sábado, 27 de abril de 2013

Pero, ¿por qué me habré metido yo en esto?

Cuando me decidí a escribir un blog, nunca pensé que me resultaría tan complicado. Asistí a un "macro-curso" que me aclaró un montón de dudas, me creó otras mayores (como debe ser, por otra parte) y me lleno de ganas de empezar. Eran buenos profesionales y sabían de lo que hablaban.
   En todo lo que leía sobre el tema, siempre encontraba como principales problemas las ideas para los post, el lenguaje en que se debía escribir, la organización de la información... Todas cosas de tipo creativo más que de tipo técnico. Bien, pues a mí me preocupaba todo lo técnico. Lo creativo podía ir  puliéndolo sobre la marcha, lo había practicado a lo largo de toda mi vida, no mal del todo, podía corregir los textos después de escritos, tranquilamente, podía decidir sobre lo que escribir. Pero, ¿y la parte técnica? ¿Quién se encarga de explicarte todas las "cositas" que necesita un buen blog para resultar atractivo, para ofrecer varias posibilidades, para plasmar todas las facetas que le quieras dar? ¿Cómo "puñetas" me las arreglo para que los lectores hagan comentarios, para crear categorías, para catalogar mis ideas y mis post? Todo el trabajo técnico, en una palabra. No era nada fácil. O por lo menos para mí no lo estaba siendo en absoluto.

   La mayoría de los consejos de la mayoría de los blogueros son acerca de la constancia y del coraje para seguir adelante. ¡No me extraña! La de veces que me he dicho: "Pero, por qué me habré metido yo en esto". Las advertencias de la mayoría son sobre la cantidad de tiempo que hay que dedicarle para sacarle un verdadero partido, para conseguir lectores y seguidores, y ni te cuento, si lo que quieres es hacerlo rentable.
   Bien, pues si es cuestión de coraje, de persistencia y de tesón, voy a estar al pie del cañón hasta que el cuerpo aguante.
   Por suerte, he encontrado varios blogs que te ayudan bastante con sus tutoriales, me van dando pistas sobre lo que buscar, sobre cómo empezar. Sin embargo, mi cabeza sigue llena de dudas y de preguntas que no terminan de resolverse definitivamente.
   Yo siempre he tenido este problema. Mientras estoy buscando cómo hacer algo, mi cabeza se mueve por su cuenta y se pone a pensar en otras tres mil cosas que también debo resolver.
   Es culpa mía, por supuesto, pero es que no es fácil manejar una cabeza como esta, que va por libre, que siempre está como una olla exprés, sin parar de dar vueltas, cociendo, cocinando, pensando... ¡Uf, que estrés! Así que he decidido hacer lo que mejor se me da: escribirlo y visualizarlo en un papel para darme cuenta de su verdadera dimensión.
   La mayor parte de las veces, tengo la cabeza tan llena de cosas pendientes que me parece que no voy a tener tiempo de hacerlas todas. Cuando me decido a escribirlas, a hacer mis "famosas listas" (en mi familia son famosas porque las uso para todo, desde hacer la compra hasta organizar los cumples o las reuniones familiares, organizar viajes, etc) veo que no son tantas como yo pensaba. Las puedo ir tachando según las voy haciendo y ordeno mi cabeza al mismo tiempo. Para mí es un buen ejercicio.
   Así que eso es lo que tendré que hacer con mi blog, que acaba de empezar. Tengo que hacerme una gran lista con todas las cosas que quiero incluir y cómo debo hacerlo. Solo espero que, si alguien me lee, tenga paciencia suficiente para ir viendo los cambios poco a poco, no solo de diseño sino también de contenidos.
   El primer punto ya lo he conseguido: Desahogarme.

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