domingo, 23 de febrero de 2014

Amami Alfredo

Era difícil entrar en la sala. Todo el mundo se agolpaba en las puertas como si fueran a perder sus asientos. Yo sujetaba mi entrada con la mano izquierda y a mi acompañante con la derecha. Empezamos a subir las escaleras y enseguida encontramos nuestro sitio. Veíamos perfectamente el escenario y controlábamos cada una de las sillas en las que iban a sentarse los músicos. De pronto, todo quedó a oscuras y en silencio. Nada se movía, nadie respiraba. La emoción del instante en que el director alza la batuta y la suspende en el aire tiene comparación con muy pocas cosas. 
   De repente, esa batuta cayó de golpe sobre los músicos y todo empezó. La música, las emociones y los aplausos iban pasando de uno a otro sin tregua. Por fin llegó ese momento que mi corazón y mi garganta estaban temiendo. Mi corazón, porque late a mil por hora cada vez que escucho esta pieza, y mi garganta porque se estrecha como unos vaqueros recién lavados. Ya no había marcha atrás, sabía lo que iba a pasar.
   Empezaron los primeros acordes de la parte más hermosa, para mí, de La Traviata, la parte que desata mis emociones más románticas y lloricas; esa parte en que la dulce Violeta tiene que abandonar a su amado Alfredo, el momento en que quiere sentir por última vez el abrazo de la persona que le da la vida para, después, dejarla para siempre. La música acompañaba a la perfección los sentimientos de angustia y dolor en la voz de Violeta y también mis lágrimas, que iban acercándose a la salida.
   Y es que, cuando algo te toca el corazón, no tienes escapatoria, da igual lo que intentes hacer para evitarlo; no importa que estés en medio de un auditorio lleno de gente que verá tu nariz enrojecida y tus ojos llorosos en cuanto enciendan las luces para el descanso, un descanso de diez minutos que los músicos y este corazón mío necesitaban para seguir. Porque, cuando escucho a Violeta pedir a Alfredo que la ame por última vez, no hay nada en el mundo que detenga el río de lágrimas que sale de mis ojos, acompañado de suspiros e hipos, como corresponde a una gran emoción. 
   He intentado analizar psíquicamente esta reacción, quizás algo exagerada. He hecho experimentos muy serios con mi persona para saber en qué momento exacto y con qué notas, mi cerebro deja de controlar mi cuerpo, desde el primer cosquilleo en la nariz hasta el primer hipo. Siempre es igual, todo empieza tímidamente con los primeros compases del "Amami Alfredo" y termina desbordándose con el Addio. Porque, cuando algo así nos toca de verdad el corazón, es que se está haciendo arte, y el arte no se puede controlar.

Dedicado a las creadoras de "Momentos musicales" que provocaron mi adicción a estos ratitos. Y espero, con su permiso, poder traer a mi blog, algún otro "momento" de vez en cuando.

24 comentarios:

  1. Sólo he estado una vez en la ópera y me gustó. Fue un espectáculo al que nunca había asistido y no me importaría repetir; además ésta no la he visto.
    Un beso.

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  2. Nunca he estado en la ópera, es una de las cosas que tengo pendientes para hacer en la vida, aunque no tengo ninguna idea preconcebida. No sé si me gustaría o no, pero por las sensaciones que comentas, parece que es un espectáculo único.
    Un abrazo.

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    1. *Hola Aliena, Hola Seri: Yo no soy demasiado aficionada a la ópera. Hay piezas que me entusiasman, como esta que os cuento, pero hay otras que me resultan largas y me dejan frías. En este caso, era un concierto en el que se interpretaban piezas de diferentes obras. Sin embargo, independientemente de la obra que sea, lo que se siente con la que te llega dentro es algo único.
      Abrazos a las dos.

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  3. A mi padre le gusta mucho esta pieza, en casa la hemos oido cientos de veces en audio, y en visto en video, supongo que no será comparable a asistir en directo, pero no siempre podemos hacer lo que nos apetece y yo hubiera sacarificado el ir yo, para que asisitiera mi padre que es el realmente lo vive y le entusiasma

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  4. ¡Ay Marisa! Hoy nos traes mi otra pasión: la ópera. Mis vecinos me van a matar, aunque están acostumbrados sobre todo en las tarde de lluvia, pero voy derecha al reproductor a escuchar unas arias a todo volumen mientras comienzo a preparar la comida.
    Besos.

