jueves, 4 de julio de 2013

Mi "Gran Esperanza" destruida

Hace unos días vi por televisión una de las últimas versiones que se han hecho de la novela de Dickens Grandes esperanzas y sentí como si me atravesaran el corazón con un estilete. Sí, sí, no quito ni una coma. Puede parecer muy exagerado, lo sé, pero si pudiera explicar en pocas palabras, la decepción que sufrí, mezclada con un poquito de rabia, entenderíais mi frustración.
   
Nunca he ocultado que no me entusiasman las versiones "modernizadas" de los clásicos, pero ha habido alguna que me ha sorprendido y mucho (Romeo y Julieta, dirigida por Baz Luhrmann e interpretada por Leonardo di Caprio y Claire Danes). Lo que no soporto es la manipulación de la historia, o de los personajes. Confieso que me senté ante el televisor con bastante recelo porque me imaginaba lo que me podía encontrar, pero no hasta ese punto. Salvo "honrosas excepciones" en algún que otro diálogo, la adaptación del guión es "versión libre", absolutamente libre. Y lo mismo ocurre con el argumento. Al trasladar la novela a nuestros días, los problemas sociales que refleja la novela del maestro Dickens no tienen ningún sentido; el retrato de la miseria y los "pecados" de la sociedad británica del siglo XIX no se pueden trasladar a nuestros días. ¿Quién se va a creer que, ahora,  una vieja loca que vive sola en una casa medio abandonada, va a criar, sin ayuda, a una niña de unos diez años? Esa buena señora no se libra de los servicios sociales por mucha gran mansión y muchos "dineros" que tuviera. Y si no son los servicios sociales, son los de Sanidad pública quienes se la llevan por insalubre, porque había que ver como estaba la mansión. Después, al tener que incluir hechos y situaciones actuales para hacerla más creíble, se introducen elementos como el cine, los viajes en avión y, como no, el sexo. Pero, la manera en que el director lo hace es tan cruda, tan actual, que es como una bofetada que no sabes de dónde ha venido. 

   Para quien no haya leído la novela, hay algo extraño que no se termina de entender, porque no hay nada que explique ese "cuelgue" que tiene el chaval con la chica después de más de 10 años, por muchas escenas eróticas que incluya el director. Si conoces la novela, sólo ves una escena de sexo extra que nada tiene que ver con la verdadera relación de dependencia que aquel niño introvertido y solitario desarrolló con una chica dominante y manipuladora. Resumiendo, una de las novelas más apasionantes que he leído se había convertido en un pelmazo aburrido, del estilo de los antiguos "Estrenos TV". 
   Hace unos días os pregunté a través de Facebook sobre vuestras adaptaciones favoritas y también por las "malditas" que se cargaron una novela idolatrada. Algunos de vosotros me habéis hablado, en general, de buenas adaptaciones como El nombre de la rosa, El bosque animado, El color púrpura o Crónica de una muerte anunciada y sólo de una mala, La tabla de Flandes. Yo incluiré también Sentido y sensibilidad como una gran adaptación al cine y os remito a un post mío anterior sobre la adaptación de Jane Eyre. A ver que os parece.
Bueno, y terminando con mi "rabieta-reflexión" sobre esta adaptación moderna de Grandes esperanzas, sigo prefiriendo la versión de 1946, protagonizada por John Milles y Alec Guiness. Si os decidís a verla, contadme vuestra opinión. Nos vemos en la próxima adaptación (acepto sugerencias).

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