domingo, 26 de abril de 2015

Mi propia peregrinación

Desde que supe del señor Murakami y leí los entusiasmos que despertaba, sentí unas ganas enormes de conocerle de cerca, de sentir yo también ese entusiasmo o admiración por sus libros. Así que me estrené con él no hace mucho, y he repetido de nuevo, hace menos.
   ¿Qué tiene Murakami que no me deja marcharme? Aún no lo sé muy bien. Empecé el viaje con Al sur de la frontera, al oeste del sol, y llegué a mi destino con un extraño sabor de boca: no era lo que yo esperaba, pero algo me había enganchado por dentro que me empujaba a repetir con el escritor. Después de un tiempo de descanso, volví a coger los bártulos para empezar otro viaje con Haruki, esta vez con Los años de peregrinación del chico sin color, y el resultado ha sido el mismo: ese sabor agridulce que me vuelve a empujar a intentarlo de nuevo.
   Aunque con pinceladas mucho más originales que en el libro anterior (hay algo de mágico en algunos recuerdos), tenía la sensación de estar ante el mismo personaje de la otra novela: sus dudas sobre la realidad y los sueños, sus quebraderos de cabeza filosóficos, el análisis hasta la saciedad del comportamiento de los demás, sus delirios. ¿Es esto Murakami? ¿Son estos los rasgos de su forma de escribir? 
   La historia de Tsukuru, su obsesión por la falta de color en su apellido (todos sus amigos de la pandilla lo tienen), sus recuerdos sobre esta pandilla del instituto y lo que supuso en su vida, sus años de universidad y su vida actual, había tratado de descubrirlos por mí misma y, por eso, había evitado releer las reseñas que muchos de vosotros escribisteis hace tiempo sobre el libro. Tan solo quise recordar las buenas sensaciones que os dejó y que me animaron a enfrentarme a él. No quería verme influenciada a la hora de leer y de sentir con este libro. Pero no tengo muy claro qué he leído y qué he sentido.
   Tsukuru nos cuenta su historia, su "peregrinación" desde que se separó de su pandilla y se marchó a Tokio para estudiar en la universidad y dedicarse a "crear" y construir estaciones de tren. Han sido años marcados por el abandono de sus amigos que, sin ninguna explicación, le rechazaron, haciendo que nuestro protagonista pasara un auténtico calvario durante su juventud, hasta que consiguió olvidar aquella dolorosa historia y seguir con su vida. O eso pensaba él. Sara, su última relación seria, le descubre que debe resolver aquella antigua historia si quiere seguir adelante con esta. Y así lo hace. Tsukuru visita uno a uno a sus antiguos amigos, viaja por su pasado y por el mundo para encontrarse con ellos y descubrir lo que pasó entonces, mezclando sus recuerdos con sus sueños, sin que él mismo esté muy seguro de cuál es cuál.

   Muchas cosas en este libro me han resultado extrañas. No me acostumbro a esa forma tan distante y aséptica que tiene Murakami de describir el sexo, o los sentimientos del protagonista; tengo la sensación de leer un ensayo y no una novela. Tampoco entiendo muy bien las "torturas" mentales y espirituales del personaje; no consigo empatizar con ellas. Me gustan, sin embargo, sus descripciones de paisajes o de personas, tan originales (..."la forma de su cabeza era suave como un huevo recién puesto"...), y he disfrutado con la historia intercalada sobre el padre de su amigo Haida, y también de la forma en que desperdiga por la novela pequeñas gotas de misterio para que no podamos dejar de leer, aunque muchas de esas gotas no se resuelvan al final (lo que me pone de los nervios, por cierto). 
   Y por último, el color. El color todo lo inunda, o la falta de él. Tsukuro se ve siempre gris, anodino, casi invisible, frente a las personas con las que se encuentra (y que tienen algún color en su nombre): son interesantes, tienen algo que contar, cualidades que destacar. El color se convierte casi en una obsesión para él. Como la música, que le une de forma especial con dos de los personajes que marcan su vida.
   "Y hasta aquí puedo leer", porque si continúo hablando de mis impresiones, terminaré destripando el final que, por cierto, a mí sí que me ha dejado sin color, os lo aseguro.

domingo, 19 de abril de 2015

Y hoy me visita...