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    1. Hola Carmina, hola Manuela. Creo que cualquier cosa vivida en directo nos llega más, tu padre te lo dirá, Carmina, pero, como dice Manuela, escuchar una pieza que te gusta a todo volumen te emociona de la misma manera. Los vecinos serán pacientes, espero, ;D.
      Abrazos a las dos.

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  5. No estoy muy puesta en el tema, no he estado en la ópera, pero me encanta cómo describes las emociones.
    Besitos!

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    1. Gracias. Lo de menos es la ópera, lo importante es lo que se produce. Seguro que eso te pasa con otras piezas. Abrazos.

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  6. ¡Oh, la ópera! Maravilla del arte, me aficionó mi profesora de música cuando nos llevó a toda la clase a una representación de Madame Butterfly y desde entonces suelo ir con frecuencia. Es un espectáculo al que todo el mundo debería asistir al menos una vez en su vida.
    Un besín.

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  7. Lo bien que te entiendo, me encanta la ópera y despierta sensaciones en mi que no se igualan con ninguna otra música
    Besos

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    1. Confieso que no es la ópera en sí lo que me emociona de esta manera, es esta pieza en concreto. Aunque hay otras piezas que me gustan, ninguna hace que se me salten las lágrimas. Abrazos.

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  8. Nunca he ido a la ópera pero es algo que me gustaría probar. Tiene que ser algo completamente diferente y tiene que hacer que todas las emociones broten a la vez, originando un mar de confusiones que dejen a tu cuerpo en constante tensión pero, a la vez relajado ^^

    Bss!!!

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  9. Nunca he ido a la opera. A lo mejor me equivoco pero creo que no lo disfrutaría.

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    1. Quizás no te equivoques; muchas veces nuestro sexto sentido nos dirige con bastante acierto. Yo siempre recuerdo una frase de la peli "Pretty woman" que dice: "la primera sensación es la auténtica, después puede que llegues a reconocer y apreciar lo que significa la ópera, pero nunca te llegará al corazón". Esto se podría aplicar a cualquier faceta de la vida. Abrazos.

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  10. No, no es exagerada la reacción, es que algunas cosas llegan...Un besazo, bonito post.

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  11. El Addio, el Addio... me provoca escalofríos. La verdad es que, aunque me gusta, no es mi ópera favorita. Tosca me estremece mucho más. Y llorar, uff, de qué manera. Pero no es tanto la emoción ante la historia como un sentimiento que viene de la propia música. Me pasa lo mismo ante un cuadro, unas páginas, una escultura... no sé. Hay algo frágil (o enfermizo) en mi. Pero ya es tard e para devolverme por las taras. ;)

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    1. Pero que taras, nada de eso, son gracias que nos adornan. Si algo nos emociona tanto como para que se nos salten las lágrimas, merecemos un reconocimiento, tal y como está el patio, ;D. Así que, a emocionarse... Abrazos.

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  12. Una de mis asignaturas pendientes es probar la ópera, no se si me gustará o no, pero tengo ganas de verla
    Besos

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    1. Siempre hay que tratar de probarlo todo, o casi todo, para saber si nos gusta o no. Así que, a quitarte la espinita. Ya me contarás. Abrazos.

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  13. Es dificil saber qué cosa en cualquier manifestación artística "pulsa la cuerda" que hace que se te encoja el corazón o que se te pongan los pelos de punta. Pero Marisita, entiendo perfectamente tu reacción al Amami Alfredo (ay, ay...) Yo creo que la opera no admite terminos medios... o te emociona o directamente no la soportas. Yo tengo algunas que me encantan, como La Traviata o Mme Butterfly... o La Flauta Mágica ... en cambio hay otras, a las que ni me acerco... De todos modos, ver una opera en directo es un ESPECTACULO con todas las letras y en mayúsculas... Se lo recomiendo a todo el mundo: escoged una que tenga arias conocidas y, de verdad, acercaos aunque sea solo una vez... por pura curiosidad... (...seguro, que quereis repetir...)
    ich

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    1. Exactamente. No tengo nada más que añadir. Abrazos.

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