domingo, 1 de junio de 2014

Cerrar un cine, abrir un teatro

La primera vez que vi Cinema Paradiso sentí un nudo en la garganta. Me atrapó la historia, me enamoró la música y me emocionó la escena final de aquellos besos cortados por la censura y ensamblados de nuevo por las expertas manos de Alfredo. Pero lo que verdaderamente me hacía llorar como un niño era ver caer desplomado el cine en el que había ocurrido todo. 
   Yo había visto desplomarse poco a poco el cine de mi infancia. El antiguo "Gran Teatro" había quedado reducido a escombros. El que fue un teatro real, el coliseo cubierto más antiguo de España, se había caído a pedazos. La sala en la que descubrí la magia del cine se había cerrado hacía ya varios años sin que nadie pusiese remedio. El teatro y cine en el que mis abuelos vieron a Estrellita Castro o Gilda, en el que mis padres rieron con las comedias y vibraron con las películas, el ya definitivamente cine en el que yo descubrí la magia de la gran pantalla en medio de la oscuridad y el olor de las palomitas había perdido su cielo y todos los bastidores, bambalinas y telones que habían subido y bajado durante años.


   La increíble y maravillosa música de Ennio Morricone me hacía recordar aquellas tardes de domingo, en la sesión infantil de las cuatro y media, con las palomitas y el regaliz negro, con los gritos y aplausos de entusiasmo cuando el prota vencía al malo. Recordaba las naves de La guerra de las galaxias pasando por encima de mi cabeza hasta perderse en el espacio, a John Travolta enamorándose a pleno pulmón de Olivia Newton John, a Indiana Jones salvando el arca de la alianza y obligándome a elegir la carrera de Historia o el maravilloso ciclo sobre Hitchcock donde descubrí todo lo que puede dar de sí una soga.
   Al escuchar esta increíble banda sonora, más con el corazón que con los oídos, mis lágrimas caían como una catarata y mis compañeros de butaca me miraban como si me hubiera vuelto loca. Cada nota suya era un suspiro mío hasta acabar llorando juntos el protagonista y yo.

   Ahora, veinticinco años después de aquel cierre tan doloroso, aquel cine de mi infancia vuelve a abrir sus puertas convertido en un encantador teatro, cargado de los aires del original, inaugurado por Carlos III en 1766. Ayer, cuando pasé por delante de las puertas sentí cierta nostalgia al ver que mi cine se había transformado en un nuevo escenario lleno de posibilidades. Habían cambiado muchas cosas, pero estoy segura de que sus fantasmas, como los del Roxy de Serrat, estaban haciendo de las suyas entre las nuevas bambalinas que estaban a punto de estrenarse. Bienvenido "Teatro Carlos III".

18 comentarios:

  1. Yo también tengo buen recuerdo de los cines a los que iba de niña porque eran antiguos y mantenían ese encanto. Luego, los cerraron y abrieron unos multicines que causaron el revuelo en la ciudad. Pero, aún sigo recordando esos cines donde vi mis primeras películas y dibujos en la gran pantalla. Creo que esos recuerdos, no se olvidan.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuanta razón tienes. Cierro los ojos y puedo sentir los olores de ese cine. Abrazos.

      Eliminar
  2. Cinema Paradiso es un peliculón. De los cines que fui cuando niña ya no queda ninguno, y no ha habido la suerte de que, años después, levantaran un Teatro. Si te dijera qué se ha construido encima de los antiguos cines te echarias a llorar, así que mejor no te lo digo.

    Una entrada muy evocadora, Marisa. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que lloraría, como lo hice cuando cerraron este teatro y a la vez cine. Y como lloraré el día que entre a este nuevo, por primera vez, seguro. Abrazos Ana.

      Eliminar
  3. Cinema paradiso es una de mis películas favoritas que bonita!! Yo tengo suerte, los cines a los que iba de peque siguen abiertos, más modernos, pero ahí están
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Dentro de la pérdida renacer como teatro es una buena noticia, puestos a "reencarnarse". Yo también echo en falta esos cines de años pasados, qué recuerdos asocia tu entrada de hoy!
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Marilú. En realidad, es una vuelta a sus orígenes, que no está nada mal, pero siempre echaré de menos su función cinéfila. Abrazos.

      Eliminar
  5. De los cines a los que iba cuando era peque no queda ni uno abierto, una pena la verdad...
    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Qué historia tan bonita...Yo no me acuerdo de mi primer cine pero sí de uno de verano que había en el pueblo al que iba de vacaciones. Son lugares muy especiales y mágicos.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, los cines de verano. Has dado de lleno en mis recuerdos infantiles, :D. Abrazos.

      Eliminar
  7. Maravillosa peli la que recuerdas. Aquí ha pasado lo mismo, los pequeños cines han cedido en favor de las grandes cadenas. Solo queda uno al que voy las veces que puedo. Los demás están en ruinas, no se ha hecho nada en su lugar en la mayoria de sus casos, eran emblemáticos y los recuerdo como si los hubiera visitado ayer mismo. Qué pena. Un besote!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Meg. Veo que es un sentimiento bastante general. Espero que el recuperado teatro aminore la pérdida del cine. Abrazos.

      Eliminar
  8. Aunque estos cambios siempre entristecen un poquito, qué buena noticia que el edificio haya "resucitado" en forma de teatro.

    También en mi ciudad hay un antiguo teatro/cine que lleva mil años cerrado y (supuestamente) en obras. Y digo supuestamente, porque da la sensación de que se limiten a cambiar los andamiajes de sitio ;-). En fin, una lástima, pero los multicines también tienen sus ventajas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Marsar, es una buena noticia haber recuperado el teatro. Esperemos que funcione bien. Abrazos.

      Eliminar
  9. Los cines que más echo de menos son los de verano, con ese corte a mitad de la película para poder ir al servicio o consumir algo en el chiringuito, o simplemente para mover un poco las piernas. Es una pena que eso se esté perdiendo.
    De Cinema Paradise vi la versión extendida que salió hace algunos años, y creo que metí la pata, porque no me gustó. Tenía que haber visto la de toda la vida.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, la versión extendida le quita emoción y le añade minutos un poco inútiles. Yo también echo de menos los cines de verano y el "ambigú", una palabra que siempre me ha encantado y que ahora ha sido sustituida en la RAE por bufé. En fin, todo sea por la modernidad... Abrazos, Seri.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...