lunes, 9 de junio de 2014

Capítulo XXII: Y liberó a los galeotes

Sobre esta aventura de nuestro héroe se han escrito "ríos de tinta" como se suele decir. Y es que todos los sesudos han analizado esta historia de todas las maneras posibles: que si Cervantes estaba en contra de la Corona y aquí aprovechó a atacar su ley; que si ponía en entredicho las razones tan débiles por las que se enviaba a galeras a cualquier muerto de hambre; que si su período en prisión le hizo atacar cualquier forma de castigo; que si blanco, que si negro. No seré yo quien enmiende la plana de las grandes mentes pensantes, por eso me limitaré a contaros lo que pasó y a disfrutarlo, y que cada uno reflexione cómo mejor le parezca.
   Y la aventura fue que nuestro hidalgo se topo con una "ristra" de galeotes: "ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos" a quienes llevaban a galeras. Ni corto ni perezoso, como solía portarse él, empezó a imaginar una nueva hazaña para su historia de fama y fortuna:
"¿Cómo gente forzada? --preguntó Don Quijote--. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente? --No digo eso --respondió Sancho--, sino que es gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza. --En resolución --replicó don Quijote--, como quiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan, van de por fuerza y no de su voluntad. --Así es --dijo Sancho. --Pues desa manera --dijo su amo--, aquí encaja la ejecución de mi oficio, desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables".
   Y después de interrumpir la marcha de esta procesión y de conseguir que uno a uno, los galeotes le contaran cómo habían llegado allí, decidió que no merecían ni la pena ni el mal trato: "(...) pues no era mucho que quien llevaba tan atadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua"
   Y añadió: 
"De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad, y que podría ser que el poco ánimo que aquel tuvo en el tormento, la falta de dineros déste, el poco favor del otro, y finalmente, el torcido juicio del juez hubiesen sido causa de vuestra perdición, y de no haber salido con la justicia que de vuestra parte teníades. Todo lo cual se me representa a mí ahora en la memoria de manera que me está diciendo, persuadiendo y aún forzando, que muestre con vosotros el efecto para que el cielo me arrojó al mundo. (...) porque me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres".
  
   Y así fue cómo se lío la de San Quintín: don Quijote tirando del caballo al comisario, los galeotes luchando por liberarse en medio de todo ese follón, los alguaciles huyendo de la lluvia de piedras de los que conseguían escaparse y Sancho encargado de liberar al más peligroso de todos, si es que alguno lo era tanto. Y ya que estaba deshecho el entuerto, solo quedaba pedir algo a cambio: "De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofenden es la ingratitud". Debían presentarse ante la sin par, cargados de sus cadenas como ofrendas a su belleza, y hablarles del de la triste figura y de sus hazañas. Claro, el fiero Ginés de Pasamonte (quien, además había escrito la historia de su vida) no tiene la más mínima gana de arriesgarse a caer de nuevo en manos de la Santa Hermandad, y así se lo dice a don Quijote, que cada uno de ellos irá por distinto camino para evitar que les cacen otra vez y que si quiere conformarse con rezos a su favor, que bien; si no, pues "tal día hará un año". Entonces nuestro hidalgo entra en cólera, le llama de todo menos guapo y vuelve a liarse un dos de mayo de no te menees: los galeotes moliendo a pedradas a Sancho y a su amo, Rocinante y el pollino haciendo de parapeto de la lluvia de piedras, el tal Ginés robando al comisario, que todavía estaba en el suelo, todo lo que llevaba encima, hasta la ropa y, finalmente, todos los fugados juntos, dando p'al pelo a nuestros amigos y dejándolos en cueros vivos, sobre todo a Sancho, que como siempre, se llevó la peor parte. Y es que, como dice el refrán: "cría cuervos...". Hasta el lunes que viene.

16 comentarios:

  1. El caso es que estos dos siempre terminan igual...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La mayoría de las veces, a menos hasta ahora. Abrazos.

      Eliminar
  2. Cuantas aventuras vive este hidalgo. Cada día le pasa algo nuevo. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es un no parar, por suerte para nosotros. Abrazos.

      Eliminar
  3. Yo no conocía este capítulo, pero es de los que más me ha gustado últimamente. Se ve Cervantes tenía varios mensajes que dejar. 1beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya te digo; no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. :D. Abrazos.

      Eliminar
  4. Yo no sé cómo Sancho no se da media vuelta y se va a casa con su Teresa. Por cierto, estoy planteando volver a leérmelo, pero el año que viene, por el cuarto centenario de la segunda parte.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues es una idea estupenda. Cualquier motivo para leer El Quijote es bueno. :D. Abrazos.

      Eliminar
  5. Pues no conocía este episodio :) La verdad es que se meten en cada lío estos dos... ^^

    Bss

    ResponderEliminar
  6. Tengo muy pendiente El quijote ^^. ¿Cómo pueden meterse en tantos líos xDD?
    PD: Acabo de descubrir tu blog, te sigo ^^. Sería mucho pedir que te quedaras por el mío? Ojalá no sea molestia, ya que significaría mucho para mí.
    Un beso,
    Kayla

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Kayla. Encantada de tenerte por aquí. Ahora mismo me doy una vuelta por tu blog. Abrazos.

      Eliminar
  7. Este capítulo es tremendo...
    Besos

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...