De vez en cuando me visita un escritor que me presenta su último libro, o el primero. Siempre me dan las gracias por atenderles y, a mí, se me escapa una sonrisilla nerviosa porque todavía me sorprende que vean mi tímido blog como una posibilidad para sus escritos; no saben que quien les debe dar las gracias soy yo por esa pizca de orgullo que siento. Lo que me entristece, la mayoría de las veces, es no poder leerlas todas.
   En este caso, quien me ha arrancado esa sonrisa ha sido Francisco Tessainer. Él se presentó como "uno de esos locos a los que les gusta escribir" y que, con varias novelas a sus espaldas, esta es la primera que decide autopublicar. 
   El falso da Vinci nos lleva a la Italia del siglo XV, con Leonardo da Vinci como protagonista, ¿o no es él en realidad? Mejor os lo cuenta el propio libro:
 En un siglo, el XV, en el que la vida no vale nada y en un territorio, la actual Italia, por entonces dividido en poderosas ciudades estado; un hombre de extraordinario parecido a Leonardo Da Vinci aprovecha un accidente para suplantar al gran maestro. Ahora bien, puesto que no posee sus habilidades, enseguida se da cuenta de que si desea mantener el engaño debe apropiarse del trabajo de otros artistas. Después de saborear las ventajas de su nuevo nombre, el protagonista decide utilizar los mismos métodos que los poderosos de su época para mantener sus recién conseguidos privilegios.
   El falso Da Vinci es una sorprendente novela de aventuras y crímenes que juega con el pasado posible de los hechos reales e intenta acercarse a las incógnitas todavía pendientes en torno a la figura del genio: su vida privada y la paradoja de que, en realidad, él no fue un hombre, sino tres, cuatro, cinco, seis… 





Formato: Ebook
Longitud de impresión: 226
Vendido por: Amazon Media
Precio: 2.99 Euros
Año de edición: 2015
ASIN: B00UM5OGLW
Enlace a amazon: http://goo.gl/ElrwJ7

   Y nada más por mi parte. Hechas las presentaciones solo queda que cada uno decida y disfrute. Feliz domingo.

domingo, 12 de abril de 2015

Ellas, malditas; yo, algo aburridilla

Cuando vi, en casa de mis padres, sobre la mesa de la ventana, el libro de Cristina Morató, Reinas malditas, mi mano se adelantó a mi cabeza para echar mano de él y llevármelo a hurtadillas; había disfrutado tantísimo con su otro Viajeras intrépidas y aventureras que no me podía parar a pedirlo siquiera... Me lo llevé a escondidas; conozco a la dueña del libro y tiene la fea costumbre de terminar los libros que empieza, y yo no podía esperar.
   Así que, cometido el delito, me metí de lleno en la historia, esperando que hubiera merecido la pena: la vida de estas seis mujeres tan peculiares así me lo parecía. Y me puse manos a la obra.
   Sissi era la princesa de mi infancia, de las peleas con mis primas por representarla en mis juegos, la protagonista de mis "grandes actuaciones" frente al espejo disfrazada con los tules, pañuelos, vestidos y faldas de mi madre. 
   Sobre María Antonieta y Victoria de Inglaterra parecía imposible decir algo más de todo lo que ya se había escrito y filmado, así que el interés era mayor por descubrir posibles novedades.
   Cristina de Suecia había tenido siempre la cara de Greta Garbo para mí, pero sabía que nada había más lejos de la realidad, necesitaba conocerla de verdad.
   Eugenia de Montijo me atraía por toda la "mala baba" que los franceses habían vertido sobre ella y que no coincidía en nada con los testimonios de los que la trataron, entre ellos, muchos intelectuales franceses. Aunque solo fuera por orgullo patrio, quería descubrir el fondo de la historia.
Y finalmente, Alejandra Romanov, la última zarina, una mujer que siempre me había despertado mucha tristeza.

