domingo, 4 de enero de 2015

Capítulos L a LII: Hasta pronto don Quijote

Yo siempre con retraso, siempre corriendo para, al final, llegar tarde. Porque, estos capítulos con los que termina esta andadura de nuestro hidalgo y su escudero deberían haber quedado "finiquitados" con el año que se ha ido. Sin embargo, pensándolo bien, es una excelente manera de dejaros un regalo de reyes y de despedir las navidades de este 2014 que me ha dejado tantas cosas buenas en este blog. Por una vez, mis retrasos, mi falta de tiempo y mis prisas me van a dar la oportunidad de cerrar la Navidad de la mano de uno de los personajes que más he disfrutado en mis años de lectora.
   En estos capítulos, don Miguel nos resume lo que representan estos dos, entre locos razonamientos de uno y ciega lealtad del otro, entre una última aventura para don Quijote y una última historia intercalada, y entre alabanzas y descalificaciones de los libros de caballerías. Se cierra el ciclo como empezó, pero con ellos mucho más amigos, mucho más unidos y mucho más parecidos.
   Empezamos con nuestro hidalgo, aún "encantado" en su jaula, discutiendo con el canónigo sobre las maravillas y verdades que encierran estos libros:
"-¡Bueno está eso! -respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, (...), ¿habían de ser mentira?; y más llevando tanta apariencia de verdad (...)".
   Después, mientras el último se admira de la falta de juicio de don Quijote, don Miguel nos obsequia con una última historia intercalada de la mano de un cabrero que corre tras su cabra "fugitiva" y que termina hablándoles de sus desamores con una tal Leandra, una joven algo "casquivana" que se deja engatusar por la labia de un tunante que le quita todo lo que puede menos la honra:
"Duro se nos hizo de creer la continencia del mozo, pero ella lo afirmó con tantas veras, que fueron parte para que el desconsolado padre se consolase, no haciendo cuenta de las riquezas que le llevaban". 
   Quien no se consuela es porque no quiere, dice el refrán. Y, claro está, los enamorados que tenía la dama, no podían por menos que echarse al monte a cuidar cabras, después de verla encerrada en un convento, tan de moda en aquella época.
   ¿Qué quedaba, entonces, para poner el broche final a esta primera parte? Una nueva aventura de nuestro caballero: la de los "deceplinantes". Pero antes, para no perder las buenas costumbres, don Quijote se lía a guantazo limpio con el cabrero por llamarle "menguado" de entendederas y por responderle él:
"-Sois un grandísimo bellaco -dijo a esta sazón don Quijote-; y vos sois el vacío y el menguado, que yo estoy más lleno que jamás lo estuvo la muy hideputa puta que os parió". ¡Qué boquita se nos gasta, a veces, nuestro caballero!
   Mamporro va, mamporro viene (Sancho de por medio intentando defender a su señor), don Quijote ve aparecer una procesión de disciplinantes que portaban la imagen de una virgen y rogaban por que Dios les enviara lluvia. Aquello olía a aventura de las buenas y, quitándose de encima al cabrero, se lanzó a la aventura porque aquella panda de "follones y descomedidos malandrines" llevaban prisionera a la dama enlutada que portaban a hombros:
"Agora, valerosa compañía, veredes cuánto importa que haya en el mundo caballeros que profesen la orden de la andante caballería; agora digo que veredes, en la libertad de aquella buena señora que allí va cautiva, si se han de estimar los caballeros andantes".
"-¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho, que le incitan a ir contra nuestra fe católica?". Buena pregunta, Sancho.
   Evidentemente, todo terminó a golpe limpio: que si sois unos sinvergüenzas, que si estás como un cencerro, que si eso no me lo dices en la calle, que si te meto un mamporro que te vas a enterar, etc., lo normal ¡Vaya!
   Y, entonces, surge del corazón de Sancho, la lealtad más profunda y también el cariño, cuando cree que su señor don Quijote ha muerto:
"-¡Oh flor de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera de tus tan bien gastados años! ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda la Mancha, y aun de todo el mundo, el cual, faltando tú en él, quedará lleno de malhechores, sin temor de ser castigados de sus malas fechorías! ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros, pues por solos ocho meses de servicio me tenías dada la mejor ínsula que el mar ciñe y rodea! ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede!"
   Y así les dejo, emocionados, molidos y deseando llegar a su aldea, donde, por fin, podrán descansar de tantas aventuras y prepararse para otras nuevas, porque tal caballero andante no podía dejar a los menesterosos mucho tiempo desvalidos.
   Hasta la próxima, valeroso don Quijote de la Mancha, Caballero de la Triste Figura. Hasta pronto, Sancho Panza. Os voy a echar de menos.

P.D.: Gracias Laky por organizar este reto, porque me empujaste a releer uno de mis clásicos favoritos. Un abrazo.

5 comentarios:

  1. Qué guay!!! lo hemos acabado!!! Aunque a mí me queda todavía escribir la reseña del último capítulo. Yo este año me lanzo a por la segunda parte, jeje.
    Saludos!!!

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  2. Toca despedir a los protas; bueno, es un hasta luego. A ver qué tal la segunda parte. Besos.

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  3. Este año es el mejor para leer la segunda parte, aunque mi favorita siempre fue la primera. Si tuviera más tiempo, me animaría a una relectura tan estupenda como la que habéis tenido en el reto.
    Besos.

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  4. Una buena entrada para comenzar este nuevo año. Además, se celebra el 4º centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote. Abrazos.

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