lunes, 30 de junio de 2014

Capítulo XXV: Y nuestro hidalgo hizo penitencia

Hay capítulos en los que nuestros amigos se enfrentan a grandes aventuras; hay otros en los que les cuentan historias estupendas e interesantes; y hay otros en los que se pasan el tiempo de charleta y en donde los diálogos de los dos son tan geniales que no echas de menos ni las aventuras ni las historias. Este capítulo es uno de ellos.
   Sancho está que trina con su señor por haber interrumpido al loco de Cardenio con la historia de la reina esa:
"(...) ¿que qué le iba a vuestra merced en volver tanto por aquella reina Magimasa, o cómo se llame? ¿O qué hacia al caso que aquel abad fuese su amigo, o no? Que si vuestra merced pasara con ello, pues no era su juez, bien creo yo que el loco pasara adelante con su historia, y se hubieran ahorrado el golpe del guijarro y las coces, y aun más de seis torniscones".
   Pero es que don Quijote no puede consentir que se hable mal de ninguna dama, ¡solo faltaba!
"-- Contra cuerdos y contra locos está obligado cualquier caballero andante volver por la honra de las mujeres, cualesquiera que sean, cuanto más por las reinas de tan alta guisa y pro como fue la reina Madasima".
   Y en estas, que nuestro caballero decide dedicar unos diítas a hacer locuras y sacrificios en honor a su señora Dulcinea, para forjar, de una vez por todas, esa gran fama:
"(...) que he de echar con ella el sello a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero".
   ¿Cómo?: "(...) haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso, (...)". Y no lo digo yo, lo dice nuestro hidalgo.
   Así que manda a Sancho de vuelta al Toboso, con una carta, la mar de sentida, dirigida a su señora Dulcinea, hija de Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales. Y aquí es cuando a Sancho se le caen los palos del sombrajo al enterarse de quien es "la sin par":
 "-- Qué ¿la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo? (...) Bien la conozco-- dijo Sancho --, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive el dador, que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o andar, que la tuviere por señora".  

   ¿Se enfada don Quijote con estas "virtudes"? Al contrario, aprovecha y le cuenta la explicación que una gran dama dio sobre sus amores con un pobre mozo:
"vuestra merced, señor mío, está muy engañado, y piensa muy a lo antiguo, si piensa que yo he escogido mal en Fulano por idiota que le parece, pues para lo que yo le quiero, tanta filosofía sabe y más que Aristóteles".
   
   Y a buen entendedor...
   Y entre cartas de amor a Dulcinea y otras pidiendo pollinos para el buen Sancho se acaba este capítulo: el escudero preparando su partida y temeroso de no saber encontrar el sitio donde le espera su amo, y el caballero aconsejándole, poco menos, que deje un rastro de ramitas, al tiempo que amenaza con empezar sus "locuras" en cueros vivos. Comprenderéis que esté deseando empezar con el siguiente capítulo.

8 comentarios:

  1. Lo que me he podido reír con este capítulo... XD
    Besos.

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  2. Creo que con vuestras reseñas ya conozco a este caballero la mar de bien. Ese Quijote. jajaj
    Besos.

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    1. Sí, me alegra hacer las presentaciones, ;D: Abrazos.

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  3. Tiene que estar bien el siguiente...Gracias por traernos una vez más, parte de sus aventuras.
    Besos

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  4. Gracias por otra semana de aventuras quijotescas. Un beso!

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    1. De nada. Estoy disfrutando como un niño con zapatos nuevos, :D. Abrazos.

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