lunes, 28 de julio de 2014

Capítulo XXIX: Y se transformó en la princesa Micomicona

Porque la famosa frase "la imaginación al poder" nació en este capítulo: no se puede inventar más y más rápido con tal de conseguir un objetivo.
   La señor Dorotea, ya descubierta por Cardenio, se ofrece amablemente a ayudar al cura y al barbero para que devuelvan a don Quijote a su "nido" ya que, a cambio, ellos se ofrecen a ayudar a los desdichados amantes a buscar una solución para sus males.
   Así es como surge la princesa Micomicona, dueña del reino de Micomicón (¿para qué complicarse la vida?), allá por Guinea, quien viene en busca de don Quijote para que la salve de un gigante malvado. ¿Qué historia mejor podría engañar a don Quijote para hacerle regresar a su aldea? Bueno, a nuestro caballero y a su escudero, que también se traga el bulo, encantado de que su amo se pueda casar con esta princesa y así él pueda estar más cerca de conseguir una ínsula; en fin, tal para cual.
"Dichosa buscada y dichoso hallazgo --dijo a esta sazón Sancho Panza--, y más si mi amo es tan venturoso que desfaga ese agravio, y enderece ese tuerto matando a ese hideputa de ese gigante (...), si ya no fuese fantasma, que contra los fantasmas no tiene mi señor poder alguno. Pero una cosa quiero suplicar a vuestra merced entre otras, señor licenciado, y es porque a mi amo no le tome gana de ser arzobispo, que es lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta princesa, y así quedará imposibilitado de recibir órdenes arzobispales, y vendrá con facilidad a su imperio, y yo al fin de mis deseos: que yo he mirado bien en ello, y hallo por mi cuenta que no me está bien que mi amo sea arzobispo, porque yo soy inútil para la Iglesia, pues soy casado (...)"

   El caso es que el barbero se disfraza de escudero, con una barba postiza que pierde  por la coz de una mula:
"Vive Dios, que es gran milagro éste; las barbas le ha derribado y arrancado del rostro como si las quitara a posta".
   Dorotea se transforma en la susodicha princesa y domina el lenguaje caballeresco como si fuera su lingua mater:
"De aquí no me levantaré, oh valeroso y esforzado caballero, fasta que la vuestra bondad y cortesía me otorgue un don, el cual redundará en honra y prez de vuestra persona, y en pro de la más desconsolada y agraviada doncella que el sol ha visto"

   Cardenio y el cura también se inventan su historia particular para poder añadirse a la comitiva que regresa de vuelta a la aldea:
"(...) y pasando ayer por estos lugares, nos salieron al encuentro cuatro salteadores, y nos quitaron hasta las barbas, (...), y aún a este mancebo que aquí va (señalando a Cardenio) le pusieron como de nuevo; y es lo bueno que es pública fama por estos contornos, que los que nos saltearon son de unos galeotes que dicen que libertó casi en este mismo sitio un hombre tan valiente, que a pesar del comisario y de las guardas, los soltó a todos; y sin duda alguna él debía estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas, (...)"
   Y todos y cada uno, excepto nuestros queridos don Quijote y Sancho, vigilantes de no meter la pata en la historia que han urdido. Y así les dejamos, en amor y compaña hasta el siguiente capítulo.

6 comentarios:

  1. Pues hasta el próximo capítulo. A ver qué les sucede a estos dos. jajja
    Besos.

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  2. El cura y el barbero siempre dando la lata... Menos mal que a Sancho y a don Quijote todavía les quedan muchas aventuras con las que entretenernos.
    Besos.

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  3. Tengo ganas de cobtinuar que se quedó en un punto curioso
    Besos

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