he sido muy amiga de trilogías y cosas por el estilo, porque no siempre he tenido suerte con las continuaciones, pero paseando por la última feria del libro de Madrid, me encontré con la autora y me llevé a casa Contra la fuerza del viento, más una agradable dedicatoria estampada en su portadilla. En esa segunda entrega, mi amor por Lionel fue absoluto, y su puntito canalla, ahora transformado en amor verdadero (me recordaba a don Juan), solo me hacía tener más ganas de que llegara la siguiente entrega. Y llegó. Y me volví a enamorar.
   En esta última aventura, la autora les pone en un tesitura verdaderamente difícil. En esta ocasión no tienen elección; se ven obligados a embarcarse en un viaje a Centroeuropa quieran o no. No se trata de investigar un fenómeno extraordinario con el que llenar las páginas de su periódico especializado, sino de sus propias vidas. Alexander, Lionell y especialmente Oliver tratan desesperadamente de rescatar a la pequeña Chloë y para ello, ayudados por la magnética Srta. Stirling, viajan hasta Bohemia, donde sus vidas cambiarán para siempre.
   Los giros de algunos personajes, las decisiones de otros, los momentos de acción y de misterio hacen de esta novela un digno broche a la trilogía. Porque Victoria Álvarez, en El sabor de tus heridas, ha conseguido redondear cada uno de los personajes que han ido apareciendo a lo largo de todas las novelas, les ha dado más realismo. Ella ha ido eligiendo distintos ambientes para cada trama y distintas leyendas y misterios propios con los que tenernos encadenados a la historia, para resolver misterios, asistir a amores imposibles y para hacernos amigos de unos protagonistas muy creíbles, que van evolucionando a cada paso, hasta llevarles, en esta última, a un final lógico para cada uno de ellos.
   Su lenguaje es ligero y accesible, que no corriente y poco culto. Algunas de sus escenas (que a mí me parecen de lo más cinematográficas, aunque ella confiese que las veía como si fueran cuadros) te dejan sin aliento en más de una ocasión, y la combinación de aventura y acción con los momentos intimistas de los protagonistas está perfectamente lograda.
   Solo debo ponerle un pero, algo totalmente personal que nada tiene que ver con la calidad de la novela. Se trata de un giro en el comportamiento de uno de los personajes, algo que últimamente está muy de moda en toda peli, novela o serie de televisión que se precie de ser políticamente correcta y que, aunque no me molesta en absoluto, me cansa. Pero como os digo, es algo totalmente personal. No, no me pidáis que os lo cuente porque os espachurraría parte de la historia. 
   Solo os digo que os atreváis con ellas, y que si os gusta la tensión, las leyendas, la buena ambientación y los personajes bien moldeados, disfrutareis de lo lindo.

domingo, 7 de febrero de 2016

Perdida entre elfos

La vie des elfes ha sido una novela extraña. La descripción que la prof nos hizo en clase de francés sobre este libro me lleno los ojos de magia, de un lenguaje cuidado y diferente (en peu difficile, dijo ella misma) y de la posibilidad de conocer otras literaturas escritas en su propia lengua.
   Lo cogí con ganas, con muchas ganas, y me armé de un estupendo lapicero de mina fina y de post-it de colores para inundar las hojas de notas y de marcas: vocabulario interesante, gramática nueva, expresiones y frases hechas... Después de las tres primeras páginas, el sueño se convirtió en pesadilla y todas esas esperanzas de descubrir cosas maravillosas (en el texto, en el lenguaje) se esfumaron en cada tropezón que daba con las palabras y la grammaire. ¿Un peu difficile, había dicho la prof? Mucho más.
   Me resultaba imposible averiguar qué era lo que le había sucedido a la pequeña Maria. Que había desaparecido era algo evidente, que habían salido en su busca, también. Pero el momento de magia que al parecer la niña estaba experimentando en medio del bosque era algo que me costó varias lecturas repetidas y miles de idas y venidas al diccionario. Entonces, mi desesperación me hizo abandonar el papel y lanzarme de cabeza al libro digital que, con la punta del índice, me llevaba directamente a la definición de la palabra y, en caso de bloqueo total, a la traducción directa. Allí quedaron sobre la mesa del salón el lápiz, los post-it y el libro, mirándome con tristeza y un pelín de burla por mi rendición. Pero así es la vida, adaptarse o morir, y yo tenía que leer esta novela "mágica" de Muriel Barbery para la clase de francés.
   Con estas nuevas herramientas digitales fui descubriendo a trompicones que Maria era una niña muy especial que tenía el don de comunicarse con la naturaleza y que ¿en otra dimensión? otra niña igual de especial, Clara, poseía el don de trasladar al piano los sentimientos de los que la rodeaban. Ambas estarían conectadas entre sueños y visiones, comunicándose mediante la música y la naturaleza, a través del espacio y del tiempo, la primera en un pequeño pueblecito francés y la segunda en la inmortal Roma.

   Con el machete en la mano iba desbrozando las dudas, la gramática imposible, el vocabulario elegante y muy muy rico de Barbery, como buenamente podía; unas veces adivinando, otras suponiendo y las más inventando un mundo mágico de elfos y hombres que terminaron enfrentándose en una dura batalla por conseguir el poder de ambos mundos. O eso imaginaba yo.
   Pero a pesar de mis limitaciones, estoy casi segura de haber descubierto la auténtica finalidad de la autora: una historia de cuento para esconder sus reflexiones sobre la vida; unos personajes de fábulas y leyendas utilizados para hablarnos de la grandeza y la miseria de los hombres; una excusa como otra cualquiera para filosofar. Porque eso es lo que creo que hace Barbery en esta mezcla de lo onírico con lo real, de elfos y de humanos, presentarnos sus propias reflexiones sobre la vida, hablarnos de la capacidad de las personas para luchar por lo que aman, y de aferrarse a lo fantástico cuando se lo pide su espíritu.
   Sin embargo, no sé si por mi desconocimiento del francés o por que soy demasiado terrenal y un exceso de magia y filosofía me vence, he tenido la impresión de que la historia se atascaba en mitad de lo narrado y daba vueltas sobre sí misma sin terminar de despegar. Y que el final tenía que precipitarse porque ya había girado demasiado sobre el enfrentamiento entre dos bandos y el lector se merecía descansar. Sea como sea, se me dibujó en la cara una expresión de "¿ya?" y de "¿cómo?" difícil de plasmar aquí.
   En resumen, la necesidad de hacer justicia con un libro que no he conseguido descifrar del todo hace que prometa volver sobre él cuando haya sido capaz de defenderme dignamente en la lengua de Balzac. Creo que no sirve con un "creo que..." o un "por lo que me ha parecido entender..."; la autora de La elegancia del erizo se merece que descifre sus puntos de vista escondidos en los paisajes maravillosos que sin duda ha descrito en esta novela.
   Ten paciencia Muriel, aunque tarde mucho tiempo, alcanzaré la habilidad suficiente para recorrer de nuevo los montes nevados de esta aldea francesa y rescatar a la Naturaleza junto a los elfos transformados en jabalíes, ciervos y caballos y los hombres que les acompañan.
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