   Pues bien, tras una documentación increíble, unos datos bien fundamentados, unos aspectos diferentes a todos los que yo había visto otras veces, estas reinas me resultaban muy lejanas. No sentía pasión en el relato; todo era solo un recuento de hechos y de datos en los que veía poca alma, un alma que sí había notado en ese otro libro del que os hablaba al principio, y en el que había visto admiración por aquellas aventureras. En este caso, no tenía por qué haber admiración hacia unas reinas que, en muchos casos, eran déspotas, caprichosas, marimandonas e iracundas. Pero otras también eran cultas, bondadosas, inteligentes y luchadoras y, para colmo, las había elegido la autora, imagino que libremente.
   No he entendido esa falta de entusiasmo, ese relato extremadamente correcto, limpio de todo, casi aséptico. Como todo esto es una cuestión de percepciones, os pido la vuestra si la habéis leído, para saber si me equivoco. Si no, os animo a que la leáis porque seguro que aprenderéis mucho y es posible que hasta comprendáis a estas mujeres mucho mejor.

martes, 7 de abril de 2015

Y van dos...

Todos sabemos que el tiempo vuela, que se nos escapa de las manos como el agua y que no podemos hacer nada. ¿Aprovechar cada minuto? Siempre que puedas sujetar ese minuto el tiempo suficiente como para aprovecharlo; algo que casi nunca ocurre.
   Hace dos años, día arriba día abajo, empecé mi blog. Hace dos años que tenía la cabeza y el corazón llenos de ideas y proyectos que hacer con él. Hace dos años que llevo aprendiendo, tropezando, abandonando y reapareciendo; cambiando, intentando, manteniendo y disfrutando; conociendo, descubriendo, sorprendiéndome y enganchándome.
   Ahora que puedo sujetar un poco más esos minutos y que parece que puedo hacer algo con ellos, voy a emplearlos en daros las gracias por respaldar estos dos añitos de dudas y de ensayos, porque me llena el alma cuando veo que me leéis y, además comentáis. Ahí es donde siento vuestra compañía.
   Ahora que "fuerzas ajenas a mi voluntad" ya no me retienen y me dejan libre para volver a escribir, regreso con lo mejor de este invento: hablar de libros. Y es que mi correo está lleno de sugerencias, de análisis y de ofrecimientos. Y después de liberarlo un poco, he decidido rescatar dos de ellas que me han hecho recordar aquellos felices días en los que "engordaba" mi sección Lo que me llega, con los autores que amablemente me presentaban sus obras.
   Dos antiguos conocidos que ya me visitaron hace tiempo han vuelto a acordarse de mí y me han traído sus últimas criaturas: Juan Pedro Delgado Espada y Javier Torras vuelven de nuevo a mi sección con sus novelas. Aquí están:

Juan Pedro Delgado llega con su segunda novela juvenil El último pirata, dirigida a todos los que hayan cumplido once años y a los que quieran volver a cumplirlos. A los que siempre hemos querido gritar: "... al abordaje" esta sinopsis nos hace la boca agua:
El joven Peter Scott está preso junto a otros treinta y tres hombres. Todos están acusados de ejercer la piratería. No hay clemencia para los piratas y en unas horas morirán ahorcados. Peter Scott asegura que no es un pirata y pide un juicio justo. Pero no habrá juicio y la sentencia ya está dictada de antemano: muerte en la horca.
Al joven Scott solo le queda rezar… Oculto en sus ropas lleva un cuaderno donde cuenta su historia.
   La podéis encontrar en la cadena de librerías Troa y en Amazón. 
Javier Torras me visita, en esta ocasión, con un "thriller histórico" según él mismo me cuenta,  La memoria del tiempo, una novela de misterio cuyos protagonistas deben viajar en el tiempo para resolver un enigma:

La narración alterna la investigación de los dos protagonistas, en nuestro tiempo presente, sobre la procedencia y significado de una extraña figura de barro que representa una diosa, con otros relatos sobre los propietarios de esta esculturilla a través de la historia. Pronto se darán cuenta de que hay algo extraño en torno a la figura, una maldición que les llevará a tener que sortear toda una serie de peligros.
   ¡Vamos! Qué no tiene pinta de aburrirnos. La publica en Editorial Amarante, y aquí os dejo este enlace donde encontraréis todo la información que necesitéis: https://editorialamarante.es/libros/novela/la-memoria-del-tiempo
   Y de nuevo os doy las gracias por todo y espero seguir sujetando minutos para pasarme por aquí lo más a menudo posible. Besos.
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